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CD: Xavier Torres graba las 'Variaciones Goldberg' de Bach para Ibs Classical

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Autor: F. Jaime Pantín
9 de octubre de 2016

"La aparición de esta grabación de Xavier Torres llena un vacío en nuestra discografía y nos descubre a un pianista serio, riguroso y capaz al que habrá que seguir con atención".

SERIA, PROFUNDA Y MINUCIOSA

   Por Francisco Jaime Pantín
J.S. Bach: Goldberg Variations. Xavier Torres, piano. IbsClassical 2016. 78 minutos.

   La variación constituye uno de los géneros de referencia en la música del período Barroco, siendo intensamente utilizado en sus obras por compositores tan importantes de ese período como Buxtehude, Purcell o Haendel, entre otros, quienes cultivaron fundamentalmente el modelo de variación consistente en la división progresiva de los elementos melódicos en sistemas de figuración paulatinamente decreciente, en una búsqueda de la intensificación pasional y la brillantez rítmica e instrumental.

   No fue Bach un compositor especialmente proclive a este tipo de composición, siendo escasos los ejemplos que se puedan encontrar en el conjunto de su obra y tan sólo en una obra temprana perteneciente al período de Weimar-el Aria variada a la manera italiana- sigue claramente este esquema. Aparte de ejemplos magníficos como la Passacaglia en do menor para órgano o en la Ciaconna en re menor que cierra la segunda Partita para violín solo, es en las conocidas Variaciones Goldberg de 1722 donde Bach establece una clara predilección por un modelo de variación de mucha mayor complejidad que ahonda en la transformación temática partiendo de un bajo común sobre el que se elaboran una serie de estructuras armónicas no condicionadas, posibilitando así una total libertad melódica y abriendo todo un mundo ilimitado de posibilidades expresivas.

   El aria que sirve como tema, punto de partida y también punto final a esta obra grandiosa, presenta la estructura binaria habitual en las piezas de la suite y se muestra, en realidad, como una zarabanda en dos secciones de 16 compases, cada uno de ellos presidido por un bajo diferente. En realidad serán 32 notas sobre las que se construya esta monumental arquitectura, consistente en 30 variaciones divididas a su vez en 10 grupos de 3 que responden, de manera simétrica, a distintos modelos compositivos. Habrá variaciones libres, donde Bach utilizará distintos tipos de danza u otras formas características de la época, como la giga, la fuga, el aria,  el passepied o la obertura francesa. Variaciones virtuosas, dispuestas en dos teclados y basadas en la agilidad y los  cruzamientos, tanto al estilo italiano como francés, y variaciones canónicas, siempre una cada tres, en sentido interválico creciente y en las que Bach ofrece unamuestra magistral  de su deslumbrante técnica contrapuntística.

   La leyenda ha acompañado a esta obra desde siempre. Su complejidad intelectual e instrumental ha ejercido fascinación y atracción irresistible sobre muchos intérpretes de distintas épocas, convirtiendo estas variaciones en objeto de culto y de deseo. La dificultad que supone abordar la interpretación de las Goldberg es evidente, pero en todo caso menor que la que supondría tocar un libro del Clave bien temperado o la serie completa de las Partitas o las Suites inglesas, por ejemplo, pero ninguna otra obra iguala el poder que estas variaciones  suponen como reto para los instrumentistas, trátese de pianistas o de clavecinistas.

   Consecuentemente, la discografía de referencia –inaugurada por Wanda Landowska en 1933- es de considerable riqueza y variedad.

   En el apartado pianístico, partiendo de la grabación de Claudio Arrau de 1944 -de clara inspiración romántica pero de rigor ejemplar en muchos aspectos culturales esenciales referentes al estilo, algo habitual en las interpretaciones del gran pianista chileno, uno de los pocos en la historia que tocaron la integral de la obra de Bach en concierto- encontramos un rosario de versiones de mayor o menor fortuna. Míticas son las de Glenn Gould, pianista camaleónico donde los haya, con varias grabaciones consideradas por muchos como de referencia, aunque el pianista canadiense nunca tocó la obra completa –es decir, con todas sus repeticiones-, obviando así uno de los aspectos más complejos de su interpretación. Sus atractivas versiones- plenas de frescura y espontaneidad- de los años 50, dieron paso a una última grabación mucho más sofisticada en 1981. Siendo justos hay que decir que, al margen de que pueda gustar más o menos, a Gould corresponde, sin duda, el mérito de la popularización de esta obra.

   Varias veces llevó también su versión al disco Rosalyn Tureck, insuperable en su disección hiperanalítica de las estructuras contrapuntísticas (sus cánones son los más claros) o en su elucubración sonora preciosista, pero difícilmente digerible -por su falta de fluidez- en una audición completa.

   András Schiff grabó también las Goldberg en diversos momentos de su carrera, incluso en vídeo. Su Bach es uno de los mejores que puedan escucharse hoy día y, aunque algunos le atribuyen cierta superficialidad y falta de tensión expresiva, su dominio del estilo es imponente y la belleza de sus interpretaciones es innegable.

   Grigory Sokolov aporta una grabación en vivo (1982) llena de contrastes y altibajos y bastante cuestionable idiomáticamente, pero de fuerza arrebatadora. La gran pianista italiana Maria Tipo grabó en 1986 una versión belcantista, virtuosística y luminosa, así como Murray Perahia aportó, ya en el 2000, una interpretación sensible y brillante de marcado signo scarlattiano. Grabaciones más recientes de interés considerable son las de Garrick Ohlsson o Alexander Tharaud.

   Algunos grandes intérpretes bachianos han renunciado a tocar -o al menos grabar- las Goldberg, tal es el caso de pianistas como Sviatoslav Richter,  Walter Gieseking, Friedrich Gulda o el gran especialista español Antonio Baciero, cuya visión de esta obra probablemente sería muy interesante y quizás reveladora.

   Precisamente un pianista español ha sido el último en llevar al disco su versión de las Variaciones Goldberg. Se trata de Xavier Torres, pianista valenciano y profesor del Conservatorio Superior de Castellón, que en esta grabación para el sello Ibs propone una lectura seria, profunda y minuciosa que aborda en su dimensión completa, con todas las repeticiones salvo la del aria final, asumiendo de esta manera la totalidad de sus complejidades interpretativas. El resultado global puede calificarse de sobresaliente, teniendo en cuenta las dificultades, a veces casi insalvables, a las que un pianista debe enfrentarse al afrontar las Goldberg. Las largas horas de estudio y reflexión son claramente apreciables en una versión muy bien estructurada y analítica que denota un conocimiento profundo de la obra y de sus modelos interpretativos y que manifiesta un evidente respeto por esta música, evidenciado en una permanente atención a los aspectos estilísticos esenciales y la búsqueda de la claridad y transparencia indispensables para comprender y transmitir la riqueza polifónica contenida en estos pentagramas. La relación en cuanto al tempo entre las variaciones –uno de los aspectos más complejos- resulta siempre coherente, partiendo de un Aria abordada desde un prisma contemplativo, cuyo aire es ralentizado en su repetición final. Los tempi de las variaciones son pausados, en general, y la técnica pianística es muy precisa, sobre todo en los aspectos referentes a la claridad de la digitación, con varios momentos brillantes en las variaciones de virtuosismo, altamente exigentes en este sentido, así como en la disección de los planos en los numerosos fragmentos contrapuntísticos.

   Un empleo muy somero del pedal y una tendencia a la utilización del staccato como tipo de toque fundamental aportan en ocasiones cierta sequedad y agresividad al sonido, echándose en falta una mayor sensorialidad y calidez en algunos momentos. Torres emplea una gama dinámica generalmente restringida, así como escasa variedad articulatoria, basando los contrastes expresivos fundamentalmente en la ornamentación, aspecto que a veces se erige en esencial en una  versión que sin embargoparece ahondar en el intimismo y la sobriedad. Son muchos los momentos de inspiración y calidad como para ser detallados, pero la impresión global de esta interpretación es altamente positiva y no cabe duda de que en futuras aproximaciones a la obra el pianista valenciano podrá enriquecer un trabajo que ya hoy es excelente.

   La grabación ahonda en esa búsqueda de la claridad que parece ser una de las premisas fundamentales de esta versión y la proximidad y crudeza del sonido pueden pecar de cierta excesiva sequedad que no a todos agrada. La afinación del piano es claramente mejorable y de hecho  se resiente en muchos momentos de la grabación. Este es un aspecto que se descuida frecuentemente y, siendo connatural al disco la posibilidad de realizar múltiples audiciones ulteriores en el tiempo, es muy importante ser exigentes en este sentido.

   Probablemente no exista todavía una versión de las Variaciones Goldberg totalmente satisfactoria, tal es la complejidad de una obra en la que los altibajos técnicos o interpretativos parecen inevitables. La aparición de esta grabación de Xavier Torres llena un vacío en nuestra discografía y nos descubre a un pianista serio, riguroso y capaz al que habrá que seguir con atención.

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