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Crítica: Alan Gilbert y la Filarmónica de Nueva York cierran temporada con la Bienal de Música Contemporánea

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Autor: Pedro J. Lapeña Rey
14 de junio de 2016

EXCELENTE COLOFÓN A LA TEMPORADA

  Por Pedro J. Lapeña Rey 
Nueva York. David Geffen Hall. 11 y 12/VI/2016. Bienal de MúsicaContemporánea de Nueva York. Orquesta Filarmónica de Nueva York (NYPO) Trombón: John Alessi. Percusión: Martin Grubinger. Violoncello: Eric Bartlett. Director musical: Alan Gilbert. Obras de William Bolcom, John Corigliano, Per Nørgård, Pierre Boulez y Steven Stucky.Aspen Music Festival and School’s Aspen Contemporary Ensemble. Tenor: Spencer Lang. Director musical: Timothy Weiss. Obras deSteven Stucky y Esa-Pekka Salonen.

   A falta de los populares conciertos al aire libre,que se celebrarán en los próximos días en diversos parques de los cinco distritos neoyorkinos, la temporada regular de la Orquesta Filarmónica de Nueva York terminó este sábado con el concierto final de la Bienal de Música Contemporánea. Este festival, proyecto personal de su actual director musical, Alan Gilbert, ha cumplido su segunda edición y no sabemos si será o no la última. El director neoyorkino abandonará la titularidad al final de la próxima temporada, y la próxima bienal debe ser en la siguiente. Ojalá continúe porque el nivel artístico alcanzado ha sido sobresaliente y es un logro que no se debe perder.

   La bienal presenta actividades en diversos escenarios de la ciudad e invita a otros conjuntos musicales a sumarse al mismo. En esta edición han sido más de 15 conciertos, además del festival de música electroacústica y del estreno escenificado en EE.UU. de la ópera “La importancia de llamarse Ernesto”, del compositor irlandés Gerald Barry, basado en la obra homónima de Oscar Wilde y programada con bastante éxito en Nancy y Londres tras su estreno en versión de concierto en Los Angeles en 2011.

   Este viernes y sábado fueron los conciertos finales. El del viernes fue una auténtica fiesta. En la primera parte, pudimos ver el estreno mundial del Concierto para trombón del compositor de Seattle, William Bolcom. A sus 78 años y tras una larga carrera que incluye ocho sinfonías, mucha música de cámara, innumerables canciones, tres óperas y hasta la zarzuela “Lucrezia”, su lenguaje musical es fresco, impactante y actual. Alejado de la escuela de Viena, sus influencias van más por la estela de sus maestros Darius Milhaud y Olivier Messiaen, y de sus grandes insfluencias, Charles Ives y George Gershwin. El concierto presenta una estructura clásica impecable, con un primer movimiento cuasi místico y solemne (imposible no recordar “La pregunta sin respuesta” de Ives), un segundo lento, heredero del swing y del rythm-and-blues, con juegos continuos del trombón con el resto de los metales y ritmos sugerentes, y un tercero que es un auténtico “tour de force” donde exprime todas las posibilidades técnicas del instrumento. Joseph Alessi, trombón solista de la orquesta dio una auténtica lección no solo de dominio técnico del instrumento, sino de exquisita musicalidad y conocimiento del estilo. La carrera de esta obra no terminará en esta bienal, sino que entrará por la puerta grande en la próxima temporada de la NYPO, en cuatro conciertos navideños que compartirá con Wynton Marsalis.

   Tras el descanso, fue el turno del “Concierto para percusión, orquesta de cuerda y metales” del neoyorquino John Corigliano. Compuesto en 2007 para la percusionista escocesa Evelyn Gleenie, el compositor explicó lo complejo que había sido el plantearse un concierto con tantos instrumentos solistas, sobre todo cuando lo habitual es encontrarse con piezas en que escuchas muchos instrumentos de percusión, pero en donde la línea melódica sigue siendo tarea de la orquesta. Lo resuelve agrupándolos en tres grupos:madera, metal y membrana. En el primer movimiento,“madera” son los xilófonos, la marimba y el vibráfono los que toman la acción. En el segundo, “metal”, ésta pasa sobre todo al gong y a la campana tubular, para terminar el tercero, “membrana” con los timbales, la batería o los bongos. En todos ellos, se comienza con una cadenza del instrumento solista que genera la melodía, a partir de la cual se va sumando en primer lugar la orquesta de cuerda y posteriormente los metales.  El joven percusionista austriaco, Martin Grubinger, fue un perfecto solista desde el punto de vista técnico, dando más valor a la parte musical que a la estética, tan habitual en otros solistas de percusión.  En esto siempre nos viene a la memoria la imponente presencia de Juanjo Guillem en el estreno del “Water concerto” de Tan Dum con la ONE, en 2006.

   La jornada del sábado comenzó pronto, con un concierto de cámara del Aspen Music Festival and School’s Aspen Contemporary Ensemble. El conjunto formado en el prestigioso Festival veraniego de Aspen, Colorado, dio prueba de un alto nivel técnico, sobre todo teniendo en cuenta la juventud de sus miembros. La primera obra, “Las estrellas y las rosas” de Steven Stucky es un conjunto de tres canciones, sobre poemas del escritor polaco Czeslaw Milosz, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1980. Traducidas al inglés por el propio autor, están compuestas para tenor y grupo de cámara. La influencia de Benjamin Britten es evidente, y fueron cantadas con gusto por el joven tenor Spencer Lang.

   A continuación, se interpretó “Catch and release”, pieza del director y compositor finlandés Esa-Pekka Salonen. La obra, estrenada en 2006, crea sonoridades muy concretas, bastante secas y con pocas resonancias. Hubo algunos fallos de ajuste entre instrumentos, pero la interpretación general fue buena. El concierto iba a ser dirigido por Steven Stucky, pero lamentablemente, falleció el pasado febrero. El director Timothy Weiss se hizo cargo del mismo dando adecuadas interpretaciones.

   El concierto final se programó en su segunda parte como una suerte de homenaje a dos personalidades estrechamente relacionadas con la orquesta y que han fallecido este año. El propio Steven Stucky y su director titular en los años 70, Pierre Boulez. En la primera se dio el estreno americano de la “Sinfonía n°8” del veterano compositor danés Per Norgard. Solo conocía de él su “Concierto para violín, Noche clara” que editó en cd hace unos años el sello Chandos, y ésta es la primera vez que oigo una obra en vivo de él. En ella, crea un universo sonoro absorbente, muy atractivo, casi hipnótico. Su juego de contraposiciones entre escalas ascendentes y descendentes te hace “viajar” por la partitura y su dominio de los cuartos de tono, en momentos concretos de su tercer movimiento, crea sonoridades intrigantes.

   La segunda parte comenzó con“Messagesquisse”, compuesta para violonchelo solista y 6 violonchelos por Pierre Boulez en 1977. Dedicada al director y mecenas suizo Paul Sacher, tuvo una excelente interpretación por parte del solista Eric Bartlett y otros seis miembros de la secciónde violonchelos de la orquesta.

   El fin de fiesta, fue el “Segundo concierto para orquesta” de Steven Stucky. Encargada y estrenada por Esa-PekkaSalonen con su Orquesta de Los Angeles en 2004, la partitura desprende energía y una claridad de ideas refinada y elegante, que permite exprimir a todas las secciones de la orquesta. Es impactante, con melodías atractivas que derivan en un universo sonoro fascinante.

   Las interpretaciones orquestales fueron de primera y es asombroso como han sido capaces de enfrentarse a cuatro obras (cinco contando la de Boulez) tan complejas, distintas y novedosas en solo 24 horas. El público respondió con entusiasmo inusitado en este tipo de repertorio, pero raras veces es posible aunar partituras de este nivel, y una orquesta del nivel de la NYPO. Enorme el trabajo de los músicos, y desde aquí mi más sincero reconocimiento a la figura de Alan Gilbert, quien en este tipo de repertorio se crece a un nivel difícilmente alcanzable.  

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