Crítica de José Antonio Cantón de la final de la segunda edicion del Concurso Internacional de Piano «Ciudad de Málaga»
Gran éxito
Por José Antonio Cantón
Málaga, 5-VI-2025. Teatro Cervantes. 1 Prueba final del II Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga. Finalistas: Bogdan Dugalic, Elžbieta Liepa Dvarionaitė y Nikita Lukinov. Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Director: Dorian Keilhack. Obras de Beethoven, Chopin y Tchaikovsky.
Con enorme expectación en el público que llenaba el aforo del Teatro Cervantes de Málaga alcanzaron la prueba final de la segunda edición del Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga tres jóvenes intérpretes que, a lo largo de las distintas fases del certamen, habían acreditado sobradamente a juicio del jurado ser los más destacados aspirantes a la consecución de los distintos galardones en liza, acompañados por la Orquesta Filarmónica de Málaga bajo la dirección del pianista y director bávaro Dorian Keilhack que significaba una garantía por su conocimiento de las obras concertantes que, por el siguiente orden de intervención, integraban el programa: el Primer concierto en Mi menor, Op. 11 de Frederic Chopin interpretado por la joven lituana Elžbieta Liepa Dvarionaitė, el Primer concierto en Si bemol menor, Op. 23 de Piotr Ilich Tchaikovsky a cargo del serbio Bogdan Dugalic y el Cuarto concierto en Sol mayor, Op. 58 de Ludwig van Beethoven tocado por el ruso Nikita Lukinov.
Haciendo una somera consideración de cada una de las intervenciones hay que decir que un sentido tradicional y académico fue el signo distintivo de la actuación de la primera concursante que supo contrastar los temas, mostrándolos en su forma pura e impecablemente atractiva así como las oleadas de sonoridades de las figuraciones pianísticas, a veces impresionantes, que se derivan de ellos. En el primer movimiento destacó por la excelente ornamentación que favorecía el lirismo de su contenido. En el Larghetto ofreció su mejor pulsación adecuándose así a su marcado carácter de romanza, para resaltar el aire de danza cracoviana del rondó final, en el que confirmó su predominante pianismo sobre la limitada expresividad orquestal de esta obra.
Con una impronta más decisiva entró en el escenario el concursante serbio para afrontar el famoso primer concierto de Tchaikovsky, posiblemente el más recurrente en los concursos de piano. Bogdan Dugalic tuvo su momento más apreciado en la larga y sinfónica cadencia posterior a la recapitulación del primer movimiento recordando la heroica aparición del piano al inicio de la obra. Esta prestancia tuvo su continuidad en el pasaje central scherzante del segundo, sabiendo alternar los patrones rítmicos binarios y ternarios con singular destreza técnica. Finalmente alcanzó su mejor pianismo en el tercer tiempo, calibrando con sentido la naturaleza sincopada de su discurso con un manifiesto dominio métrico que le sirvió al director para contrastar la expresividad de la orquesta.
El tercer concursante eligió el concierto de mayor carga humanística que compuso Beethoven entre 1806 y 1807: el Cuarto en Sol, Op. 58, todo un acicate para el lucimiento de un solista, por lo que su elección generaba de por sí especial aliciente como pieza maestra objeto del concurso. La musicalidad de Nikita Lukinov surgió de inmediato dada la dulzura con la que inició su interpretación, cualidad que quedó refrendada con su propia cadenza con la que añadió una especial fantasía creativa a su destilado entendimiento pianístico polifónico. Fue tal su capacidad en este sentido que, en algunos momentos, descuidó la claridad y limpieza de mecanismo, lo que seguramente perjudicó de algún modo la valoración del jurado, quedando en el tercer lugar del fallo final. Aún así, desde el punto de vista artístico, su imaginativa cadencia resultó ser el momento culminante de la velada. Una curiosa alternancia de animosidad proyectó a lo largo de toda su intervención anteponiéndose a la proyección plana que surgía de la batuta del director que sólo dialogó con cierto sentido en el movimiento central.
Ante la anuencia del juicio del jurado y público, el vencedor del certamen fue Bogdan Dugalic, dado su bien calculado protagonismo con la obra de Tchaikovsky, atrayendo toda la atención que quedó concentrada dado su especial dinamismo en el que confluían el efecto sonoro y su cinética ante el teclado, convergencia tan necesaria para justificar y hacer más complaciente al espectador una interpretación instrumental.
Concluía así la segunda edición del Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga superando el éxito alcanzado en su primera edición, llamando claramente a situarse en el futuro entre los mejores eventos culturales de la capital de la Costa del Sol, dado el acierto de su director artístico, el pianista cordobés Pablo Amorós, que ha sabido fusionar la diversidad del aspecto estético con la organización y gestión de un evento de esta naturaleza, que decididamente aspira a convertirse más pronto que tarde en un referente nacional en su clase.
Fotos: Samuel Pereira
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