RÉQUIEM CON KALMAR
Requiem Opus 89 (Antonín Dvorák). Temporada Orquesta y Coro de RTVE. 22-11-2013. Madrid, Teatro Monumental. Solistas: Svetla Krasteva (soprano), Alexandra Petersamer (Mezzosoprano), Gustavo Peña (tenor), Stephen Milling (Bajo). Coro de RTVE. Coro de la Comunidad de Madrid. Orquesta Sinfónica de RTVE. Director: Carlos Kalmar.
Compuesta en 1890 por encargo del Festival de Birmingham donde se estrenó en Octubre del año siguiente, el Requiem de Dvorak es una misa de difuntos plenamente romántica y por sus dimensiones, concebida directamente para la sala de conciertos, más que para interpretarse en un templo religioso. En la línea del magistral e inalcanzable modelo Verdiano, estamos ante un Requiem de apreciable factura y respetable duración, que pone el acento en el aspecto dramático sobre el litúrgico, sin llegar, lógicamente, a esas cotas sublimes, a ese nivel de sobrecogimiento y acento en la posición central del hombre ante el Universo, la muerte y la religión, que atesora la misa del genio de Busetto.
Muy estimable la labor de Carlos Kalmar, director titular de la casa, que si fue impecable en cuanto a sentido de la construcción, concertación, cuadratura y rigor musical, no por ello olvidó el pulso, los contrastes dinámicos y las tensiones, además de lograr un gran rendimiento de la Orquesta de RTVE, totalmente disciplinada y embridada por su batuta. A destacar la cuerda de la formación, de sonido compacto, terso y brillante, que se lució en momentos como el "Confutatis" donde, con ecos wagnerianos, pare evocar las llamas donde se arroja a los condenados. Una mención también para las maderas por sus ajustadas y precisas intervenciones. Buena prestación, asimismo, del coro, reforzado por el de la Comunidad de Madrid, que resultó justamente ovacionado por su sonido pleno, vigoroso, amplio y su buena hechura musical. La interpretación, siempre en progresión, alcanzó un buen clímax emotivo al final con el "Pie Jesu" y, sobretodo, el "Agnus Dei" rubricado por el silencio recogido del público que no irrumpió en sus aplausos hasta que el Maestro Kalmar bajó sus brazos.