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Crítica: Cristina Toledo Hijosa protagoniza la Gala de Zarzuela del Teatro Campoamor, bajo la dirección de Andrés Salado

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Autor: Aurelio M. Seco
1 de julio de 2014

VOZ DE GALA

Por Aurelio M. Seco

Oviedo. 28 de junio de 2014. Teatro Campoamor. Gala Lírica de Zarzuela. Cristina Toledo Hijosa, soprano. Andrés Salado, director.

  La Gala de Zarzuela ofrecida en el Teatro Campoamor de Oviedo el sábado nos ha dejado un sabor agridulce. Lo dulce tuvo que ver con la participación de Cristina Toledo Hijosa, una soprano interesante de cuyo trabajo hay que hablar bien y al detalle, de lo reconfortante que fue su actuación. Fue muy atractiva la velada gracias a su presencia, un verdadero chorro de aire fresco por las ganas de agradar que respiraba en cada nota y aliento y por su calidad interpretativa, que fue notable. Nos resultó muy agradable observar la seriedad e ilusión que ilumina el trabajo de la artista, poseedora de un instinto natural para el canto que, si se puede pulir todavía en algunos aspectos, ya está en condiciones de deleitar a los oídos más exquisitos.

  Lo menos interesante fue la dirección musical de Andrés Salado, que resultó tan discreta que nos llamó poderosamente la atención porque, de un tiempo a esta parte, venimos observando un gran apoyo hacia su carrera de importantes personalidades y entidades de dentro y fuera de España, oportunidades que, todo hay que decirlo, no siempre están al alcance de artistas de mayor talento. Pensábamos encontrarnos a un joven director a la altura de su popularidad mediática, pero no fue así. Al contrario, observamos el trabajo de un director muy verde todavía, cuyas interpretaciones lastraron el potencial de la soprano y orquesta y, en general, el interés de la música programada, un repertorio de zarzuela que tenía que habernos hecho levantar del asiento de pura pasión, pero que bajo su batuta sonó insípido, falto de energía y tan lento que llegó a resultar frustrante. Qué diferencia con el resultado obtenido al frente de la Oviedo Filarmonía por Karel Mark Chichon hace no demasiado tiempo, ante un repertorio parecido, además. La relajación general con que se planteó el concierto incluso se vio reflejada de manera anecdótica en la interpretación del Preludio de Agua, azucarillos y aguardiente, donde los músicos no fueron capaces de decir correctamente su frase.

   Toledo Hijosa dio, por su parte, todo un recital lírico, en el que mostró un color de voz ciertamente bonito, que además supo matizar con muy buen gusto, buscándole detalles a las obras, filando los agudos e interesándose por buscar estimulantes reguladores, en fin, que nos parece evidente que estamos ante una cantante...

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