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Música en la historia: La Coronación de Jorge II, la primera gran 'performance' musical

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Autor: Yolanda Quincoces
29 de junio de 2015

Jorge II, por Thomas Hudson (1744)  

MÚSICA EN LA HISTORIA: LA CORONACIÓN DE JORGE II, LA PRIMERA GRAN PERFORMANCE MUSICAL  

Por Yolanda Quincoces

   La coronación del rey Jorge II de Gran Bretaña es uno de esos momentos de la historia a los que uno desearía viajar de existir una máquina del tiempo. Es fácil imaginar la fastuosidad de la ceremonia, la nobleza y el clero ingleses ataviados con sus mejores galas, la magnífica abadía de Westminster decorada para la ocasión, el pueblo agolpándose a la entrada del templo, apoyando ferviertemente al nuevo monarca entre gritos de “God save the King!”, las campanas repicando y, en medio de todo ello, elevándose hacia el cielo, una música gloriosa, como son las Antífonas de la Coronación de George Frideric Handel.  

Handel: ciudadano inglés

   El 11 de junio de 1727, el rey Jorge I moría de una apoplejía. Uno de sus últimos cometidos había sido precisamente la firma del acta de naturalización de George Frideric Handel como ciudadano inglés. Tras una fructífera carrera musical en dicho país, Handel se convertía finalmente en inglés de pleno derecho, reconociendo algo que era ya un hecho. Su relación con Inglaterra había comenzado en la década de 1710 en el campo de la ópera, siendo Rinaldo la primera ópera compuesta expresamente para Londres (1711). Los lazos que unían al compositor con la corona inglesa comenzaban también por las mismas fechas, pues ya en 1713 componía una Oda para el Cumpleaños de la Reina Ana. El mismo año entraba al servicio de la reina con un sueldo anual de doscientas libras, cargo que mantendría con la subida al trono de Jorge I en 1714.  

   A partir de entonces, Handel proveería ocasionalmente de música a la corona, con obras tan conocidas como su Water Music, interpretada en 1717 durante un paseo en barco por el río Támesis del rey y su corte. En 1723 este trabajo sería reconocido oficialmente con el nombramiento de Handel como Compositor de Música para la Capilla Real de Su Majestad, un cargo honorario, pues su condición de extranjero le impedía recibir un puesto oficial remunerado. A pesar de su inagotable actividad como compositor de óperas en la recientemente creada Royal Academy of Music (1719), en la década de 1720, Handel encontró tiempo para componer varias obras para la corona, en concreto un Te Deum y tres anthems, género musical clave en la historia de la música inglesa y en el que Handel ya tenía experiencia.  

Anthems para la corona

   El anthem (antífona o himno) es un género musical típicamente inglés. Se trata de una pieza coral con texto de carácter religioso, normalmente extraído de la Biblia o de la liturgia y cuyo uso está destinado a los oficios religiosos. Desde la Reforma en el siglo XVI su uso se había extendido rápidamente, siendo adoptado también en las ceremonias de coronación de los reyes ingleses. Handel había experimentado con esta forma musical por su interés en la música coral inglesa, campo que le reportaría una enorme popularidad (hasta el día de hoy). En 1717 compuso nada menos que once anthems para el Duque de Chandos, y hasta la fecha de la coronación compondría un buen número de ellas con acompañamiento orquestal.

   Otros grandes compositores ingleses habían puesto música a las antífonas de coronación de los anteriores reyes ingleses. Entre ellos, Henry Purcell, que realizó su propia versión de My heart is inditing para la coronación de Jaime II en 1689, para la que también compondría música John Blow; y William Croft, que fue el encargado de la música para la coronación de Jorge I, en 1714. De hecho, varios anthems de éstos y otros compositores fueron reutilizados en la ceremonia de coronación de Jorge II y su esposa, la reina Carolina, además de las cuatro nuevas composiciones de Handel.  

La coronación de sus majestades

   La composición de la música para la coronación de Jorge II y Carolina fue el primer encargo que Handel recibiría como ciudadano inglés. Este cometido normalmente era encomendado al organista y compositor de la capilla real, pero el ocupante de este cargo, William Croft, moriría ese mismo año, el 14 de agosto, dejando en manos del nuevo rey la elección del compositor encargado de la coronación. Para Handel, suponía una ocasión excepcional para demostrar su su asimilación de la tradición inglesa. Compuso cuatro antífonas que serían insertadas en los momentos clave de la ceremonia: Let thy hand be strengthened, para la ceremonia de reconocimiento del nuevo rey; Zadok the priest, (que hasta la fecha sigue siendo la más popular) durante la unción; The King shall rejoice, para el momento de la coronación y My heart is inditing para la coronación de la reina.  

   Parece ser, sin embargo, que el orden inicialmente previsto variaba un poco de éste, pues The King shall rejoice aparece indicada en la guía u orden para la realización de la ceremonia de coronación (1) como la pieza para ser interpretada durante la “recognition” (reconocimiento), mientras que la situación de Let thy hand be strengthened no se especifica. La mencionada guía es la fuente principal si queremos conocer cómo se desarrolló la ceremonia de coronación, pues se trata de una descripción detallada de todas las partes de dicha ceremonia, incluyendo los textos (aunque no la música) de los himnos, las oraciones leídas y las respuestas que debía el público debía entonar. Todo ello nos deja constancia de un evento espectacular, de proporciones magníficas, en el que cada detalle estaba pensado de antemano (si bien, parece ser que el resultado final dirimió en algunos aspectos de lo planeado).  

   La música formó parte esencial del acto de coronación. De hecho, las partes musicales tuvieron en suma una duración de alrededor de una hora y media, una proporción bastante importante de la duración total de la ceremonia (2). Y eso sin contar las fanfarrias de trompetas, los toques de campanas y los redobles de tambores que sonaron en varios momentos del evento. En total, se interpretaron trece piezas musicales, incluidas dos instrumentales del propio Handel: una obertura al comienzo de la ceremonia y una marcha al final, marcando la entrada y salida del cortejo real. El coro, formado por alrededor de cuarenta voces, estaba acompañado por una orquesta de proporciones colosales, que incluía la desconcertante cifra de ciento sesenta violines. Cabe pensar que tal desproporción influiría negativamente en la percepción de la parte vocal, y, de hecho, es probable que así fuera.

   Además de la música de Handel también se ejecutaron otras seis composiciones de compositores ingleses que habían sido ya utilizadas en ceremonias de coronación anteriores, incluyendo la letanía de Thomas Tallis (ca.1505-1585), O God the Father of heav’n, de estilo responsorial; y el Te Deum de Orlando Gibbons (1583-1625); junto a cinco anthems. O Lord, grant the King a long life, de William Child (1606-1697), fue el primer himno y la primera pieza musical interpretada en la ceremonia, a pesar de no estar prevista en el orden de la coronación. Tras la obertura instrumental debía seguir el anthem de Henry Purcell (1659-1695) I was glad when they said unto me, pero una crónica posterior a la coronación redactada por el Arzobispo de Canterbury, William Wake, indica que “el himno fue omitido por negligencia del Coro de Westminster”. Come, Holy Ghost, de John Farmer (1570-1601), sería interpretada en el momento de la Anunciación, tras el juramento del rey. Completan el repertorio los dos anthems de John Blow (1649-1708), Behold, O god our defender y God spake sometime in visions.  

La Reina Carolina, por Charles Jervas (1727)  

Nuevos himnos para los nuevos reyes

   Las cuatro antífonas de Handel son piezas de gran magnificencia, ritmos marcados, coros potentes y textos alegres, todo ello pensado con ánimo de exaltar la trascendencia de la ocasión. Tres de ellas (excepto My heart is inditing) terminan con un coro de Alleluia y también tres (excepto Zadok the priest) están estructuradas en secciones contrastantes. Let thy hand be strengthened sería la primera en ser interpretada en la ceremonia, durante el reconocimiento del nuevo rey. En este momento, el Arzobispo de Canterbury presenta al nuevo rey a los asistentes, que corean a unísono el grito “¡Dios salve al rey Jorge II!”, tras lo cual tiene lugar la interpretación de la antífona. Estructurada en tres períodos, el primero de ellos es de carácter optimista, estando seguido por una sección central lenta que comienza de forma contrapuntística para pasar después a una textura homofónica. La última sección, el Alleluia, retoma la jovialidad de la primera parte. Es la única de las cuatro antífonas que no incluye trompetas ni timbales en la instrumentación.  

   Zadok the priest, la más conocida de las cuatro antífonas (3), estuvo destinada al momento de la unción. Durante la introducción orquestal el rey se levanta de su silla y se dirige caminando hacia el altar, donde cuatro caballeros sujetan sobre él un palio de seda y oro. El decano de Westminster vierte el óleo sagrado en una cuchara con la que unge al rey realizando la forma de la cruz en su cabeza, pecho y palmas de las manos. Musicalmente, Zadok the priest es la más espectacular y peculiar de las cuatro composiciones. Se pueden distinguir en ella tres claras secciones, pero, en lugar de estar separadas entre sí, todo el himno es un continuo en el que la tensión se va acumulando y creciendo hasta alcanzar la apoteosis final en el Alleluia Amen. El mismo inicio coral, tras la expectación creada por la introducción instrumental, es de una espectacularidad impresionante. No sin razón se convirtió rápidamente en la más popular, pasando a formar parte, a partir de entonces, del repertorio de todas las ceremonias de coronación de los reyes ingleses.  

   A pesar de lo indicado en el orden del servicio, se sabe que The King Shall Rejoice fue la pieza elegida para el momento de la coronación. El decano de Westminster entrega la corona en manos del Arzobispo, quien la coloca reverencialmente sobre la cabeza del rey; los asistentes entonan gritos de júbilo, “God save the king!”, las trompetas suenan y, a la señal, las armas de fuego situadas en la torre son disparadas, dando paso al himno. La adecuación de The King Shall Rejoice para este momento, eje central de la ceremonia, es evidente tanto por el texto como por el carácter de celebración de la música, con un uso abundante de las trompetas a modo de fanfarria. Está estructurada en cinco secciones contrastantes, destacando la bellísima fuga Thou hast prevented him, a la que sigue por supuesto, un Alleluia.  

   La última de las antífonas, My heart is inditing, fue escrita expresamente para la coronación de la reina Carolina. La ceremonia de coronación de la reina seguía los mismo pasos que la del rey pero de forma mucho más resumida. Es la única de las cuatro composiciones que cuenta con interpretaciones solistas y que, además, no termina con un  Alleluia. Al ser destinada a la reina, algunas partes de esta composición son de carácter más suave, pero también cuenta con momentos de grandeza y poder instrumental y vocal. El segundo y tercer movimientos (King’s daughters were among thy honourable women y Upon thy right hand) son especialmente bellos, pues está cargados de una dulzura que no habría tenido lugar en las antífonas dedicadas al rey pero que encaja perfectamente en una composición escrita para la reina. El movimiento final refleja ese contraste entre lo masculino y lo femenino en dos semifrases contrastantes: “Kings shall be thy nursing fathers and queens thy nursing mothers”; si bien el resultado final es el de la apoteosis musical requerida para la ocasión.  

   Las diferencias entre las crónicas a posteriori y el orden del servicio redactado con anterioridad a la ceremonia reflejan  que no fueron pocos los cambios que se realizaron sobre lo planeado. Además de la ya citada omisión de uno de los himnos relatada por el Arzobispo de Canterbury, éste también daba cuenta de las irregularidades en la interpretación pues, en su opinión, se interpretaron “los himnos confundidos”, siendo “todo irregular en la música”. A pesar de todo, el legado musical de la coronación de Jorge II y Carolina se ha mantenido en toda su grandiosidad hasta nuestros días. William Boyce, quien sería el encargado de poner música a la siguiente coronación, en 1761, habló de su predecesora como la “primera gran performance musical” (4). En la actualidad, las antífonas de la coronación, siguen estando entre las obras más populares de todo el catálogo handeliano.    

Notas:

(1) The form and order of the Service that is to be Performed, and of the Ceremonies that are to be Observed, in the Coronation of Their Majesties, King George II and Queen Caroline, in the Abby Church of S.Peter, Westminster, on Wednesday the 11th of October, 1727. London, Printed by John Baskett, Printer to the King’s most Excellent Majesty, 1727.

(2) Una interesante reconstrucción de la parte musical de la ceremonia de coronación se puede escuchar en la siguiente grabación: The Coronation of King George II. Handel’s Coronation Anthems and ceremonial music by Purcell, Blow, Tallis, Gibbons and others. Choir of The King’s Consort, The King’s Consort, Robert King. Hyperion, 2001. CD.

(3) En gran parte debido a sus conexiones futbolísticas, pues en ella se basa el actual himno de la “Champions”, creado por Tony Britten a partir de la música de Handel en 1992.  

(4) Esta afirmación se puede leer en las notas adjuntas a la grabación: Handel. Coronation Anthems, Concerti a Due Cori. Choir of Westminster Abbey, The English Concert, Simon Preston, Trevor Pinnock. Archiv Produktion, 1982.  

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