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Crítica: Antonio Pappano dirige la 'Pasión según San Juan' de Bach con la Orquesta de Santa Cecilia

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Autor: Alejandro Fernández
15 de abril de 2017

BACH SEGÚN PAPPANO

   Por Alejandro Fernández | @alfepe
Roma. Auditorio Parco della Musica. 13-IV-2017. Orchestra e Coro dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia Solistas: Lucy Crowe, soprano; Ann Hallenberg, mezzosoprano; Andrew Staples, tenor; Christian Gerhaher, bajo; Roderick Williams, bajo. Director: Antonio Pappano. Pasión según San Juan BWV 245, de J. S. Bach

   Sir Antonio Pappano después de los trabajos que ha venido presentando en Santa Cecilia  -La Pasión según San Mateo, la gran Misa en si menor, y el Magnificat- concluyó el pasado día 13 su particular retrospectiva bachiana. El a maestro sigue ahondando en la personalidad sonora de la Accademia despreciando tópicos y convirtiendo el gran repertorio en una cuestión puramente artística, donde la toponimia no es más que un punto en el plano. Idea que, salvando las distancias, comparte pensamiento con otra gran batuta de la centuria pasada como fue W. Furtwangler. El maestro Pappano aúna la holgada experiencia lírica del foso de Covent Garden y el acento personal del podio de Santa Cecilia, que usa para transportarnos hasta aquel  ambicioso París del norte que quiso ser Leipzig. Bach y la ciudad se necesitaban, y así lo insinúa Pappano. Curioso binomio que conecta 1724 con la Roma de hoy. La Reforma y su respuesta romana, tras cinco siglos, quedan relegados a un segundo plano, el suficiente para proyectarnos ese monumento, que aún en la sombra del BWV244 hace alarde de la originalidad y pureza de formas que inspiraron al Kantor.

   La lectura justa en la tensión  dramática  y precisa en ejecución de Antonio Pappano dista seis años de la interpretación historicista de Le Petite Band y Kuijken. Su visión de la Pasión según San Juan oscila entre el cuidado hilado del conjunto, coro y solistas y la fuerza expresiva que imprime Bach en cada nota e inflexión de los textos. Para muchos San Mateo es una página sin fisuras olvidando que sin este primer acercamiento con el  Evangelio de Juan no hubiera alcanzado el genio tanta rotundidad en el pentagrama.

   Toda la lectura se movió en torno a los ejes dibujados por Pappano:  los tempis se aceleraron vertiginosos en los coros encarnados por el pueblo hebreo -"Lasset uns den nicht zerteilen"- frente a la ingenuidad del aria "Zerfliesse, mein Herze" de la soprano hacia el colofón de la Pasión. Prodigioso en el gesto, la medida, el sentido natural de la dinámica que atesora Santa Cecilia. Fue una batuta encendida por la propia energía que imprime el drama; y segura, mimando la emisión, las inflexiones, el empaste del conjunto instrumental y vocal.

   El  Coro de Santa Cecilia a cuyo frente se sitúa Coro Visco desde hace dos años, se define por la emisión sólidamente asentada en la dicción, correcto fraseo y una capacidad de empaste capaz de atemperar los excesos acústicos del auditorio. Con estos mimbres Pappano cincela su pasión contrastando los coros de la turba y las reflexiones de los corales luteranos seleccionados por Bach. Engranajes estudiados, engarzados como gemas únicas, por momentos incisivas y afiladas en las temperamentales fugas para tornar ascendentes y gloriosas en los momentos oscilantes y contrastante entre las distintas cuerdas.

   Andrew Staples encabezó el quinteto vocal por el que ha apostado Pappano. Solistas estrechamente vinculados con la interpretación barroca muy relacionados con la batuta titular de Santa Cecilia. Frente al tono “seco” del relato evangélico, Staples desplegó en las arias un instrumento soberano en el plano medio alto, algo más resentido en las notas más altas que resuelve algo justo de medios, sin faltarle elegancia. Profundo, seguro, de referencia, el Jesús encarnado por el bajo Roderick Williams. Y en la misma línea se incluye la voz de la mezzo suca Ann Hallenberg, que protagonizó la Agrippina de Haendel en el Teatro Real, y ahora compartió protagonismo con el soberbio e inspirado instrumento de la británica Lucy Crowe. Crowe detuvo el instante en sus dos arias protagonistas y abrió el cielo de Palco di Roma al atacar "Zerfliesse, mein Herze. Cerrando el elenco, la experiencia de un solvente Christian Gerhaher.

   El español Roberto González Monjas, concertino invitado por Santa Cecilia, encabezó la cuidada cuerda tocando el Guarneri “filius Andreae” y Simone Briatore la viola d’amore de Gagliano de 1775. Lejos de afectos y excesos el conjunto instrumental (decididamente resumido) se inclinó  por una concisa emisión, afilada en los momentos de tensión dramática y cálida en el acompañamiento solista en arias y ariosos.

   Antonio Pappano conocía perfectamente qué esperaba de la Accademia y el camino que pretendía seguir hasta el coral conclusivo de la Pasión según San Juan. Fue un Bach sin falsos bruñidos, en el que destacaron la pureza de las formas, las simetrías que guarda la partitura y el profundo estado de gracia que destila su espíritu.

  

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