
Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto de la Orquesta y Coro Nacionales de España [OCNE], bajo la dirección musical de Jordi Bernácer y con el tenor polaco Piotr Beczala como solista
Lujo tenoril
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 9-V-2025, Auditorio Nacional. Ciclo Orquesta y Coro Nacionales de España. Tasso, lamento y triunfo. S 96 (Franz Liszt). La tumba de Antígona para orquesta y coro femenino. (Pilar Jurado). Rinaldo, Op. 50, para tenor coro masculino y orquesta (Johannes Brahms). Piotr Beczala, tenor. Coro Nacional de España. Director: Miguel Ángel García Cañamero. Orquesta Nacional de España. Dirección: Jordi Bernácer.
Más que interesante el programa previsto por la OCNE para este fin de semana, pues incluía un estreno de una compositora española, Pilar Jurado, un poema sinfónico de Franz Liszt, de presencia poco habitual en los escenarios, y una obra aún más infrecuente de un compositor tan emblemático como Johannes Brahms. La presencia de uno de los mejores tenores de la actualidad, Piotr Beczala abrochaba el indudable atractivo del evento dedicado a figuras heroicas históricas.
Considero adecuado comenzar esta recensión por lo más destacado, conforme a mi criterio, de este concierto y que se situó en la segunda parte. Por un lado, el acontecimiento que supone la interpretación de una obra –la cantata Rinaldo para tenor y coro masculino- de un compositor, piedra miliar del repertorio, como Brahms y poder apreciar la enorme calidad que reúne y por otra, la excelente interpretación del tenor polaco Piotr Beczala, que, desde luego, no vino a «cubrir expediente» desde su bien ganada posición de divo consagrado de la lírica actual.
Al contrario, Beczala compareció con la obra, compleja, dificultosa, bien preparada y seriamente trabajada. Efectivamente, la escritura para la voz de este Rinaldo –basado en el poema de Goethe que recoge un episodio de la Jerusalén liberada de Torquato Tasso y que nos da una idea de la ópera que Brahms nunca compuso- resulta complicada, tanto para el solista como para el coro. El tenor asume una tesitura exigente, constantemente situada en el paso y con diversos pasajes heroícos. Beczala nos permitió disfrutar con una voz perfectamente colocada, impecablemente apoyada sul fiato y homogénea, algo que escasea en el mundo lírico actual. El tenor polaco, musicalísimo, fraseó con mucha clase y si pudo faltarle un punto de calibre vocal en algún pasaje de tono netamente heroíco, poco importó ante tal derroche de emisión ortodoxa, control vocal y fraseo bien cincelado, prácticamente inalcanzable para la gran mayoría de tenores en activo actualmente. Espléndido el coro, por sonoridad, empaste y capacidad para sostener la onerosa escritura. Notable también la orquesta nacional. Se hubiera redondeado la magnífica interpretación son una batuta más clarividente que la de Jordi Bernácer, en cualquier caso, entusiasta y con pulso.
Abrió el concierto el poema sinfónico de Franz Liszt Tasso, lamento y triunfo, destinado a complementar a modo de obertura una producción del drama Torquato Tasso de Goethe. La obra reúne apreciables contrastes entre dolor, júbilo y triunfo, correspondientes a las diversas vicisitudes de la trayectoria vital del poeta italiano, incluidos sus episodios de locura.
La obra resultó bien tocada por la orquesta, pero faltó ligazón merced a la dirección un tanto deslavazada de Jordi Bernácer, batuta con mejores intenciones que resultados y que tampoco fue capaz de exponer en toda su intensidad los acusados contrastes de la pieza.
El estreno, procedente de un encargo de la ONE a la compositora, cantante y directora de orquesta Pilar Jurado - un tanto «desaparecida» en su actividad compositiva desde el estreno en el Teatro Real en 2011 de su ópera La página en blanco- estaba dedicado a una heroína de la mitología griega, Antígona, hija de Edipo. La compositora madrileña se basa en el texto de María Zambrano y crea una obra, con coro femenino –incluye intervenciones en parlato- en contraste con el masculino del Rinaldo de Brahms, en una composición que demuestra su oficio. La partitura contiene algunas tímbricas interesantes, junto a pasajes líricos y momentos de fuerza e incluso de factura efectista, pero un tanto repetitiva, sin ideas verdaderamente originales y a la que sobran algunos minutos. En cualquier caso, la obra no carece de cierto interés y se escuchó con agrado bien tocada por la Orquesta Nacional a las órdenes de Bernácer, que destacó más en los pasajes de efecto.
La propia Pilar Jurado recogió los aplausos y expuso su deseo de dedicar su obra a las mujeres valerosas de la historia, además de ensalzar el valor de la música en los tiempos que corren.
Fotos: OCNE
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