CODALARIO, la Revista de Música Clásica
Está viendo:

Crítica: 'Florencia en el Amazonas' en la New York City Opera

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp
Autor: Pedro J. Lapeña Rey
24 de junio de 2016

VISTOSA PRODUCCION 

  Por Pedro J. Lapeña Rey
Nueva York. Rose Theatre23/6/2016. Florencia en el Amazonas (Daniel Catán/Marcella Fuentes-Berain). Elizabeth Caballero(Florencia Grimaldi), Sarah Beckham-Turner (Rosalba), Won WhiChoi(Arcadio), Philip Cokorinos(Riolobo), Lisa Chávez (Paula), Luis Ledesma (Álvaro), Kevin Thompson (Capitán). Dirección Musical:DeanWilliamson. Dirección de escena: John Hoomes.

   Cuando hablamos de Nueva York y de ópera, siempre nos viene a la cabeza el Met. Sin embargo, durante setenta años, la New York City Opera fue una alternativa asequible para el aficionado. Sus funciones se daban también en el Lincoln Center. El vecino New York State Theater, renombrado hace unos años como David H. Koch Theater, fue testigo de grandes funciones que quedaron para el recuerdo, como la primera trilogía Tudor de Gaetano Donizetti que interpretó la gran Beverly Sills en los 70, la revisión del Candide de Leonard Bernstein en los 80, o el estreno americano de Wozzeck de Alban Berg. La crisis financiera se la llevó por delante en 2013, y ahora vuelve a funcionar. En enero programaron la Tosca de Puccini con la recreación de los decorados y el vestuario que Adolf Hohenstein diseñó para la producción original en el Teatro Constanzi de Roma en 1900. Y ahora traen por primera vez a Nueva York la ópera Florencia en el Amazonas de Daniel Catán.

   El compositor mexicano, Daniel Catán, de orígenes judeo sefarditas, fue el abanderado de la composición de ópera en lengua castellana en el continente americano. Fallecido en el 2011 a los 62 años en la ciudad tejana de Austin, fue el primer compositor al que un teatro estadounidense le encargó una ópera, Florencia en el Amazonas. En realidad fue una coproducción de tres, la Ópera de Seattle, la de Los Ángeles y la Gran Ópera de Houston, donde la obra se estrenó en 1996. No fue la única. La hija de Rappaccini, basada en la obra de teatro homónima de Octavio Paz, se había estrenado unos años antes en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y el éxito de público de Florencia en el Amazonas le abrió la puerta a nuevos encargos como Las bodas de Salsipuedes de nuevo para la Grand Opera de Houston, y sobre todo Il Postino para la Ópera de Los Ángeles. Estrenada en septiembre de 2010, fue representada en varias ciudades como Viena, Houston o Santiago de Chile y llegó en julio de 2013 al Teatro Real de Madrid.

   La obra está basada textos de Gabriel García Márquez, en especial de su novela, El amor en los tiempos del cólera, y el libreto fue escrito por una de sus colaboradoras, la escritora y profesora mejicana Marcella Fuentes-Berain. Nos cuenta la historia de una famosa cantante de ópera, Florencia Grimaldi, original de Manaos, quien tras triunfar en los escenarios europeos durante 25 años, en 1910 vuelve a su ciudad para cantar enel Gran Teatro, con la esperanza de reencontrarse con Cristóbal, su amor de juventud, un cazador de mariposas gracias al cual comenzó a desarrollar su voz y cantar. Para llegar, la cantante se embarca de incógnito en el barco de vapor El Dorado, donde no se encuentra sola. Hay otros personajes que no saben que viajan con la diva, pero todos ellos van a verla cantar. Rosalba, una periodista que lleva años escribiendo una biografía no autorizada de la cantante y que espera poderse reunir con ella para terminarla y obtener el permiso para la publicación. Paula y Álvaro, una pareja de mediana edad a punto de separarse y que se quieren dar una última oportunidad. El capitán del barco, y Arcadio, su sobrino, quien harto de ver el futuro que le espera como marinero, quiere enamorarse y convertirse en aviador. Entre todos ellos, el personaje de Ríolobo, quien en sus diversas variantes de marinero o mago nos hace de narrador. Estrenada en 1996, es la ópera más representada de Daniel Catán y además de en los tres teatros coproductores, ha sido programada en México, Manaos, Michigan, Maryland, Nashville, Phoenix o Washington. En 2006 llegó a Europa, a la Ópera de Heidelberg.

   La obra nos cuenta el viaje, idílico en cuanto a la inmensidad y sensualidad de la selva, duro en cuanto a las puras relaciones humanas o las dificultades del viaje con tormenta incluida. Va de la realidad a la ficción. Nos cuenta el propio viaje en sí mismo y el que los personajes hacen hacia su interior. En él descubren cosas que les gustan de ellos mismos y otras que no. El amor hace acto de presencia. En varias de esas escenas, el resultado de la obra de Catán y de Fuentes-Berain sale con éxito. Sin embargo, en otras tienes la sensación de estar en una novela de Agatha Christie, con varios personajes con historias distintas, y donde sólo al final tratas de encontrarle el sentido (en plan, ¿quién es el asesino?). Ese es el debe de la obra. Le falta un poquito de “chicha”, una mayor carga dramática. Es mucho más descriptiva que intensa.

   Musicalmente también nos encontramos con puntos fuertes y débiles. El protagonista absoluto de la obra es el río Amazonas. Todo nos recuerda su grandeza y su  inmensidad. La partitura tiene momentos de gran inspiración. Es opulenta, la orquestación exuberante, y la lujuria orquestal llena los interludios entre escenas. El lenguaje musical se olvida de que la obra se ha compuesto en la década de los 90 del pasado siglo y nos retrotrae a partes iguales alPuccinide obras como La Fanciulla del Westy a la música para cine de aventuras. Las melodías tienen continuos fogonazos. El viaje por el río es sugerente. Los toques de marimba nos meten de lleno en las olas y complementan la sensación de movimiento, aunque bien es verdad que se echa en falta la presencia de algún instrumento autóctono que reforzara el contexto general de la obra. El uso del castellano, con un seseo perenne, le da un toque especial. Es en definitiva la obra de un buen músico y un gran orquestador. Me ha parecido mejor, más inspirada y conseguida que Il postino, única obra que, hasta la fecha, había visto de él.

   La dirección musical de Dean Williamson resaltó y recreó la belleza de la partitura, aunque a veces se le fue la mano en el volumen, tapando a algún cantante. La orquesta respondió con soltura y elegancia.

   La producción, estrenada el año pasado en la Ópera de Nashville, nos presenta un escenario enmarcado en un enorme cuadro rectangular con dibujos clásicos de la Casa Ricordi, probablemente de Adolf Hohenstein. El fondo se utiliza a modo de telón posterior donde se proyectan las imágenes. Las tablas nos marcan la cubierta del barco, mientras que en la parte delantera, un grupo de bailarines vestidos de blanco están permanentemente sobre el suelo del escenario moviéndose sinuosamente sin parar. El efecto conseguido es de movimiento continuo.  La dirección de actores da poco juego, y las proyecciones de video de Barry Steele son adecuadas en la descripción del viaje, pero se convierten en caricaturescas en las escenas simbólicas, sobre todo en la escena final, donde Florencia se convierte en mariposa y vuela al encuentro de su amado Gerardo, cual Campanilla en la película de Walt Disney.

   A nivel vocal, fue una agradable sorpresa volver a ver a la soprano cubano-americana Elisabeth Caballero. En mi primer viaje a la Gran Ópera de Florida en 2010 tuve ocasión de ver una Turandot manifiestamente mejorable. Pero en aquella función “descubrí” a dos intérpretes de primera: el director español Ramón Tebar, desconocido en su país por aquellas fechas, y la soprano que hacía el papel de Liu, Elisabeth Caballero. Ésta fue ayer una estupenda Florencia Grimaldi. La voz es de soprano lírica con un centro no muy grande pero, al menos para este papel, suficientemente denso, y con un registro alto amplio, timbrado y bien proyectado. El registro grave es algo más pobre y ahí pasa algún apuro, pero es una intérprete solvente, con presencia escénica y que supo aprovechar sus tres arias y el dúo con Rosalba.

   También interesante el barítono Philip Cokorinos, habitual en pequeños papeles del MET, quien dio profundidad y nobleza al lucido papel de Ríolobo. Otra agradable sorpresa la voz del tenor coreano Won Whi Choi, de belleza y pegada inmediata, con una técnica bastante aseada, y que hizo un hermoso Arcadio. Pertenece a la compañía del teatro alemán de Erfurt, donde sin duda tendrá ocasión de ampliar repertorio y crecer como artista.

   Correctos Sarah Beckham-Turner como Rosalba, Lisa Chávez como Paula, y Luis Ledesma como Álvaro, y bien de presencia aunque con un voz excesivamente gutural Kevin Thompson como el capitán de El dorado

   Respuesta muy positiva del público que asistió al estreno siendo las mayores ovaciones para Elisabeth Caballero y Philip Cokorinos. La obra se representa hasta el domingo 26.

Fotografía: Web Elizabeth Caballero

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp

Compartir

<< volver

Búsqueda en los contenidos de la web

Buscador

Newsletter

Darse alta y baja en el boletín electrónico