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Crítica: 'Il trovatore' de Verdi inaugura la temporada lírica de La Coruña

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Autor: Aurelio M. Seco
6 de septiembre de 2015

UN REPARTO SOBERBIO

Por Aurelio M. Seco
La Coruña. 3/09/2015. Temporada Lírica A Coruña.  Verdi: Il trovatore. Gregory Kunde, Juan Jesús Rodríguez, Angela Meade, Marianne Cornetti, Dmitri Ulyanov, Alba López Carrillo. Dirección musical: Keri-Lynn Wilson. Dirección de escena: Mario Pontiggia. Orquesta Sinfónica de Galicia. Coro Gaos.

   En tan solo dos años la temporada lírica de La Coruña ha conseguido llamar la atención del resto del país por la calidad de su programación. No es algo habitual, desde luego, que un ciclo operístico que no dispone de los recursos de otros destaque tanto como para servir de ejemplo. Ya la temporada anterior dio comienzo con una magnífica versión de La traviata puesta en manos de Ramón Tébar y Mario Pontiggia, director de escena que en este Trovador ha repetido para hacer virtud de los escasos recursos materiales puestos a su servicio acudiendo a su buen gusto de siempre.

   Fue ver aparecer a Ferrando en escena – un extraordinario Dmitri Ulyanov- contando la trágica historia del Trovador ante los guardias del castillo del Conde de Luna para percibir en él la prefiguración del propio Pontiggia, que vistió al capitán de monje cisterciense para contarnos la historia de Manrico desde la austeridad edificante de que hacía gala esta orden religiosa, que en su día sesgó todo adorno del canto gregoriano por puro ascetismo y amor a Dios de la misma forma que Pontiggia nos cuenta su Trovador con estrofas austeras de necesidad y delineadas por puro amor al género. Es posible que en este hacer del ascetismo virtud se echase en falta una luz más atractiva y algunas ideas mejor expresadas. Tampoco habría venido mal a la acción un mayor dramatismo actoral, aquí explorado a través de la naturalidad, sencillez y elegancia y, cómo no, desde la consciencia de las necesidades del canto, un trabajo consistente que en definitiva enmarcó de manera apropiada lo más llamativo de la noche: su extraordinario nivel lírico.

   El estilo vocal se debatió entre dos estéticas que, en esta versión, como en el Verdi en los años cincuenta del siglo XIX, parecen complementarse, la de un mayor dramatismo -en las voces masculinas- y las de un lirismo más belcantista -en las femeninas. Gregory Kunde ya había cantado el papel en La Fenice. En La Coruña interpretó a un Manrico soberbio, capaz de afrontar con brillantez las enormes dificultades del papel, en tesitura e intención.  Poco importa que en un registro medio agudo y cantando en piano su voz muestre algún signo de fatiga. Su figura nos parece en el contexto lírico actual la de un tenor con mayúsculas, capaz de encender la "pira" con el fuego de un talento digno de los más grandes.

   Destacó Juan Jesús Rodríguez en el papel de Conde de Luna por el énfasis dramático de su línea de canto, siempre atractiva y encaminada a dar sentido al texto. Rodríguez es, desde hace años, una de las voces de referencia en este repertorio, que afronta con la misma franqueza con la que expresa sus opiniones sobre el contexto musical español, algo que  es de agradecer y que dice mucho de su altura personal y artística. Marianne Cornetti fue la más recompensada por el público. Estuvo generosa en escena, ofreciendo en lo lírico una lectura muy musical de Azucena, la gitana. Es posible que se echase en falta una mayor fuerza dramática que parece inherente al personaje, pero en absoluto restó interés a su bella interpretación vocal.

   Angela Meade sustituyó a la inicialmente prevista Ainhoa Arteta en el papel de Leonora. Meade ofreció una brillante recreación del personaje, explorando su línea de canto desde sus grandes recursos vocales. Correctos Alba López Trillo y Badel Albelo como Inés y Ruiz, y notable la participación del Coro Gaos. Keri-Lynn Wilson se puso al frente de la Sinfónica de Galicia para hacer historia convirtiéndose en la primera mujer en dirigir una ópera representada en la Comunidad gallega, pero no para hacer recordable su versión. La directora canadiense acompañó a los cantantes y concertó la obra con diligente discreción. Echamos en falta un auténtico trabajo de dirección con los artistas. El resultado dejó una versión falta de tensión. Wilson demostró conocer la obra y marcar con acierto sus inflexiones rítmicas a una orquesta a la que sin duda se le podría haber exigido un sonido más atractivo y vibrante.

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