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Crítica: Bryn Terfel protagoniza 'Falstaff' en Zúrich

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Autor: Alejandro Martínez
22 de septiembre de 2015

A LA VIEJA USANZA

Por Alejandro Martínez
Zúrich. 20/09/2015. Opernhaus Zurich. Verdi: Falstaff. Bryn Terfel (Falstaff), Serena Farnocchia (Alice), Judit Kutasi (Quickly), Judith Schmid (Meg), Roman Burdenko (Ford), Mirela Bunoaica (Nannetta), Javier Camarena (Fenton). Dirección de escena: Sven-Eric Bechtolf. Dirección musical: Fabio Luisi.

   Una producción banal e irrelevante puede lastrar toda una representación a menos que haya sobre las tablas un protagonista de la talla de Bryn Terfel. Lo cierto es que de no ser por él y por la solvencia de los solistas del ensemble de la Ópera de Zúrich, este Falstaff hubiera pasado sin pena ni gloria ante nuestros ojos. Y es que la producción de Bechtolf, amén de literal hasta la náusea, es de una pobreza de ideas alarmante y de un conformismo que ofende. Por no hablar de la miseria de su vestuario (Marianne Glittenberg) y su escenografía (Rolf Glittenberg) más dignos de una función de fin de curso en una modesta escuela que de un teatro internacional de primera división.

   Así las cosas, seguimos preguntándonos dónde está el talento de Bechtolf, porque en los numerosos trabajos que le hemos visto, sea en Viena, sea en Salzburgo, nunca lo hemos visto. Tampoco la batuta de Fabio Luisi estuvo afortunada, muy lejos desde luego de su brillante Wozzeck del día previo. Y es que quien mucho abarca, poco aprieta. Su Falstaff fue grueso, de trazo apresurado y sin orfebrería, a gran distancia del vuelo irónico que esta partitura requiere y ausente por supuesto todo atisbo de genialidad.

   Bryn Terfel confirmó que es sin duda un singularísimo Falstaff, si bien algo tonante y brusco en su resolución de algunas páginas de la representación. Pero el mimetismo de su persona con el personaje es tal que sería injusto reprocharle tan pequeños detalles. Su Falstaff derrocha teatralidad y una comicidad fácil, nunca banal, que comunica con el público con gran espontaneidad.

   En el resto del reparto, tanto Serena Farnocchia (Alice), como Judith Schmid (Meg) y Roman Burdenko (Ford) hicieron gala de un oficio contrastado, con un material bien templado aunque nunca descollante y con sobradas tablas. El bueno de Javier Camarena, todavía haciendo frente a sus compromisos dentro del ensemble de Zúrich en el que creció como profesional, fue todo un lujo como Fenton, casi un derroche habida cuenta de la brevedad de su parte en este Falstaff. La jovencísima soprano rumana Mirela Bunoaica mostró un timbre grato y un canto fácil y poco aparatoso en su apreciable Nannetta.

   El resultado final fue una de esas representaciones a la vieja usanza, con una escena de nulo interés, una dirección musical rutinaria y un reparto solvente, sostenido por una gran figura, valor seguro traído desde fuera. De haber tenido lugar en los años 40 del pasado siglo, a buen seguro habría sido una función en alemán y con el protagonista de turno cantando su parte en italiano, de nuevo, a la vieja usanza.

Foto: Judith Schlosser

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