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Crítica: 'Orfeo ed Euridice', de Christoph Willibald Gluck, en la Staatsoper Unter den Linden de Berlín

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Autor: José Amador Morales
13 de julio de 2018

El duelo de Orfeo

   Por José Amador Morales
Berlín. 03-VII-2018. Staatsoper Unter den Linden. Christoph Willibald Gluck: Orfeo ed Euridice. Bejun Mehta (Orfeo), Elsa Dreisig (Euridice), Narine Yeghiyan (Amore), Wolfgang Stiebritz (Jupiter). Staatsopernchor (Martin Wright, director del coro). Staatskapelle Berlin. Domingo Hindoyan, dirección musical. Jürgen Flimm, dirección escénica.

   Aún con la resaca del inolvidable Macbeth del día anterior con Domingo, Netrebko y Barenboim, nos dispusimos a presenciar esta función de la obra más célebre de Gluck en la misma Staatsoper berlinesa. Desde luego que fue esta una función bastante más rutinaria y menos memorable aunque no por ello exenta de interés. Un interés que, dicho esto, tardó en reclamar nuestra atención en demasía ya que a nivel dramático la representación no llegó a calentar motores hasta bien pasado su ecuador, cuando comenzó a remontar cierto tedio inicial, a pesar de la meritoria labor de Bejun Mehta en el rol protagónico hasta ese momento.

   La producción de Flimm de 2016 acierta al poner el foco de atención en los aspectos psicológicos del duelo personal ante la muerte. De ahí que la última escena añadida tras el lieto fine, con una versión del lacerante sólo de flauta de la danza de los espíritus benditos mientras Orfeo vacía las cenizas sobre el fondo del funeral con el que daba comienzo la obra, cierra con coherencia todo el ciclo dramático experimentado por el protagonista. Sin embargo sobre esa interesante idea general asistimos a concreciones discutibles o directamente  incomprensibles como las furias convertidas en ridícula procesión de nazarenos o la comedia de alcoba que provoca el encuentro entre Orfeo y Euridice.

   La dirección de Hindoyan fue clásica en términos generales aunque en su afán de no casarse con nadie en ese sentido se dejó por el camino demasiadas posibilidades expresivas y terminó por resultar lineal. Bajo su batuta la siempre excelente Stastskapelle Berlin sonó eficiente sin más, si bien hubo prestaciones extraordinarias a nivel solista. Si el coro nos decepcionó un tanto el día anterior aquí volvió a confirmar que no pasa por su mejor momento

   A nivel vocal triunfó Bejun Mehta en su caracterización de Orfeo, con un equilibrio fantástico entre musicalidad y comunicatividad y sorprendió no poco la bellísima Euridice de Elsa Dreisig, con un instrumento bastante más consistente de lo acostumbrado para su parte y precisamente por ello con mayores posibilidades expresivas. Correcta y excesivamente discreta Narine Yeghiyan como Amore.

Fotografía: Matthias Baus/Staatsoper Unter den Linden.

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