CODALARIO, la Revista de Música Clásica
Está viendo:

ANDREA GONZÁLEZ CABALLERO: «Deseo salirme de los cánones previstos para un guitarrista solista»

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp
Autor: Agustín Achúcarro
11 de marzo de 2021

ANDREA GONZÁLEZ CABALLERO: «Deseo salirme de los cánones previstos para un guitarrista solista»

Una entrevista de Agustín Achúcarro

Andrea González Caballero pertenece a una generación de guitarristas que irrumpe con fuerza. Galardonada en diversos certámenes incluyendo el primer Premio en el XIII Concurso Internacional de Guitarra Alhambra, en el que ha sido la intérprete más joven en conseguirlo, y el Primer Premio en el XL Concurso Internacional Fernando Sor en Roma. Una intérprete que basa su arte en un minucioso estudio y en una musicalidad  profunda. Le gusta sumergirse en nuevas experiencias y sacar las oportunas conclusiones que le hagan crecer como artista.  Actualmente realiza un  doctorado en Miami, y desde allí contesta a las preguntas de esta entrevista.

¿Por qué eligió la guitarra?

Mi madre es guitarrista, profesora de guitarra en la Escuela de Música de Eibar, que es de donde soy, y creo que al ser un instrumento que siempre ha estado en casa, desde que yo era pequeña, eso me creó una curiosidad. Y de ahí pase a querer ver cómo funcionaba y no solamente escuchar.

¿Y cómo se ha desarrollado su carrera vista desde la perspectiva de las diferentes guitarras que ha tenido?

Creo recordar que la primera guitarra que tuve, que me la regaló mi abuelo, era una Admira de un tamaño cadete, pues yo tenía seis o siete años. Eso duró unos meses y en seguida tomó el relevo la guitarra con la que estudió mi madre, que era una Paco Marín, del año 1979, ahora una reliquia. Con ella participé en mi primer concurso y me duró unos cinco años, hasta los doce. En ese momento cambié a otra guitarra de Paco Marín, por lo que puedo decir que empecé con una guitarra española de un luthier de Granada. Con la Paco Marín 30 aniversario hice la mayoría de mis estudios. Después he tenido un par de guitarras de un constructor argentino que se llama Fernando Mazza, y cuya construcción es totalmente diferente a las de Marín. Digamos que tienen un sonido no tan tradicional como la guitarra española, que está más enfocada hacia el volumen y en la proyección del sonido que en el color. Es otra técnica. De hecho he ido buscando las guitarras en función de cómo evolucionaba mi técnica. También toco una Alhambra Vilaplana, de hecho colaboro con ellos, (ganó el primer Premio en el XIII Concurso Internacional de Guitarra Alhambra), y mi disco (del 2017 para Naxos) se grabó con esa guitarra, que ha convivido con la Mazza.

Contenido bloqueado por la configuración de cookies.


¿Qué busca, pues, en las guitarras?

Cuando empecé a tocar más conciertos, sentía que me encontraba bien con bien aquel instrumento en el que el mensaje que yo mandaba le estaba llegando al espectador. Que proyectaba bien lo que yo quería. Sabemos que la guitarra es bastante íntima y exponerla en un teatro implica que hay que abrir el instrumento para que la audiencia pueda ser partícipe de lo que tocas. Me gusta una guitarra que sea versátil, que se adapte a los cambios de timbre, color o volumen de manera fácil, que reciba bien las indicaciones que yo le quiera dar.

¿Tiene, entonces, una relación muy personal con los instrumentos?

Sí, sobre todo en el día a día, cuando estudio. Lo difícil es conseguir que esa relación se pueda reflejar en el escenario ante el público. Que con espectadores no se pierda esa relación entre el intérprete y el instrumento.

Ha entrado recientemente en la Agencia Artística Diamond Artists ¿De qué forma piensa que este paso va a influir en su carrera?

Creo que siempre es una ayuda el formar parte de un equipo, pues la vida del intérprete es solitaria y se basa en un trabajo muy individualista, muy cerrado en una misma. Así que el formar parte  de una agencia ayuda a interactuar con gente que quieren recorrer un mismo camino, lo que te permite alcanzar objetivos, que por uno mismo no se podría. Ellos tienen contactos y una información muy profesional de cómo gestionar la carrera de un músico, lo que provoca en mi carrera un avance.

¿Y no podría limitar la libertad del intérprete?

Espero que no, porque una vez que se mantiene la idea de trabajar en conjunto ambos entendemos lo que uno espera del otro. Lo veo como una cooperación que lejos de limitarte produce el efecto contrario, pues aporta mucho. Sobre todo si desde un principio se dejan las cosas muy claras.

«La vida del interprete es solitaria y se basa en un trabajo muy individualista, muy cerrado en una misma»


Usted estudia actualmente un “Graduate Performance Diploma” en la Universidad Johns Hopkins Instituto Peabody de EE. UU ¿Cómo compagina el estudio con los conciertos?

Bueno, ahora vivo una situación muy excepcional, por la Covid-19. El día  a día del doctorado que estoy haciendo en la Universidad de Miami me permite pasar más tiempo centrada en una sola cosa. Con los conciertos y los viajes todo es más complicado, aunque eso es algo que hago desde pequeña. Empecé a viajar a Alemania para estudiar a los doce años, así que siempre he tenido que llevar esas dos cosas a la vez. Para mí compaginar el lado académico con el de intérprete es una cuestión de organización. Se trata de trabajar mucho, por lo que no hay ningún secreto al respecto.

¿Con esa vida desde muy joven cómo se equilibra la relación familiar con la profesional?

No tengo un recuerdo de que esto fuera un problema, pues cuando era pequeña en mis viajes me acompañaba mi madre. Es verdad que cuando cumplí los diecisiete años he vivido sola e independiente, pues mi familia se quedó en Eibar. Pero ya he dicho que no me resultó problemático, quizá porque aunque no los haya tenido conmigo en el día a día sí que me han apoyado desde el principio. No es menos cierto que cuando eres muy joven y quieres ir a estudiar a Alemania, eso es para ti lo número uno y se da por sentado que la familia va a estar ahí. Luego, con el paso de los años, se van cambiando las prioridades. Pero, vamos, no he sentido un vacío, y la verdad es que siempre que mi familia ha podido ha viajado para estar junto a mí.

Cuando se toma una decisión de volcarse en una carrera como la suya a qué cree que se renuncia y por qué merece la pena

Cada uno habrá vivido esta experiencia de forma totalmente diferente. Yo desde pequeña no he sentido que me he perdido pasos que tenía que haber dado por estar con la guitarra, sino que ella me ha acompañado en mi desarrollo. Creo que no era algo que acaparase toda mi vida, sino que era complementario. No puedo decir que haya tenido que renunciar a alguna cosa, aunque sea verdad que el compaginar la vida de una niña  con viajar para recibir tus clases de guitarra implica más trabajo, pero lo admitía con gusto. Y los momentos en que se me hacía cuesta arriba eran muy concretos.


¿Por qué se fue a Alemania y ahora está en EE. UU.?

La decisión vino motivada por el profesor Joaquín Clerch, que conocí en un curso que daba en Cartagena y me dio algunas clases magistrales. Entonces surgió la posibilidad de tener un contacto más continuo y poder trabajar con él en Alemania. Y con respecto a EE.UU. ocurrió algo parecido. Conocí al maestro Manuel Barrueco en Alicante, me dio clases, y surgió la oportunidad de seguir estudiando junto a él. Entonces pensé que era el momento de probar un cambio tan drástico como era el de irse de Europa a EE. UU..

¿En qué ha notado ese cambio?

Aparte del tipo de vida, con respecto a la guitarra la forma en la que funcionan las Universidades en este país. Para mí ha sido algo nuevo, diferente, en el que ves que la música está incorporada a las universidades de manera oficial, que no está separada del resto de los estudios académicos. Al principio me supuso un shock.

Me ha llamado la atención la velocidad con la que funcionan las cosas. Si tú quieres hacer algo, tienes una idea, se te acoge muy rápido y te dejan expresarte. Esto te da la posibilidad de hacer muchas cosas.

¿Cómo es un día tipo en su vida en EE. UU.?

Me levanto sobre las siete de la mañana y me gusta hacer un plan de día, que escribo la noche anterior, dividiéndolo por horas, pues al margen de las clases, los ensayos y los conciertos son libres. Me planteo metas diarias y creo que el programarlo es algo eficiente. Compagino el estudio  de la guitarra con las clases que tengo en la universidad y el trabajo que nos mandan, pues un doctorado te exige más lecturas, más tiempo dedicado a ello.

¿Cuantas veces hay que repetir un pasaje para llegar a dominarlo?

No puedo decir un número exacto, pero lo que sí puedo decir es que intento hacerlo el menor número de veces, pues lo importante es tener una estrategia de cómo estudiar ese pasaje. Lo más importante es conocer las razones de las dificultades que podemos tener y de ahí poder manejar el pasaje. No por mucho repetir podremos tener la solución.

Contenido bloqueado por la configuración de cookies.

«Lo más importante es conocer las razones de las dificultades que podemos tener y de ahí poder manejar el pasaje. No por mucho repetir podremos tener la solución».


¿Le importa que cuando se pondera su valía como guitarrista se acompañe del hecho de que es usted joven?

No me importa, pues no lo veo como algo positivo o negativo. Supongo que algún día dejaran de decir que soy joven, es parte del proceso. Se trata de señalar que algo es novedoso frente a los intérpretes con una carrera de muchísimos años.

¿Cómo se plantea su futuro inmediato?

La Covid-19 me ha quitado muchos planes de la cabeza. A corto plazo lo importante es que estoy muy contenta de poder terminar el primer año de doctorado, con las dificultades que ha habido, porque en verano era todo tan incierto que no sabía que iba a pasar, si iba a tener que regresar a España.  

En cuanto al mundo laboral he visto que lo que tenía cerrado de cara a un año ahora no te lo pueden asegurar, porque no saben lo que va a pasar. Así que me planteo trabajos a más corto plazo, cada tres o cuatro meses. Lo que voy a realizar de momento es on line, ya sean conciertos o clases magistrales. No será hasta verano cuando tenga conciertos presenciales, en directo. Pero todo lo digo con mucha precaución y sabiendo que en las actuales circunstancias no se puede hacer planes a largo plazo.

Usted ha dicho que se fue a Alemania y luego a EE.UU por los profesores ¿Hasta qué punto sigue sus enseñanzas?

Aunque es complicado, he tenido mucha suerte con los profesores pues me han dado mucha libertad a la hora de decidir la forma de tocar. Me han dejado libertad incluso aunque pensaran que me estaba equivocando, porque entendieron que era parte del proceso de aprendizaje. Depende mucho de la relación entre profesor y alumno. Yo creo que un buen maestro es el que deja desarrollar el carácter del alumno y evita imponer algo.

¿Cómo procesa las enseñanzas que recibe?

Estoy a favor de escuchar lo que te están diciendo, y luego seguro que el 100% de las cosas quizá no te sirvan, y al final el filtro se realiza a través de tu forma de pensar, de tu experiencia. En escuchar y analizar está la habilidad de procesar lo que te enseñan.

«Un buen maestro es el que deja desarrollar el carácter del alumno y evita imponer algo»

Contenido bloqueado por la configuración de cookies.


¿Qué aspiraciones tiene como guitarrista?

Siempre se nos han educado en llegar a alcanzar la perfección, y ahora estoy en un momento en el que necesito parar un poco y centrarme más en el estudio interior y preguntarme qué es lo que me gusta. Pondré un ejemplo: recientemente se ha estrenado la película No Man´s Land, en la que he participado grabando la banda sonora y colaborando en la creación de la música. No era un proyecto que tuviera en mente y he descubierto que tenía una faceta que desconocía, como es el hecho de poder combinar la música con el cine y la imagen. Me dieron una base y a partir de ahí yo hice la melodía. Y cosas como esta hacen que no me cierre puertas.

También deseo trabajar con compositores e interactuar con ellos. No sé, estoy convencida que deseo abrirme campos en los próximos años y no centrarme solamente en lo que he estado haciendo hasta ahora.

¿Cómo ha vivido esa experiencia en el mundo del cine?

Me sorprendió mucho, pues a la hora de grabar yo pensaba que iba a ir todo muy cuadrado, cuando en realidad la sensación que tenía que dar era todo lo contrario. En esta película todo era libre, pues aunque tuviera que empezar en un punto y terminar en otro el camino de en medio podía llevarlo por diferentes lugares. Es una película cuyo argumento trata sobre el conflicto fronterizo entre EE. UU. y México.

Entonces, en qué desea centrarse en un futuro

Hasta ahora he vivido lo que es el mundo académico y cómo se siguen unos patrones sobre la manera en la que se desarrolla la carrera de un guitarrista clásico. De cara al futuro veo que se pueden hacer otras cosas, como me ocurrió en la película que he citado. Deseo salirme de los cánones previstos para un guitarrista solista.

A la hora de confeccionar un programa de un recital ¿cómo prefiere hacerlo?

Depende, hay diferentes tipos. Me gusta que tenga un sentido.  Por ejemplo, si tengo que hacer uno de música española quiero ver las obras que voy a escoger y cuál es su formato. Si lo dedico a músicos contemporáneos prefiero hacer un programa que tenga un sentido, que posea detrás una historia interesante.

«Deseo trabajar con compositores e interactuar con ellos».


¿Qué opina  de la amplificación del sonido de la guitarra cuando se toca con orquesta?

Es complicado. Pienso que depende de la sala, de la orquesta y del intérprete. Nunca está de más un poco de amplificación, pero hay que hacerlo con mucho cuidado. Creo que amplificar algo ayuda, y evita el que se esté continuamente luchando con la idea de si lo estarán escuchando como yo quiero. Por tanto, soy partidaria de algo de amplificación pero siempre que se haga de una manera muy profesional, que no repercuta de forma negativa.  

Daniel Barenboim afirmó un día que siempre se pregunta a los músicos sobre las dificultades y poco por las satisfacciones

Tenemos la suerte de que el trabajo que hacemos nos gusta, pero la satisfacción que me produce radica en ver que algo a lo que pones tu pasión, tu cariño, tu tiempo, también es algo que se puede compartir con los demás y que de igual manera que tú lo disfrutan. Incluso, no sabes cómo puede influir en los demás de forma positiva hasta que no vas a un concierto y lo compruebas. Bajas del escenario y te das cuenta de que lo que tú has puesto ha llegado al público y eso compensa todas las horas que pasas sola estudiando o esos días que pesan un poco.

¿Cómo valora la evolución que se ha experimentado en las composiciones para guitarra?

Pienso que casi todo está ya inventado y que luego depende en la forma en que los compositores actuales lo deseen combinar; cuanto de sal y de pimienta quieran echar en las composiciones que hacen.  

Recientemente he tenido que estrenar alguna obra actual y no he visto que incorporaran cosas que no haya encontrado anteriormente. Me he encontrado con obras que perfectamente podrían haber sido escritas hace cincuenta años. No aprecio una tendencia clara en relación hacia dónde se dirige la composición en el siglo XXI para la guitarra.

Háblenos de su relación con los compositores cuando estrena una obra suya.

Me gusta mucho, es otra de las cosas que he descubierto en el último año y que desearía abordar más. Yo tenía una perspectiva en virtud de la que, cuando cogía una partitura, por ejemplo del siglo XIX, debía ceñirme al máximo a lo que el autor quería. Y lo que me he encontrado al trabajar con los compositores actuales es una situación de bastante libertad, en la que se escucha al intérprete y se le pregunta por cómo piensa que suena mejor. Mi relación con ellos se basa en la conversación, no en una mera fórmula en la que les devuelves lo que está escrito en una partitura. Se trabaja en conjunto y eso me ha gustado mucho.

¿Cuáles son para usted las ventajas que ofrecen el directo y las grabaciones?

Ahora mismo echo mucho de menos el directo. En el escenario, aunque haya un silencio absoluto, sientes a la gente y está esa sensación de compartir la música. Cuando he tenido que realizar un concierto on line, por la Covid-19, me he dado cuenta que no tiene nada que ver. En directo se premia la actitud, la fuerza y la comunicación.

En las grabaciones puedes alcanzar la perfección  y llegar a cosas que tienes en tu cabeza, que son detalles insospechados a priori. Es evidente que ambas cosas tienen su parte buena, aunque yo me quedo con el directo.

«Soy partidaria de algo de amplificación pero siempre que se haga de una manera muy profesional, que no repercuta de forma negativa».  


¿Es muy estricta consigo misma tras analizar cómo ha estado en un concierto?

Siempre. Antes y después. Antes están las expectativas. Yo soy una persona que me entrego, que intento dar todo lo que tengo, que busca poder decir que he hecho lo máximo que podía hacer y que no me he quedado nada dentro. Y después hago el análisis sobre si he cumplido con lo que tenía en la cabeza. Si resulta que no ha sido así, analizo el por qué, para descubrirlo y poder aplicarlo la próxima vez que suba a un escenario. También soy consciente de que no hay que ser muy crítica con una misma, pues puede ser dañino. Antes me comía más la cabeza, pero creo que la experiencia ayuda y se aprende a poner el freno y decir hasta aquí hemos llegado. He aprendido que los errores, los días que no salen las cosas tan bien como una quisiera, no es algo tan importante y que es necesario tener una perspectiva de lo que estás haciendo y ponerlo en contexto.

Y si las cosas salen bien…

Controlo la euforia bastante, pues creo que tengo una relación natural con ese hecho. Sí, lo disfruto, me gusta sentir que ha sido positiva la relación con el público, pero impongo una máxima que dice que ni mucho en lo bueno ni en lo malo.

¿Usted que ha ganado concursos qué opina de ellos?

Son una herramienta de entrenamiento, para calibrar en qué situación te encuentras con respecto al instrumento, sirven para ponerte presión y coger tablas. No lo veo como el punto al que hay que aspirar para hacer una carrera, sino que pueden ser útiles en ciertos momentos, sobre todo al principio, para desarrollarte y ver lo que quieres.

¿Se fija en lo que hacen otros músicos?

Me fijo, pero no de manera exhaustiva. Me gusta ver qué caminos  toma cada uno. No me guío por lo que hacen los demás.

¿Y cuál es el camino que ha tomado Andrea González?

En un futuro me veo dando conciertos y haciendo cosas nuevas y diferentes. No me veo tocando siempre sola, me gustaría tener un grupo y a largo, largo plazo, formar mi grupo de estudiantes y poder compartir con ellos mis experiencias.

«Yo soy una persona que me entrego, que intento dar todo lo que tengo, que busca poder decir que he hecho lo máximo que podía hacer y que no me he quedado nada dentro».


¿No le tienta la música antigua?

No lo descarto. Es verdad que me he sentido más cómoda con otro tipo de repertorio, pero lo he trabajado como requisito para mi desarrollo como guitarrista. Ahora no pienso en ese tipo de repertorio, aunque no sé lo que voy a hacer dentro de cinco años. Quizá estaría bien mezclar, por ejemplo, obras de Dowland con Britten.        

Usted ha apuntado que le gustaría tener un grupo de cámara propio y dedicarse a la pedagogía

No sé si tendría un grupo de cámara propio durante muchos años, sino que lo que me gustaría es colaborar con otro tipo de músicos por una temporada, para realizar algún proyecto. Esto me motiva porque supone relacionarse con músicos que tocan otros instrumentos, que comparten tu pasión por la música, y te permite adentrarte en otro repertorio.

¿Cómo está viviendo los efectos de la pandemia?

No sé qué pensar. Como he dicho fue un shock y para los músicos ha sido especialmente duro, aunque mucha gente ha sabido darle la vuelta. Ha influido muchísimo en mí día a día y supongo que en la motivación al perder el hecho de que nosotros trabajamos con fechas concretas, en las que tenemos conciertos. Te paraliza eso de que de repente se caiga todo.

A nivel humano me ha pillado en EE. UU. y no pude regresar a España con mi familia, lo que hizo que fuera un momento bastante duro. He tenido paciencia y la capacidad de no pensar más allá y de intentar aprovechar el día a día.

¿Qué proyectos tiene en mente?

Sacar un nuevo disco yo sola y otro de cámara. El último está más perfilado, aunque todavía no pueda comentar detalles del proyecto. Y hacer colaboraciones con compositores y estrenar sus obras. Ahora mismo, de aquí a tres años, sé que voy a estar en Miami y no descarto estar más tiempo aquí, aunque depende de las oportunidades que se presenten. Y claro, también me encantaría volver a España.

Contenido bloqueado por la configuración de cookies.

«Sacaré un nuevo disco yo sola y otro de cámara».


¿Cómo es su vida al margen de la música? ¿Qué le gusta hacer?

Cada vez que visito una ciudad me gusta ir a los museos. Soy aficionada a  la pintura, a la gastronomía, y siempre intento descubrir la comida de cada lugar. Me gusta conocer el sitio a donde voy y a la gente de allí e involucrarme.

En Miami, como hay mucha cultura latina, se hace más fácil acercarse a ella, pero tanto en Alemania como en Baltimore me sentí alejada de lo que son mis raíces. Aunque eso también es bonito pues te permite conocer algo diferente y te aporta un bagaje en tu vida que vas incorporándolo.

¿Qué opina de las redes sociales en relación a su profesión?

Han sido una ayuda, que hace que tu trabajo llegue a más personas. Lo que ha pasado con la Covid-19 de no existir las tecnologías hubiera provocado que muchos se hubieran quedado como desaparecidos, y nos ha mantenido conectados con el público. Te da la libertad de poner aquello que quieres de ti misma y crearte una imagen. Instagram es la más rápida y la que más gente joven está utilizando. Aunque no pongo todos los días contenido, quizá hubo un tiempo que lo utilizaba más, pero ahora he reducido la cantidad.

Fotos: Dario Acosta

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp

Compartir

<< volver

Búsqueda en los contenidos de la web

Buscador

Newsletter

Darse alta y baja en el boletín electrónico