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Opinión: 'El Ocaso de la OSPA': La Sinfónica del Principado de Asturias en caída libre: su gerente, Ana Mateo y su director, Rossen Milanov, en el punto de mira

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Autor: Aurelio M. Seco
24 de junio de 2018

El Ocaso de la OSPA

   Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
Creo que podemos decir sin miedo a equivocarnos que fuimos de los primeros en afirmar el error cometido por los músicos de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias al elegir en 2012 a Rossen Milanov como su director titular tras la marcha de Maximiano Valdés, cuya última época, demasiado dilatada en el tiempo, también criticamos duramente, por cierto. Con todo, Valdés ha sido hasta la fecha el gran director de la OSPA en su historia.

   En esta ocasión se han vuelto a precipitar los acontecimientos, aunque una vez más se ha tardado demasiado en sacar a la luz pública la grave situación por la que pasa la orquesta, y que no sólo concierne al trabajo de Milanov, a nuestro juicio un director rutinario, superficial, de poco interés, sino también al de Ana Mateo, gerente de la OSPA, cuyo periplo al frente de la institución debería darse por concluido.

   En principio debería ser fácil y poco traumático subsanar este tipo de desaciertos en el seno de una orquesta sinfónica en el que la apuesta por un director no sale bien (por muchas razones, además, que no siempre tienen que ver con su falta de calidad. El mundo de la dirección de orquesta es muy complejo y la relación de maestro y músicos está llevada a veces por sutilezas importantes pero delicadas que no deberían ser tomadas de forma tan traumática). No debería pasar nada más allá de una no renovación de contrato. El problema es que tras la elección de un director suele estar la apuesta de un gestor o político que asume como fracaso propio una posible no renovación. Es entonces cuando surgen los problemas y tensiones. También sucede que los políticos suelen supervisar poco o nada el trabajo de nuestros gestores culturales, lo que propicia numerosos problemas. Uno de los más graves es el de perjudicar a los artistas de veradadero talento, o por falta de afinidad personal, influencia de ciertas agencias, falta de criterio, en fin, que hay numerosas razones para tener muy marcados a los desmarcados gestores de nuestras orquestas e instituciones musicales públicas.

   Es frecuente y normal que haya fricciones  en las orquestas (como en cualquier otra institución), entre sus músicos, con los gerentes y directores. Pero hay problemas y… problemas. A veces los músicos se aburren demasiado rápido del trabajo de un buen director. Pero no se puede confundir esta situaciones con las que está viviendo la Sinfónica del Principado de Asturias, cuyos músicos han  llegado a emitir un informe cuyo contenido ha hecho público recientemente el periódico La Nueva España, en el que se informaba al Consejo Rector sobre el deficiente trabajo realizado por Milanov, un trabajo que, desde hace tiempo atrae cada vez menos gente al Auditorio de Oviedo y que no sólo no ilusiona a los músicos, sino que perjudica su situación artística.

   No dice nada bueno de los miembros del Consejo Rector que hayan pasado por alto dicho informe y decidido renovar hasta 2020 a Rossen Milanov. Los músicos apuntan también a la gerente de la institución, Ana Mateo, una profesional que ha traído a la orquesta una de sus mayores crisis en años, y cuyas decisiones han ido en ocasiones en contra del interés artístico de la OSPA y de los deseos de los músicos a la hora de encontrar las más talentosas batutas que pudieran extraer lo mejor de la orquesta. No entendemos que una gestión tan mediocre siga estando tan respaldada políticamente por el Principado de Asturias como el viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez, quien según La Nueva España, en un artículo firmado por Franco Torre, conocía perfectamente la crisis musical y gestora por la que está pasando la institución; o el propio consejero de Cultura, Genaro Alonso, que ya ha afirmado que Milanov seguirá siendo titular hasta 2020, llegando a asegurar, según El Comercio que la situación de la orquesta es de “estabilidad”, una afirmación que delata un absoluto desconocimiento del recorrido gestor y artístico de la OSPA en los últimos años, una institución que ha tenido que padecer, entre otras muchas cosas, “denuncias de interinos que han llevado a sentencias condenatorias contra la OSPA”, según informa La Nueva España.

   Una de las últimas noticias negativas ha venido de la mano de Pablo Álvarez, uno de los melómanos más conocidos de España quien, tras uno de los últimos conciertos, tomó la decisión de no renovar un abono que llevaba adquiriendo con absoluta fidelidad desde hace 27 años. La decisión ha caído como un jarro de agua fría entre muchos músicos de la OSPA. Álvarez no es el único. No hay más que ver el desértico panorama que con mucha frecuencia presenta el patio de butacas del Auditorio de Oviedo a lo largo de la temporada de la OSPA y desde hace años. En lo que a nosotros se refiere, tenemos que decir que hace tiempo que, salvo excepciones, no acudimos a ver los conciertos de la orquesta por falta de interés en el trabajo de su titular y algunos de los directores y artistas invitados. ¿Qué más tiene que suceder para que los políticos asturianos tomen cartas en el asunto?

   Ana Mateo no debería seguir como gerente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Es obvio que su ciclo profesional en Asturias ha concluido. Parece claro, no sólo por lo publicado estos días en La Nueva España (un medio que ha patrocinado año tras año su temporada de conciertos y que públicamente siempre había apoyado la política artística de la institución) sino también en CODALARIO que,  ni los músicos, ni la crítica ni algunos de los aficionados más representativos ven con buenos ojos su continuidad ni la de su director titular. Si su sentido de la dignidad personal y profesional no es suficiente para dejar el cargo, parece lógico pensar que los políticos competentes tomen las decisiones oportunas. Rossen Milanov tampoco debería seguir ejerciendo su titularidad la próxima temporada. ¿Cómo es posible que este director quiera seguir al frente de un conjunto cuyos músicos han llegado al extremo de tener que escribir un informe desforable de su trabajo? ¿Es por el sueldo, por el poder? ¿Cómo pueden nuestros representantes políticos, y él mismo, permitir dar continuidad a esta situación tan inmoral respecto a la opinión de orquesta? De seguir así, se corre el riesgo de incrementar un problema que ya es grave a nivel institucional, que está perjudicando mucho el buen nombre de la orquesta, además de la imagen profesional de la gerente, del  director  y de la política cultural del Principado de Asturias.

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