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CD: El pianista español Josu de Solaun graba las 'Obras completas para piano solo' de George Enescu

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Autor: F. Jaime Pantín
2 de octubre de 2017

"Probablemente estemos ante uno de los pianistas más dignos de ser escuchados del actual panorama internacional."

UNA INTEGRAL IMPRESCINDIBLE

   Por F. Jaime Pantín
ENESCU. Obras completas para piano solo. JOSU DE SOLAUN, piano. GRAND PIANO. LC 05537.

   La obra pianística de George Enescu ha permanecido en un cierto desconocimiento no solo para el público en general sino también para los pianistas, algo paradójico teniendo en cuenta la pujanza considerable de una escuela rumana que ha dado al mundo alguno de los intérpretes más sobresalientes del siglo XX. De entre ellos, con nombres tan destacados como Clara Haskil o Radu Lupu, tan solo Dinu Lipatti, ahijado del propio compositor, parece haber profundizado y defendido la música de Enescu a lo largo de su breve vida.

   La evidente complejidad de una música de difícil clasificación, lenguaje novedoso y densidad muchas veces abrumadora cuya comprensión exige tanto de intuición como de análisis profundo puede resultar disuasoria para una mayoría de virtuosos, cuando además existe manifiesta dificultad para acceder a textos fiables y el reto desde el punto de vista puramente instrumental es de máxima exigencia.

   Ha tenido que ser precisamente un pianista español, Josu de Solaun, el primero en abordar una grabación integral de la obra de Enescu, en un trabajo de alcance trascendente en el que el admirable pianista aúna el rigor con el talento, propiciando una auténtica inmersión en el mundo anímico de un compositor tan sorprendente como fascinante. Un ingente esfuerzo intelectual y cultural -que tiene como base una estricta labor filológica a través del estudio profundo de los manuscritos de una música frecuentemente maltratada por los editores y a veces incluso carente de publicación- supone la base de un acercamiento excepcional que no hubiera sido posible, a pesar de todo, sin el privilegio de una mente especialmente dotada para el análisis riguroso, una técnica de altos vuelos y la fuerza de una vocación irrenunciable.

   El trabajo se articula en tres discos que reflejan a su vez lo que se pudieran considerar las tres etapas de la producción de Enescu. Así el tercer volumen recoge las obras de primera época, hasta 1900, algunas auténticamente adolescentes, como el Scherzo o la Balada de 1894 que, al igual que la pieza Modérément, se han grabado aquí por primera vez. La Primera suite en estilo antiguo op. 3, compuesta en 1898, a los 16 años de edad, es la obra más importante de este período. Música arcaizante, compuesta a partir de los modelos del Barroco alemán, de Bach principalmente, supone un muestrario de posibilidades de un compositor todavía escolar que muestra sin embargo una notable eficacia en el tratamiento instrumental y que en manos de De Solaun alcanza una brillantez y transparencia impecables.

   El primer volumen contiene el Nocturno en re bemol mayor de 1907, que con sus casi 20 minutos de duración es, quizás, la obra más larga que se haya compuesto en este género. Música  ya de compleja estructura, en la que el pianista español consigue un clima de intensa ensoñación expresiva, a través de una conducción del tempo magistral y de un despliegue sonoro fastuoso que propician esa sensación de fuerte emocionalidad directa que habrá de ser una constante en todas sus versiones. Siguen las 7 piezas enforma de Impromptum op. 18 que conforman la Tercera suite de 1916, obra de larga gestación que muestra una clara independencia entre las distintas partes que la forman, perfectamente explicadas en su individualidad en una versión de nuevo plena de fuerza expresiva, fantasía y virtuosismo. Culmina este primer disco con la impresionante Sonata nº 1 en fa sostenido menor, la primera del ciclo de tres sonatas que conforman el op. 24 -de las cuales la segunda de ellas, en mi bemol menor, perfectamente concebida, Enescu nunca plasmó en la partitura- y que suponen, junto a la Tercera sonata para violín y piano op. 25, la cumbre de su plenitud creativa dentro del género sonatístico. Se trata de una obra, tan profunda como poética, que parece desarrollarse  bajo el signo de la improvisación rapsódica pero cuya elaboración, sólida y meditada, se revela tras una versión de De Solaun de precisión ejemplar en la lectura de un texto complejísimo, de altísima exigencia técnica (impresionante su ejecución de la Fuga-Tocatta) en la que el pianista valenciano ofrece una ejecución electrizante y plena de matices, en una simbiosis mágica entre la sublimación folklórica y el rigor arquitectónico que caracteriza a esta música. Un lirismo peculiar, impregnado de emoción y que se define con eltérminoDor-  equivalente rumano al Zal polaco- y que transmite sentimientos indefinibles, relacionados con la tristeza ardiente, la desolación y la nostalgia y que se expresan a través de un rubato permanente, implícito ya en la música pero que Enescuconcreta por medio de sofisticadas transformaciones rítmicas e indicaciones de variado signo. Una forma de expresión de la que Josu de Solaun parece haberse empapado y en la que se mueve con absoluta naturalidad y precisión, exhibiendo además un virtuosismo realmente avasallador y una capacidad de sugestión tímbrica excepcional, a través de la cual asistimos a efectos coloristas de arpas, cimbalón, flautas… en una exhibición inagotable de fantasía sonora.

   El segundo disco gira en torno a la impresionante Sonata en re mayor op.24 nº 3 de 1935, a la que acompañan la segunda Suite op. 10 de 1903, el Preludio y fuga del mismo año, fiel a los modelos barrocos pero pleno de audacias armónicas en las frecuentes inflexiones modales del  preludio y sonoridades organísticas en una fuga plena de encanto y de gran vuelo instrumental, además de la Pieza sobre el nombre de Faurè, inspirado homenaje a quien fuera su maestro.

   Con la Suite op. 10 obtiene Enesco el premio Pleyel de manos de un jurado formado por Debussy, D’Indy, Massenet y Cortot. Obra impregnada de sabor francés innegable, rebosa exuberancia y entusiasmo juvenil, perfectamente reflejados en la versión chispeante y plena de brillantez del pianista valenciano, quien culmina la grabación con una interpretación antológica de una Sonata en re mayor que, de alguna manera, recoge el espíritu francés de la Suite anterior -con cuya Bourré parece emparentarse- con el aderezo de un sabor neoclásico en los dos movimientos rápidos extremos, íntimamente relacionados por temática y espíritu y que flanquean alandantinocantábile en Si mayor, de belleza indefinible en sus arabescos fluidos, sus armonías vibrantes y sus apoyaturas y trinos penetrantes, que en manos de DeSolaun parecen alcanzar su expresión definitiva, realmente fascinante e hipnótica.

   La grabación es de calidad excelente, si bien el Steinway neoyorkino empleado en el tercer disco posee prestaciones claramente inferiores a las del magnífico Shigeru Kawai utilizado en los otros dos y que además se beneficia de la magnífica acústica del Palau de la Música de Valencia,  permitiendo apreciar todas las posibilidades técnicas de un músico sorprendente al que habrá que seguir con atención,  ya que probablemente estemos ante uno de los pianistas más dignos de ser escuchados del actual panorama internacional.

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