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CD: 'MARIELLE NORDMANN, CONCIERTOS PARA ARPA'. Obras de Boildieu, Parish-Alvars y Viotti. Por Albert Ferrer Flamarich

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
9 de diciembre de 2013
 IMPECABLE
 
 
 
Boieldieu: Concierto para arpa y orquesta en do mayor. Parish-Alvars: Concierto para arpa y orquestra en sol menor Op. 81. Viotti: Concierto para arpa y orquesta en do menor (arreglo del Adagio non troppo del Concierto para violín núm. 19 en do menor). Marielle Nordmann, arpa. Franz Liszt Chamber Orchestra. Jean-Pierre Rampal, director. Newton Records. 1 CD. 61:18 min.

   Este disco es impecable como praxis musical y como registro. Por esta razón Newton Records, habituado a relanzamientos en series económicas de fondos fonográficos habitualmente fuera de catálogo, lo ha comercializado poniendo al alcance dos de los conciertos para arpa y orquesta más significativos del repertorio. El equilibrio sonoro entre la solista y la orquesta es exquisito y desvela una actuación impecable de la arpista Marielle Nordmann. Dulzura, transparencia y otros adjetivos pretendidamente descriptivos rellenarían de vacio poético la reseña. Más allá de la excelencia interpretativa, el disco también recupera una fórmula que por su idiosincrasia está vigente en la memoria del melómano, pero no cuenta con una sobreabundancia de registros. Tampoco goza de excesiva programación a pesar de los esfuerzos de grandes figuras como Nicanor Zabaleta o los actuales Emmanuel Ceysson y Xavier Maistre. Por tanto, se trata de una reedición con un mínimo interés patrimonial. Desafortunadamente, el libreto cuenta con unas breves notas más incisivas en lo biográfico que en la contextualización y comentario musical.
   En este sentido cabe recordar que el siglo XVIII fue decisivo en la evolución de numerosos instrumentos gracias a los cuales paulatinamente se fundamentó el lenguaje sinfónico desarrollado durante la segunda mitad del siglo y parte del siguiente. Una buena muestra de la literatura surgida alrededor de este fenómeno son los conciertos para instrumento solista y orquesta, de entre los cuales se pueden destacar los de arpa por su infrecuencia en las programaciones y el menor número de aportaciones. Apreciadas en los salones burgueses y nobiliarios -incluso María Antonieta tenía algunas- como instrumento de aficionado y decoración, las arpas fueron recurrentes en la estética romántica. La incorporación de pedales y la posibilidad técnica de bascular entre tonalidades facilitaron la incorporación definitiva en el conjunto orquestal y, especialmente, en la ópera.
   Uno de los primeros conciertos para arpa y orquesta más reconocidos fue el de François Adrien Boieldieu de 1795 (publicado cinco años después). El compositor francés escribió también algunas partituras que combinaban el arpa con diversos instrumentos en una producción de cámara. De esta manera abría una línea que autores como Spohr, quien las compuso para su primera esposa, Dorette Schleider, reconocida arpista. Heredero de Gréty, coetáneo de Cherubini y de ascendencia italiana, el concierto de Boieldieu parte de una escritura pianística rococó (predominio de la línea cantable, registro grave superfluo y esquemático) con una estética agradable, a veces previsible. El discurso fluye, sin momentos di bravura, alejado de efectos teatrales y con un predominio del carácter apolíneo. La textura es ligera, transparente y los escasos toques militares son un pretexto para reforzar unos tutti que únicamente encadenan los solos. La orquesta, por tanto, tiene un papel secundario en un patrón eminentemente clásico, a pesar de la abundancia de la tonalidad menor en el segundo y tercer movimientos, enlazados sin solución de continuidad.
   El otro concierto, en sol menor Opus 81, recogido en el disco es uno de los cuatro escritos por Elias Parish-Alvars (1808-1849) que también hizo uno para dos arpas -en re menor Opus 91-. El influjo belcantista es evidente, hasta el punto de suscitar comparaciones con las arias de Bellini. En particular, el segundo movimiento. No obstante, la atención hay que centrarla también en los autores como Weber, Mendelssohn y contemporáneos como Field o Moscheles. Su estética pertenece al primer romanticismo -Berlioz lo bautizó como el Liszt del arpa-, se imbuye de un virtuosismo exigente y que marcó una cesura en la escritura para el instrumento. La textura del solista es muy rica y juega con efectos armónicos, progresiones en terceras y sextas, escalas, glissandi, largos trinos encadenados y otros arabescos muestran una orientación más moderna y compleja sin perder una raíz afrancesada, brillante y elegante. La deuda con la obra de Parish-Alvars no se ha saldado y sería urgente plantear una integral sinfónica y, en concreto, de sus conciertos para arpa.
   Finalmente, el primero de los conciertos seleccionados es el de Giovanni Battista Viotti (1755-1824). No se trata de una obra escrita para el instrumento sino una adaptación del segundo movimiento del Concierto para piano o clavicémbalo núm.9, que a la vez es una adaptación del Concierto para violín núm. 19 escrito alrededor de 1788. Eran años en que la escritura para arpa no difería significativamente de la pianística, a pesar de la eminente contraposición de técnica en la ejecución. Ternura bucólica, ornamentación clásica en arpegios escalas, trinos y puntuales subrayados de la orquesta configuran elementos del rol solista en un compositor, discípulo de la escuela francesa de violín.
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