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Crítica: Christian Thielemann dirige una nueva producción de 'Der Freischütz' en Dresde

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Autor: Alejandro Martínez
5 de mayo de 2015

UNA BATUTA EN SU SALSA

Por Alejandro Martínez

Dresde. 03/05/2015. Semperoper. Weber: Der Freischütz. Michael König (Max), Sara Jakubiak (Agathe), Albert Dohmen (Kuno), Georg Zeppenfeld (Kaspar), Christina Landshamer (Ännchen), Andreas Bauer (Ein Eremit), Sebastian Wartig (Kilian), Adrian Eröd (Ottokar) y otros. Sächsischer Staatsopernchor Dresden. Sächsische Staatskapelle Dresden. Dirección musical: Christian Thielemann. Dirección de escena: Axel Köhler.

   Es una lástima que a Christian Thielemann le pierdan a menudo sus declaraciones en caliente, sobe temas tan sensibles en la vida civil alemana como los que tienen que ver con la inmigración y la tolerancia y, en suma, con la convivencia en un marco multicultural y plagado de diversidad. Thielemann es el último gran maestro alemán, el único digno de situarse en la senda del gran Karajan, que fuera su mentor. Y como aquel, la controversia de su personalidad se apodera a veces en los titulares de su talento puro y duro con la batuta. Seguramente esa sea la razón principal, amén de su limitado repertorio sinfónico, por la que Thielemann va quedando fuera de las quinielas en torno al próximo director titular de la Filarmónica de Berlín, que es ante todo una comunidad moral, la democracia hecha música, y una institución por lo general ajena a personalismos excesivos como el que precisamente Thielemann encarna.

   Pero si hablásemos tan sólo de música, no hay duda de que nadie dirige el repertorio romántico alemán hoy en día con la maestría y dominio de éste. Ya nos referimos a su trabajo con obras de Beethoven y Brahms, precisamente con la Filarmónica de Berlín. En esta ocasión, y al frente de su Staatskapelle de Dresde, Thielemann dirigía únicamente las tres primeras funciones de una nueva producción de Der Freischütz de Weber, con la firma escénica de Axel Köhler. Era el debut de Thielemann con esta obra y me atrevo a decir que nadie ha dirigido esta partitura con parejo entusiasmo y perfección desde Carlos Kleiber, que nos dejo una grabación sobresaliente en Deutsche Grammophon en 1973. Thielemann se muestra en su salsa con este repertorio, al que brinda un aliento vívido, vigoroso y liviano, de un romanticismo fresco e iridiscente, cargado de lirismo, contrastado en intensidades y acentos y con un fraseo auténtico, de tradición genuina. Contar con una orquesta y coro como los de Dresde, en estado de gracia, sólo abunda en una mayor gloria de la versión musical resultante, que sólo cabe elogiar.

   En el papel protagonista convencía Michael König, un tenor que ha ido ganando seguridad y fiabilidad desde sus primeras apariciones en el Teatro Real, aupado por Gerard Mortier (será de hecho el protagonista del próximo Fidelio en Madrid). Aunque el instrumento sigue siendo poco grato, por lo filiforme del timbre, que además clarea notablemente en el agudo, el fraseo es sólido y el intérprete se desenvuelve con entrega. Brilla mucho menos, no obstante, en las partes habladas de este Singspiel. Apreciable la labor como Agathe de Sara Jakubiak, una voz al alza prevista también como Eva en los próximos Meistersinger de Múnich con Petrenko. Jakubiak, formada en Yale, Cleveland y Santa Fe, muestra un instrumento grande, homogéneo y dúctil, aunque algo anónimo y pálido en materia tímbrica. Tampoco sus acentos tienen todavía la riqueza de contrastes necesaria, aunque nos pareció segura y sensible. Sobresaliente, por lo demás, el equipo de secundarios y comprimarios, con destacada actuación del veterano Albert Dohmen como Kuno y del más joven Georg Zeppenfeld, voz cada vez más relevante, como Kaspar.

   La nueva producción de Axel Köhler no añade gran cosa y se queda en tierra de nadie, pecando por lo general de falta de ambición y claridad. Es poco más que una recreación clásica del libreto, sólo que trasladando la ambientación a las primeras décadas del pasado siglo XX, a tenor del vestuario y el atrezzo dispuestos. No hay, en este sentido, ninguna elaboración singular del carácter fantasioso y casi disparatado del libreto, sobre todo en sus escenas centrales en torno a Samiel y la forja de las balas mágicas.

Fotos: Matthias Creutziger

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