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Crítica: Ana Vidovic en el Auditorio Nacional para La Filarmónica

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Autor: Raúl Chamorro Mena
27 de noviembre de 2022

Crítica de Raúl Chamorro Mena del recital de la guitarrista Ana Vidovic en el Auditorio Nacional de Madrid para La Filarmónica

Ana Vidovic en el Auditorio Nacional para La Filarmónica

La virtuosa guitarra de Ana Vidovic

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 24-XI-2022, Auditorio Nacional -Sala de cámara. Ciclo La Filarmónica. Ana Vidovic, recital de guitarra. Obras de Johann Sebastian Bach, Fernando Sor, Joaquín Rodrigo, Isaac Albéniz, Francisco Tárrega, Agustín Barrios, Domenico Scarlatti, Leo Brower y Stanley Myers. 

   La guitarra, no en vano llamada española, es el instrumento por antonomasia de la música española y además de protagonizar alguna de mejores y más interpretadas obras del repertorio español ha alumbrado también, a algunos de los más grandes y prestigiosos intérpretes de nuestra música. 

   Nombres señeros como Regino Sáinz de la Maza, Daniel Fortea, Narciso Yepes, Renata Tarragó…, capitaneados por el gran Andrés Segovia, dotaron de nuevo esplendor a la guitarra, sacándola de la esfera del flamenco, donde había quedado confinada dado el arrumbamiento al que se vio sometida durante el siglo XIX y llevándola a la sala de concierto. Como bien explica David Puertas en su artículo del programa de mano, la guitarra, que había florecido en el siglo XVIII como instrumento de salón, quedó apartada de los grandes auditorios decimonónicos. 

   La croata Ana Vidovic lleva ya unos años paseando su arte con la guitarra por todo el Mundo. No hay nada más Universal y que diluye las fronteras que la música. Una artista nacida en Croacia dota de esplendor al instrumento más español, interpreta nuestra música por todo el Mundo e, incluso, ha grabado la integral de las composiciones para guitarra de Federico Moreno Torroba. 

   La sala de cámara del Auditorio Nacional resulta ideal para un recital de guitarra, pues se supera el eterno problema de los grandes auditorios ante los que se debe enfrentar el limitado espectro sonoro del instrumento, por lo que tantas veces se recurre a la amplificación. No fue necesaria, afortunadamente, en la coqueta sala de cámara del recinto situado en la Calle Príncipe de Vergara, en la que compareció la guitarrista dentro del ciclo La Filarmónica. Su espléndido sonido se expandió nítido y franco.  

   La transcripción para guitarra por parte de Valter Despalj de la Suite para violonchelo número 1 de Johann Sebastian Bach abrió programa y fue perfecto vehículo para apreciar el sonido bellísimo, terso, aquilatado, muy cuidado de la guitarra de Vidovic, así como de su honda musicalidad, demostrando, asimismo, como la sonoridad de la guitarra, efectivamente, se acerca más al fraseo del clavicémbalo. La pieza Introducción y variaciones sobre un tema de Mozart -procedente de la ópera La flauta mágica- de Fernando Sor (1778-1839) -llamado el Beethoven de la guitarra- fue traducida con proverbial elegancia y una gran gama dinámica por la croata, que a continuación, comunicó al público un cambio en el programa. En lugar del Capricho diabólico de Mario Castelnuovo-Tedesco, Vidovic afirmó que no podía actuar en España sin tocar el Concierto de Aranjuez aunque no dispusiera de orquesta. De tal modo, Vidovic ofreció el maravilloso adagio de la inmortal obra de Rodrigo y logró que no echáramos de menos el corno inglés, dado el vuelo que confirió a la memorable melodía, además de demostrar un alto grado de virtuosismo en los pasajes más exigentes. Siempre con concentración y elegancia, sin excesos. La primera parte terminó con dos hermosísimas piezas de la Suite española op. 47 de Albéniz, Asturias y Granada, igual de famosas o más en su transcripción para guitarra que en su original escritura para piano. Vidovic expuso los acentos propios del nacionalismo musical español presentes en estas piezas, los adornos surgieron limpios y plenos de gusto y los arabescos de raíz flamenca y morisca de Granada se engarzaron con naturalidad apoyados en el caudaloso fondo musical y acrisolada técnica de la Vidovic. 

   Continuó la música española en el comienzo de la segunda parte, esta vez con cuatro piezas de Francisco Tárrega (1852-1909), compositor fundamental para la evolución del instrumento y el desarrollo de la técnica de la guitarra clásica. Luminoso y mágico como el monumento que evoca, se expandió por la sala Recuerdos de la Alhambra; genuinos de color y sabor andaluz con raiz morisca resultaron, tanto el fabuloso Capricho árabe como la danza mora. Sencillez y naturalidad presidieron Lágrima

   A continuación, la Vidovic derrochó elegancia, fraseo medido y sentido de la mesura en tres de las muchas sonatas escritas por Domenico Scarlatti (1685-1757) para guitarra, concretamente las Kirkpatrick 213 L.108, K.1 L.366 y K. 322 L.483.

   La Catedral del compositor paraguayo Agustín Barrios Mangoré (1885-1944) emergió llena de capillas en forma de nuances -espléndido el allegro solemne, de rutilante virtuosismo- en la interpretación de la guitarrista croata, que concluyó el programa con la bellísima Un día de noviembre del brasileño Leo Brouwer (1939), que fue una especie de culminación del sonido transparente y áureo, así como de la naturalidad, refinamiento, honda musicalidad y fraseo bien trabajado de la virtuosa artista croata.

   Después de un programa largo y completo, Ana Vidovic ofreció como única propina Cavatina de Stanley Myers, que todos recordamos de la banda sonora de la película El cazador (1978) de Michael Cimino. 

Foto: Mario Wurzburger

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