CHOPIN ENTRE AURORAS BOREALES
Oviedo. 27/11/15. Auditorio Príncipe Felipd. Temporada de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). Pianista: Ludmil Angelov. Director: Rossen Milanov. Obras de Chopin, Saariaho y Sibelius.
Por F. Jaime Pantín
La OSPA, bajo la dirección de su titular, Rossen Milanov, inauguró su ciclo de tres programas en el que, bajo el título genérico de "Auroras Boreales", se contempla la alternancia entre obras de repertorio habitual y la música contemporánea, con especial atención al sinfonismo escandinavo. En este caso la presencia de dos compositores finlandeses, Kaija Saariaho y Jean Sibelius, se combinaba con uno de los conciertos para piano más populares, el siempre bien recibido Nº 1, op. 11 de Chopin, que contaba además con la presencia de un pianista chopiniano por excelencia como Ludmil Angelov.
Interesante programa, que se preveía ya largo y denso, como así resultó: casi dos horas y media, pausa incluida. Quizás demasiado tiempo para un concierto, con el riesgo evidente de un probable cansancio en el auditorio que impida el disfrute pleno de lo ofrecido, que, tanto por el interés de la música escuchada como por la calidad de la interpretación, rayó a gran altura. Es cierto que las dos propinas con las que Angelov rubricó su actuación contribuyeron al alargamiento de la sesión, pero ya es sabido que Chopin es adictivo, tanto para el público como para los pianistas, sobre todo cuando se trata de un chopiniano consumado que ha ofrecido en repetidas ocasiones la obra integral del compositor polaco, algo al alcance de muy pocos y que evidencia -aparte de una capacidad excepcional- un profundo amor por esta música.
Su versión del Concierto en mi menor fue modélica desde el punto de vista estilístico, evidenciando su gran conocimiento de una obra de enorme dificultad, tanto en lo técnico como en lo expresivo y en la propia relación con la orquesta -mucho más importante de lo que pueda parecer en un principio- que en este caso fue claramente mejorable. Angelov expuso la obra de manera muy lineal, con pocas concesiones al rubato, cierta premura en la resolución de los trazos ornamentales y un enfoque sonoro tendente a la ligereza y el intimismo que puso de manifiesto el realce de los elementos líricos por encima de los dramáticos. En este sentido, los mejores momentos se escucharon en el Larguetto, donde el pianista búlgaro se sintió más libre y la cohesión con la orquesta funcionó perfectamente. La tendencia -en los conciertos de tradición Biedermeier- a la separación explícita entre los elementos líricos y los pasajes brillantes implica un cambio más o menos notorio en el tempo básico, pero sin duda los conciertos chopinianos poseen una hondura dramática muy superior a la de sus contemporáneos y ese aspecto es en ellos menos relevante.
Angelov optó por un contraste de tempi bastante acusado arrastrando a la orquesta a un tutti reexpositivo de carácter marcial, muy alejado del aliento dramático con el que el concierto se había iniciado. El rondó vivace sirvió para que el pianista exhibiera su gran virtuosismo y su dominio de los ritmos de danza chopinianos, en un final de gran brillantez que el público reconoció con una ovación correspondida con el Nocturno póstumo en do sostenido menor y el Vals op. 64, nº 2 que cerraron la actuación de un pianista a quien merecería la pena escuchar más a menudo por aquí.
La obra Cielo de invierno, de Kaija Saariaho, desconocida en España, se basa en la búsqueda tímbrica a partir de la descomposición de los armónicos. El resultado alcanza momentos de gran belleza en un clima estático, producto de una extrema lentitud que induce a lo contemplativo y cuyo refinamiento sonoro exige gran calidad instrumental de la que la OSPA dio buena muestra.
La Suite Lemminkäinen op. 22 de Sibelius está formada por cuatro poemas sinfónicos a los que su autor denomina Leyendas, ubicando la obra en un ámbito nacionalista. Rara vez se programa completa, debido a su extensión algo desmesurada. La OSPA ofreció su audición íntegra, pudiéndose apreciar las sutiles relaciones temáticas y armónicas contenidas en el conjunto de una versión muy bien organizada por el maestro Milanov y que sirvió de lucimiento para los excelentes solistas de la orquesta, con especial mención en esta ocasión para un corno inglés modélico.
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