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CRÍTICA: 'RODELINDA' DE HAENDEL EN EL AUDITORIO NACIONAL

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Autor: Raúl Chamorro Mena
31 de octubre de 2012
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Sonia Prina

RODELINDA (Händel) Madrid, Auditorio Nacional de Música. 28-10-2012.Karina Gauvin (Rodelinda), Sonia Prina (Bertarido), Topi Lehtipu (Grimoaldo), Matthew Brook (Garibaldo), Romina Basso (Eduige), Delphine Galou (Unulfo). Il Complesso Barroco. Director Musical: Alan Curtis. Versión concierto.  

NOTABLE Y EXITOSA RODELINDA EN EL CICLO "UNIVERSO BARROCO" DEL AUDITORIO NACIONAL  

       "Rodelinda, Regina dei Longobardi", Ópera seria en tres actos estrenada en el Kings Theatre de Londres en 1725 llegaba al Auditorio Nacional de mano del muy interesante ciclo "Universo Barroco" organizado por el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), con un elenco en el que estaban algunas figuras actuales del dicho repertorio junto a un prestigioso conjunto, especialista en estas lides. Aunque no parece el Auditorio Nacional, con sus dimensiones y poco favorecedora acústica para las voces, el lugar más adecuado para esta franja del repertorio, la propuesta fue un éxito indudable, por la calidad de la obra y el nivel interpretativo escuchado.
      Puede achacarse a las óperas barrocas su duración desmesurada (en su epoca se solían hacer "otras actividades" durante las representaciones y el público no prestaba completa atención durante la totalidad de las mismas), que su estructura a base de arias alternadas por recitativos con escasa acción resulta un tanto "cuesta arriba" para la mayoría de los aficionados habituados a la ópera romántica que han (hemos, añado) "aprendido" a amar la lírica a través de este período, pero lo que resulta indiscutible es la genialidad e inagotable fertilidad creadora (totalmente presente en Rodelinda) de Georg Friedrich Händel, un grande del género operístico. 
      La soprano canadiense Karina Gauvin mostró un material de cierto interés tímbrico, de emisión algo gutural y hueca, un tanto abombada en el centro y con problemas en el agudo, donde el sonido no se encuentra bien apoyado, ni correctamente pasado, perdiendo timbre y calidad. Fue de menos a más, con un sonido más liberado y mostró, junto a una indiscutible propiedad estilística, musicalidad intachable, correcta agilidad y cierta clase, luciéndose en el aria del primer acto "Ombre, piante, urne funeste!" y, especialmente, en el bellísimo dúo con Bertarido del final del acto II (que fue ovacionadísimo) y en la fantástica aria del acto tercero "Se'l mio duol non é si forte", en la que logró su mejor momento de la tarde-noche, reconocido por el público con una importante ovación.

      El papel de Bertarido, estrenado por el famoso castrato Senesino, fue interpretado en esta ocasión por la contralto barroca italiana Sonia Prina, en mi opinión, solución mucho más adecuada que esa voz artificiosa y basada en una técnica falsa que es la de contratenor. Comenzó la cantante con problemas y visiblemente aquejada de alguna indisposición (incluso se escucharon algunas toses perceptibles en su recitativo "Pompe vane di morte!"). A pesar de ello, ya en ese mismo fragmento se pudo comprobar la intención y expresividad en sus acentos, la emisión "sul fiato", la cobertura en el pasaje y una impecable agilidad, tanto lenta como rápida, perfectamente apoyada y en la que se escuchan todas las notas. Recibió los primeros bravos del concierto tras su interpretación del aria "Dove sei, amato bene".
      En el descanso, Antonio Moral comunicó al público que la cantante padecía una gastroenteritis y que incluso se encontraba vomitando en ese momento. Que la interpretación seguiría o bien con ella, o bien con cualquiera de las otras dos contraltos o mezzos presentes en el elenco, que  se encargarían de interpretar en su caso las arias de Bertarido. Finalmente, Prina cantó en la segunda parte y completó una notable interpretación, logrando buenas ovaciones en las arias "Chi di voi più infedele" y en la espectacular "Se fiera belva ha cinto" en la que mostró una coloratura de gran factura. Aunque puedan discutírsele esos graves de pecho, abiertos y algo exagerados que compromenten la homogeneidad (es imposible mantenerla cuando se pretenden cubrir las más de dos octavas y media de extensión que dominaban los castrati) o que su expresividad y temperamento sean muy personales y no excesivamente refinados, demostró junto a la otra italiana del elenco, Romina Basso que cantó Eduige, la eterna vigencia de la escuela italiana y su tributo al "caro Sassone", por colocación, emisión sul fiato, legato y naturalidad en la articulación. Esta última, Basso, más claramente cercana a los medios mezzosopraniles que a los de contralto a pesar de anunciarse como tal, además de las cualidades citadas, también mostró temperamento, intención y dicción "scandita" en los recitativos, si bien los gestos recordaban demasiado a los de su compatriota Cecilia Bartoli.
      La más floja del reparto femenino fue Delphine Galou como Unulfo, cantante de impostación incorrecta, muy retrasada y timbre opaco. Muy por debajo, como suele ser habitual en la lírica actual, se situó la parte masculina del elenco. Deficiente el bajo Matthew Brook en el complicadísimo papel de Garibaldo, que cuenta con dos arias muy comprometidas. En la primera de ellas, "Di Cupido impiego i vanni", que además de exigir una amplia extensión, es profusa en saltos interválicos, con una coloratura diabólica, rozó la catástrofe, engolado, con sonidos por encima del pasaje, abiertos, de dudosa afinación y cercanos al chillido, junto a una agilidad imposible, borrosa y gutural. Algo mejor estuvo en la segunda, "Tirannia gli diede il regno". Al menos, mostró valentía y cierto material vocal. Muy por debajo aún, resultó el pésimo Grimoaldo del tenor finlandés Topi Lehtipuu. Difícil imaginar una voz tenoril más insustancial, más pobre de armónicos, de color y de brillo. En fin, acentos blandos, coloratura deficiente y llena de arrastres, emisión estancada y ausencia total de enmascaramiento, completaron su más que gris interpretación. 
      Una lástima que Alan Curtis ofreciera una lectura más bien plana y monocorde, falta de aristas y contrastes, porque la actuación de "Il complesso barroco" fue magnífica, de una precisión, pulimiento, ligereza, limpieza de sonido, diáfano y transparente, asombrosas.

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