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Crítica: Cristina Gómez Godoy con Virginia Martínez y la Sinfónica de la Región de Murcia

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Autor: José Antonio Cantón
18 de mayo de 2022

La oboísta española Cristina Gómez Godoy visita la temporada de la Sinfónica de la Región de Murcia para interpretar el Concierto en re para oboe de Richard Strauss

Cristina Gómez Godoy

Suma delicadeza concertante 

Por José Antonio Cantón
Murcia, 12-V-2022. Auditorio y Centro de Congresos ‘Víctor Villegas’. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (ÖSRM). Solista: Cristina Gómez Godoy (oboe). Directora: Virginia Martínez. Obras de Richard Strauss y Pyotr Ilich Tchaikovsky.

   Como un reparto de alegría después de los tiempos convulsos de la Segunda Guerra Mundial hay que entender la necesidad emocional que encierra el Concierto en re para oboe y pequeña orquesta de Richard Strauss escrito en la ciudad bávara de Garmisch durante el otoño de 1945 y estrenado en Zürich el mes de febrero del año siguiente. Lejos de la ampulosidad de medios y efectos de sus descomunales poemas sinfónicos, el compositor lleva esta obra a un ejercicio de reflexiva espiritualidad después de la experiencia destructiva que había vivido con el recién terminado mayor conflicto bélico sufrido por la humanidad. Este sentimiento ha presidido sustancialmente la interpretación de la oboísta linarense Cristina Gómez Godoy, una de nuestras grandes instrumentistas que se puede situar mucho más allá de su generación y entrar con nombre propio entre los más relevantes intérpretes sabiendo manejar el alma de su instrumento. Su actuación con una de las obras cumbres de este repertorio lo ha constatado en esta ocasión en la que técnica y musicalidad se han dado la mano en paridad de importancia, llegando a un resultado de suma delicadeza concertante y por ende de máximo nivel artístico.

   Perfectamente coordinada con la titular de la orquesta, Virginia Martínez, encontró el secreto del estilo concertado en el primer movimiento con el conjunto de la ÖSRM en general y con la flauta y clarinete en particular, ámbitos de interacción paralelos que creaban una doble atmósfera expresiva que reflejaban la genialidad musical y capacidad instrumental del maestro bávaro, desde esa plenitud inabarcable de venir de vuelta de toda experiencia, afirmando, en esta obra, la condensada grandeza de lo sencillo. La solista llegó a plasmar con fantasía ese misterio en su escrupuloso y detallista discurso que se producía siempre con un subyugante equilibrio dinámico.  Prevaleció su identificación con el carácter meditativo del Andante central, al que accedió con sentido y definición después del templado primer attacca distinguidamente marcado por la directora en su aire cantábile, rasgo que supo seguir la solista como si de un lied se tratara sin dejar de resaltar en todo momento las distintas inflexiones cromáticas que pide la partitura en este movimiento, que se escuchaban con verdadera fluidez, adecuada intensidad y segura maestría entre la episódica emotividad que desprendía la orquesta. En el último movimiento, la oboísta hizo toda una exhibición en  saltos interválicos y cambios de registro alcanzando ese grado de singularidad que le permitía la pequeña y a la vez contrastante cadencia de este movimiento, que venía a reafirmar las espléndidas dotes estéticas de esta intérprete. Ante el entusiasmo de un público entregado a su arte, ofreció una versión del Tango, segundo número de la Suite España, Op.165 de Isaac Albéniz con asumido gusto y pausada expresividad, completando así una actuación idiomática de verdadero sentir concertante al convertir su oboe más en un elemento canoro que instrumental.

   El programa se completó con la famosa Serenata para cuerdas, op. 48 de Tchaikovsky, que sirvió a la directora Virginia Martínez para cohesionar volúmenes y articulaciones en la sección de violines de la ÖSRM. Desde una lectura en la que prevalecían las distinciones dinámicas discurrió por sus cuatro movimientos impulsando el carácter de cada uno: en el primero buscando esa transparencia propia del estilo clásico, en el segundo remarcando la sensualidad que desprenden los giros del vals que lo sustenta, en el tercero concentrando el lirismo que requiere su aire meditativo y, por último, en el tema ruso final, realizando un ejercicio de marcación sincopada que llevó a la formación murciana al momento de mayor homogeneidad en timbre y ritmo, como resultado esencial de un trabajo de experimentación de tensiones en el montaje y ensayos de esta obra.

Foto: Sinfónica de la Región de Murcia

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