Crítica de José Antonio Cantón de la Academia Barroca del Festival de Granada
Espiral expresión coral en el tiempo
Por José Antonio Cantón
Granada, 29-VI-2025. Monasterio de San Jerónimo. LXXIV Festival de Música y Danza de Granada. Academia Barroca del Festival de Granada. Solistas: Darío Tamayo (órgano positivo y clave), Daniel Zapico (tiorba). Director: Carlos Mena. Obras de Alessandro Scarlatti y José García Román.
Con el evocador título Spiralem tempore, que podría traducirse como Espiral en el tiempo, se ha ofrecido la cuarta matiné del Festival con la participación de la Academia Barroca del Festival de Granada, institución vinculada a los Cursos Manuel de Falla organizados dentro a las actividades de tan importante evento musical de la ciudad nazarí, que en este año cumplen su quincuagésima sexta edición, interpretando un programa en el que se ha querido recordar la figura de Alessandro Scarlatti, del que se conmemora el tercer centenario de su muerte, acompañado de tres obras del compositor granadino José García Román, que el próximo mes de octubre cumplirá su ochenta aniversario. Por un lado encontramos a una de las grandes figuras del barroco italiano y por otro a uno de los creadores musicales más relevantes de su generación en España durante las últimas seis décadas, dada su inquietud creativa distinguida por la calidad y diversidad de su personal estética.
El concierto se inició con la antífona Salve Regina en Re menor que escribiera Alessandro Scarlatti a cuatro voces el mes de febrero de 1703 en Roma, que sirvió para que conjuntara las voces el contratenor Carlos Mena que actuaba principalmente como director. Su amplia experiencia le permitió adecuar la posición de cada uno de los cantantes dentro del grupo coral que, por su cualidad de conjunto aficionado, quedó bastante equilibrado para la inmensa acústica del templo, que permite jugar con el efecto de etereidad celestial dadas sus áureas proporciones arquitectónicas.
Este aspecto pudo ser experimentado con la aparición consecuente de la música de José García Román para la que el grupo se situó en las gradas que dan acceso a su altar mayor tridentino, permitiendo así logar un más alto nivel de ubicación que favorecía la emisión y percepción de la condensada pieza coral Scire tuum nihil es… ? Contenida en el sexto número de su ciclo Parva opera cuya composición iniciara en la pasada década, inspirada en una frase que anticipa ya en el siglo primero de nuestra era la importancia de la comunicación como fuente de conocimiento: “Tu conocimiento no es nada, a menos que otro sepa que tú lo sabes”, atribuida al poeta romano Aulo Persio Flacco, supuso un rompimiento sonoro con la sacralidad barroca de Alessandro Scarlatti. Desde una primera escucha, se podría calificar como una obra de cierto misticismo minimalista que, desde su resonante claridad transmite una profunda espiritualidad al sentir del oyente.
Se volvía al músico siciliano con un motete a cinco voces, Dixit Dominus, en la que logra plasmar en estructura musical barroca la poética particular de su salmódico texto, reflejándose el arduo trabajo desarrollado por el grupo desde su complejo entramado métrico, bien desentrañado por Carlos Mena. Seguidamente se volvía a materializar la inspiración de García Román en el primer número de su ya mencionado anteriormente ciclo Parva opera, titulado Eam vir sanctus, que compuso el año 2014 sobre un texto de Lucio Anneo Floro, historiador y poeta de la época del emperador Adriano, en el que la música se pliega con enriquecedora inducción al carácter retórico del texto, referido a la santidad como cualidad que engloba todas las virtudes, produciéndose nuevamente una extraordinario contraste que desconectaba del cromatismo barroco, generándose una sensación de espacialidad sonora que sólo se puede entender, desde el punto creativo, producto del profundo entendimiento que tiene el maestro granadino de un tejido coral bien compensado y equilibrado, conocimiento adquirido en la amplia experiencia que le significó ser fundador y primer director de la Coral Ciudad de Granada hace ya más de medio siglo.
La complejidad del Miserere de Scarlatti a doble coro puso de manifiesto la interpretación más inestable del contenido del programa, implementada por la intervención del tiorba Daniel Zapico que resaltaba en demasía en su función de apoyo al bajo continuo, sustanciado desde el órgano positivo y el clave por el joven teclista y director granadino Darío Tamayo, músico de manifiesta proyección artística. Un destacado interludio del instrumento pulsado y la intervención vocal de Carlos Mena en su parte central, generó la interesante curiosidad en el auditorio que viene siendo habitual por la preciosa capacidad de vocalización del contratenor alavés.
La densa expresividad de la composición Vitam impendere vero (La vida depende de la verdad) de José García Román, basada en el texto de la cuarta sátira de Décimo Junio Juvenal y, a su vez, cuarta pieza de su ya referido ciclo coral Parva opera, que podría ser traducido por Pequeños apuntes (corales), fue ejemplo de un alto sentido musical de carácter contemplativo. Antecedía al cierre del concierto ocupado por el arriesgado Magnificat de Scarlatti a cinco voces con bajo continuo que significaba el mayor grado de exigencia contrapuntística del programa que, aún en los grupos de mayor nivel técnico-vocal necesita de una atención especial y un alargado tiempo de montaje, que se presuponían escasos para esta ocasión, dada su envergadura polifónica especialmente expansiva.
Terminaba así un concierto en el que se ha podido disfrutar de los tres estrenos absolutos de José García Román, como ejemplares esencias de su sabiduría coral, y apreciar el trabajo de montaje de Carlos Mena con las proporciones y características de un programa de sustanciosa belleza que contó con el compromiso y el entusiasmo de una decena de coralistas que supieron valorar la oportunidad que les daba el Festival de hacer música con el apoyo de los instrumentistas que les acompañaron y el saber que dimana de la personalidad artística de Carlos Mena, entendido como una autoridad más que reconocida en el repertorio barroco, que supo entrar en el bucle de la más destilada contemporaneidad musical española con esa facilidad natural de conocer este particular medio expresivo, cual es un grupo coral, en su más mínimos detalles.
Foto: Fermín Rodríguez
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