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«Es el capitán Alfredo Kraus». Por Gianluca Moro, tenor.

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Autor: Codalario
21 de mayo de 2020

Y es el Capitán Alfredo Kraus...

Por Gianluca Moro, tenor.

   «Je crois entendre encore, caché sous les palmiers, sa voix tendre et sonore comme un chant de ramiers!»

   Una tarde amable y sencilla como tantas otras, una típica tarde italiana, con su café y su punto de relajación desinhibida… Éste era el escenario y trasfondo ideal para algo extraordinario que, tarde o temprano y con perfecto equilibrio, pasaría por delante de todo a situarse en primera fila.

   Ese manantial actual nuestro que es YouTube me permitió escuchar por primera vez estas palabras, cantadas y emitidas con tal embrujo y encanto como para tener la virtud de parar el tiempo y convertir al oyente en un esclavo postrado a sus pies. Era la linea vocal de Alfredo Kraus en Les pêcheurs de perles (Los pescadores de perlas, Bizet) quien dictaba las reglas del juego y quien mantenía imperturbable el timón del barco siempre consciente de la dirección a seguir. Ni un error, ni un paso en falso, manos firmes agarrando el timón y viento a favor.


   En la imaginación de nosotros «los más pequeños» éste era Alfredo Kraus, gran maestro y capitán en un contexto musical y canoro que todavía no ha designado el heredero del inmenso patrimonio que nos dejó. Se fue en el ya lejano 1999 pero no ha dejado de vivir, de estar presente musicalmente hablando, de donar con generosidad inmensa su arte quintaesenciado de «First Class»: el legado que nos deja es digno de tal nombre, un cofre repleto de emociones y conceptos, cual juego de colores que nunca desvancen.

   Aunque en opinión de muchas personas su timbre no fuera excesivamente fascinante, con ocasionales nasalidades incluso en sus mejores prestaciones, observamos una voz de notabilísima extensión manejada y controlada con una técnica más que excepcional,  madurada y mejor administrada a lo largo de los años y con el añadido de un talento intelectual ciertamente fuera de lo común.

   Lo primero que llama la atención es el manejo de la respiración (el famoso control del fiato), punto clave para todo estudiante de canto que se precie y decida zambullirse en esta jungla artística que es la música vocal. La belleza se manifiesta en todo su esplendor escuchando ese fraseo, esa emisión firme y precisa en toda la gama, ese sonido magistralmente esculpido tangible y real nota tras nota cual hilo de perlas, notas que unidas entre sí producen indiscutiblemente una relación musical única y que uno nunca pudiera haber imaginado oir. El canto es un arte, al igual que lo es conocer y saber gestionar el propio cuerpo, medio e instrumento único de potencial infinito para nosotros los amantes de la voz. Cantar es arte pero es también ciencia, es poesía pero también artificio, es mente pero también cuerpo. Una correlación de diversos factores que madura con el paso del tiempo; a quien logra descubrir el secreto de la relación entre los elementos que lo configuran le es otorgado el pasaporte de la longevidad vocal y de la emisión sana y fresca, lozanía que perdura a pesar del paso de los años.


   Kraus era precisamente esto, un digno aliado de la inmortalidad con la que firmó un pacto que ha trascendido llegando hasta nosotros. Al igual que nosotros «estudiantes de por vida» de un arte que no perdona, también él libró y venció sus batallas. ¡Qué fabulosa herencia nos deja, qué suerte para mí y para todos nosotros poder captar, simplemente escuchándole, el modo con que resuelve un pasaje complicado o una frase compleja técnicamente y cómo se va desenredando esa madeja de la manera más natural y espontánea! Nos corresponde la tarea de extraer lo necesario para nuestro crecimiento, porque precisamente se trata de esto, única y exclusivamente del crecimiento intelectual.

   Alfredo Kraus es una guía, al igual que muchos otros, Luciano Pavarotti o Tito Schipa por citar algunos. Cada uno de nosotros encuentra en estas figuras del pasado los referentes que permiten proyectarnos hacia un futuro que debe construirse y pensarse sin desestimar ni restringir lo que pueda «atraparnos» por muy increible que pueda parecernos.

   Todos somos herederos potenciales de un patrimonio que nos ha sido otorgado gratuitamente y depende de nosotros descubrir el secreto de la inmortalidad. Atentos y dispuestos a escuchar y a expresarnos, de la mano de la guía que mejor se adapte a nuestra voz, a nuestra alma y a las tradiciones artísticas. Para mí esto es el capitán Kraus: una guía, un faro de luz de intensa claridad al servicio del mágico arte del canto,  colmado de secretos que por supuesto coinciden con los  guardados celosamente en nuestro inconsciente.

   Como él, como tú, como cada uno de nosotros, yo sólo soy una voz, digna ciertamente, de sus propios matices.

Texto original en italiano. Traducción de Jordi Pujal:

E’ il Capitano Alfredo Kraus

   ‘Je crois entendre encore, caché sous les palmiers, sa voix tendre et sonore comme un chant de ramier !’

   Un pomeriggio leggero e sincero come tanti, un classico pomeriggio italiano, che sa di caffè e spensieratezza… era questa l’atmosfera che faceva da sfondo a ciò che, presto o tardi, avrebbe preso con perfetto equilibrio il sopravvento su ogni altra cosa.

   Da quella fonte oramai nostra che è YouTube, ascoltai per la prima volta queste parole, cantate, emesse con garbo e fascino tale da avere con sé il dono di bloccare il tempo e renderlo uno schiavo prostrato ai suoi piedi. Era la linea vocale di Alfredo Kraus ne “Les pêcheurs de perles” (I Pescatori di Perle, Bizet) che dettava le regole del gioco, che teneva ben saldo il timone della nave sempre conscio della direzione che avrebbe dovuto prendere. Non un errore, non un passo falso, mani salde al timone e vento a favore.

   Nell’immaginario di noi “piccoli” questo era Alfredo Kraus, grande Maestro e Capitano di un contesto musicale e canoro che ancora non ha designato l’erede dell’ immenso tesoro che ci ha lasciato. Lui se ne andò nell’ormai lontano 1999, ma non ha smesso di vivere, di essere presente musicalmente parlando, di elargire con immensa generosità la sua preziosa arte da “First Class”: ci lascia un patrimonio degno di tale nome, un forziere di emozioni e nozioni, quel gioco di colori che mai si spengono.


   Sebbene a detta di molti non fosse dotato di un timbro eccessivamente affascinante, con punte di naso che qua e là facevano capolino anche nella sue migliori prestazioni, ci rimane una voce dall’estensione notevole e gestita con un controllo più che eccelso, maturato negli anni e ben organizzato non a caso da una dote intellettuale certamente sopra le righe.

   Ciò che salta all’occhio, anzi all’udito per meglio dire, è in primis la gestione del fiato, punto cruciale per tutti gli studenti di canto che si affacciano in questa giungla di arte che è la musica vocale. La bellezza che si rivela nell’ascoltare quel fraseggio, quell’emissione centellinata al millilitro, quel suono che si fa tangibile e reale nota dopo nota come un fil di perle, che legate l’una all’altra producono un’indiscutibile relazione musicale degna dell’inimmaginabile. E’ un’arte quella del canto, così come lo è quella della conoscenza e gestione del corpo, mezzo e strumento unico di infinita potenza per noi cultori della voce. Il canto è arte ma è anche scienza, è poesia ma è anche artificio, è mente così come è anche corpo. E’ una relazione tra più fattori che matura negli anni e a chi scopre il segreto della relazione tra gli elementi che lo creano viene conferito il passaporto di longevità vocale, di freschezza nell’emissione che dura nonostante l’età che avanza.

   Kraus era anche questo, un degno alleato dell’immortalità con cui ha stretto un patto a noi noto.

   Come tutti noi “studenti a vita” di un’arte che non perdona, anche lui ha avuto e vinto le sue battaglie . Che eredità ci lascia, che fortuna per me e per noi poter captare solo all’ascolto il modo in cui risolve un passaggio complicato, una frase tecnicamente complessa ma che si sgroviglia nella naturalezza più prorompente. A noi il compito di trarne ciò che è necessario per la nostra crescita, perché di questo si tratta, sempre e solo della crescita intellettuale.

   Alfredo Kraus è una guida, lo sono anche tanti altri al suo pari, Luciano Pavarotti o Tito Schipa per citarne qualcuno, ma ognuno di noi trova in queste figure del passato ciò che può proiettarci verso il nostro di futuro, che va costruito e pensato senza concedere alcuna restrizione all’incredibile.


   Siamo tutti potenziali eredi di un patrimonio che ci è concesso gratuitamente, una volta tanto, ma sta a noi scoprire il segreto dell’immortaltà.

   Tutti quanti seduti ad ascoltare e a dare voce, con la guida che più si confà alla nostra voce, alla nostra anima e alle perdizioni artistiche.

   Questo per me è il Capitano Kraus: una guida, una luce di chiarificazione della magica arte del canto, colma di segreti che collimano con gli stessi segreti che custodiamo nel nostro inconscio.

   Come lui, come te, come ognuno di noi, io sono solo una voce, ma certamente degna delle proprie sfumature.

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