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Nuno Coelho dirige obras de Schoenberg y Brahms con la Sinfónica de Castilla y León

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Autor: Agustín Achúcarro
5 de noviembre de 2020

Dedicado a la memoria de Stefan Zabek

Un reportaje de Agustín Achúcarro

«Creo que hay una relación muy especial entre la Sinfonía de cámara nº1, op.9 de Schoenberg y la Serenata nº2 en la mayor, op.16 de Brahms, en la forma de composición, de trabajar las texturas, y en algo todavía más importante como es el que las dos obras sean sendas tentativas de componer sinfonías; en el caso de Brahms es una obra de preparación para sus sinfonías, y aunque Schoenberg no tuviera la intención de componer una al estilo de Mahler, sí aclara cómo podría concebirla en su mente». Así se expresa el director Nuno Coelho un día antes de subirse al podio del Auditorio de Valladolid para dirigir el 5, 6, 9 y 10 de noviembre, desde las 20h, el tercero de los programas del ciclo Otoño de la Sinfónica de Castilla y León. Un concierto dedicado al recientemente fallecido Stefan Zabek, padre de la actual concertino honoraria Wioletta Zabek, que fuera violín de la OSCyL de 1991 a 2002.  

   El director valora la sinfonía y la serenata desde una doble vertiente: «Son a la vez dos obras de cámara y sinfónicas, porque tienen un carácter camerístico y una ambición de escribir algo que va más allá, dentro de la forma sinfónica».


   «En Schoenberg -aclara el director- hacemos una versión con más cuerda, no solo con el quinteto solista, lo cual provoca un sonido más romántico, con más carácter, y eso lo hemos trabajado a fondo en una partitura realmente complicada, de gran virtuosismo para los intérpretes». Mientras que, al referirse a Brahms, Coelho destaca lo siguiente: «En la serenata se trata de marcar las diferencias de orquestación que propone a través de los cambios de timbre y color, así como el carácter». El director también indica «la importancia de trasladar esa parte de la obra divertida, con esa sensación que tiene de felicidad» por lo que le parece importante «reseñar su lado más jovial».

   La duda que genera la pandemia provocada por el Covid-19, en relación a que puedan seguir celebrándose conciertos no pasa desapercibida para Coelho. «Bueno, por mi parte intento no pensar demasiado si vamos a poder hacer el concierto o no, porque creo que tenemos que pensar que estamos ensayando y trabajando porque se va a realizar, y por eso ponemos mucha voluntad y ganas de hacer música en directo. Aunque tengamos que llevar mascarilla, cambiar el programa, eso no es problema si podemos seguir haciendo música». Pero, claro, no obvia los hechos. «Uno no puede dejar de pensar en esa incertidumbre, aunque lo importante es superarlo y centrarse en tocar con un cien por cien de intensidad, pues no sabemos si a la semana que viene vamos a poder seguir ante el público, lo que hace que cada ensayo, cada concierto resulte muy especial». A este respecto, el director recuerda que en Holanda actualmente lo hacen en streaming (una posibilidad que de cambiar las normas actuales no descarta la OSCyL, que lo haría a través de su canal de YouTube) y aunque tiene muy claro que no es lo ideal «pues es muy importante tocar para alguien que esté presente escuchando», al final lo que para él debe mantenerse es que «sea cual sea la fórmula se intente seguir tocando».


   Nuno Coelho, que también es violinista, es un representante de una pujante nueva generación de directores. Ganador del Concurso Internacional de Dirección de la Orquesta de Cadaqués en 2017, ha subido al podio de orquestas como la Sinfónica de la Radio de Baviera o la Filarmónica de la BBC, ha sido asistente de la Orquesta Filarmónica de los Países Bajos, recientemente ha dirigido a la Sinfónica de Galicia, y ha sido asistente, entre otros, de Bernard Haitink, Andris Nelsons, Christoph von Dohnányi y Gustavo Dudamel. Todas esas experiencias unidas a la suya propia han conformado una forma de entender su profesión, que relata someramente. «Primero trabajo en casa, viendo las partituras, tocándolas, pensando sobre ellas y una vez que voy a los ensayos trato de que sea una labor de colaboración, de comprensión de la obra con los músicos, para construir una interpretación, saber por qué estamos tocando un determinado pasaje de una determinada forma». Ya, ante los espectadores, añade ese plus que conlleva un concierto. «El directo con público conlleva un momento de inspiración, de buscar algo más, de magia, que se produce en ese instante y que no puede volver a darse, y que tiene su base en la confianza del trabajo que se ha realizado anteriormente».

   En cuanto a sus próximos compromisos, tras reírse abiertamente, apunta que «si se me pregunta mañana, lo que responda puede ser diferente» y esboza un posible calendario. «Por ahora iré a Holanda, pues tras cancelar los conciertos los quieren hacer en streaming, como ya dije, después me espera Alemania, entre noviembre y diciembre, y luego volvería a España». «Pero la verdad-concluye -es que todo puede cambiar de un día para otro, aunque hasta ahora he tenido la suerte de poder trabajar bastante y muchos de los proyectos no se han cancelado. Por lo que hay que seguir estudiando y trabajando como si fuera todo normal, ya que si no sería imposible seguir».

Foto: Elmer de Haas

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