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"PEPITA JIMÉNEZ": UNA APROXIMACIÓN A SU GÉNESIS. Por Borja Mariño.

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Autor: Borja Mariño
18 de mayo de 2013
Borja Mariño, responsable de la edición crítica de la ópera Pepita Jiménez, acerca a los lectores de Codalario la génesis y la edición hasta la actualidad de la partitura de Isaac Albéniz, que se representará a partir del 19 de mayo y durante cuatro únicas funciones en los Teatros del Canal de Madrid.
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Foto: Jaime Villanueva

       Pepita Jiménez es seguramente el título lírico de Isaac Albéniz que mejor resistió el paso de los años tras el fallecimiento del compositor y hasta la "Renaissance" que se vivió a finales de los años 90 con la recuperación de sus otras óperas, entre ellas su trabajo póstumo: Merlin. Entre las razones de esta predilección, donde se incluye, sin duda, la calidad de una partitura de honda inspiración melódica, figura posiblemente la estrecha identificación del tema que trata (basado en la novela de Juan Valera) con el origen del compositor, ya que el resto de sus óperas, todas escritas originalmente en lengua inglesa, trataron sobre temas fantásticos (The Magic Opal), legendarios (Merlin) e históricos (Henry Clifford), estas dos últimas del ámbito británico, debido a que se inscriben ya en el período en que Francis Money Coutts, banquero y poeta londinense, se erigió, no solo como mecenas, sino también como único libretista de Albéniz por el tantas veces citado Pacto de Fausto, que benefició a ambos artistas.
      La partitura de Pepita Jiménez durante un siglo se transmitió, sin embargo, por medio de adaptaciones, arreglos, reorquestaciones, etc. que pusieron en duda la habilidad de Albéniz como compositor lírico, siempre con argumentos poco fundados. En los años 60 la adaptación de Pablo Sorozábal desvió el sentido de la trama, convirtiendo lo que en origen era una comedia doméstica en una tragedia y adaptando la vocalidad a este enfoque. En los años 90 varios músicos intentaron reorquestar la obra, por considerarla demasiado compleja y para poder presentarla en público pero, al margen de su funcionalidad, la escritura camerística está muy lejos de los ideales de Albéniz con lo que la orquestación original seguía siendo una injustamente desconocida. Finalmente se recuperó para una grabación la partitura de Albéniz utilizando los materiales del propio compositor y dando preferencia sobre todo a su versión definitiva, la del 1904.
      Una prueba del cariño que Albéniz sentía por la partitura y de su meditado y meticuloso trabajo como orquestador es que la partitura tuvo tres versiones entre 1895 y 1904. La primera de ellas corresponde al estreno en el Teatre del Liceu como ópera en un acto; por tanto, con una duración menor y música diferente de la que actualmente conocemos en la escena final incluyendo un número de conjunto que concluye la obra. Al año siguiente, aprovechando la oportunidad de estrenar la ópera en Praga y la publicación de la partitura por la editorial alemana Breitkopf, Albéniz separa el actual primer acto, compone nueva música para el segundo y reorquesta toda la pieza. Esta será ya la forma definitiva de la obra que el compositor mantendrá para la versión final de 1904, donde solo varió la orquestación con aportaciones de la escuela francesa cuya influencia absorbió después de cambiar su domicilio de Londres a París.
      Muchos investigadores, entre ellos Jacinto Torres y W. A. Clark, en sus trabajos han coincidido en que hasta que no conozcamos todas las versiones de la ópera no podremos comprender completamente la génesis y evolución de la pieza, así como del propio Albéniz como orquestador después de sus influencias inglesa y francesa.
      La presente edición para Tritó Edicions recupera la versión intermedia y obedece a varias razones; la primera: mantener la estructura de la obra que se ha demostrado funciona dramáticamente y de forma más equilibrada, con los dos actos y sobre todo, que desarrolla ampliamente los caracteres de Don Luis y Pepita en sus arias y el largo dúo final del segundo acto de 1896. Además, se añade la novedad musicológica de poder escuchar esta primera orquestación que no desmerece para nada la segunda. La orquestación "francesa" (1904) añade una segunda arpa y disgrega mucho más las secciones, sobre todo la cuerda, con continuos divisi y muchos efectos; además, elimina el contrafagot y la tuba. La primera orquestación es más contundente, muestra un lenguaje más directo, con profusión de elementos contrapuntísticos e ilustra concretamente el momento compositivo de su autor: esto es, el corolario de su etapa inglesa. La reconstrucción de la partitura ha sido posible por medio de los manuscritos de las diferentes versiones y de los libros publicados por Breitkopf en su día, que se conservan en bibliotecas de España, Londres y Estados Unidos.
      Esta presentación en los Teatros del Canal de Madrid, tras las funciones del Teatro Argentino de la Plata, nos demostrará de nuevo la calidad de Pepita Jiménez bajo los preceptos que el genial compositor ideó y que, además, con la nueva dirección de escena de Calixto Bieito, cobrará un nuevo aliento dramático para el deleite de todos los amantes de la lírica que merecen incorporar esta pieza al corpus de óperas españolas que han transcendido al ámbito internacional.
 
Foto: Jaime Villanueva 
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