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Crítica: Daniel M. Gil de Tejada dirige «La cenerentola» de Rossini en Sabadell

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
8 de noviembre de 2019

Princesa por sorpresa

Por Albert Ferrer Flamarich
Sabadell. 23-X-2019. Teatro de la Farándula. Rossini: La cenerentola. Carol García (Cenerentola), Don Ramiro (Pablo Martínez), Carles Pachón (Dandini), Fernando Álvarez (Don Magnifico), Elisa Vélez (Clorinda), Anna Tobella (Tisbe), Marc Pujol (Alidoro). Coro AAOS. OSV. Daniel M. Gil de Tejada, director musical. Pau Monterde y Miquel Gorriz, directores de escena.

   La Asociación de Amigos de la Ópera de Sabadell (AAOS) inició su temporada con La cenerentola (1817) de Rossini. Un título que ha seguido las credenciales de la entidad: con muchos cantantes nacionales, trabajo diligente y un éxito artístico que ha gozado de la aceptación del público. El montaje ideado por Pau Monterde y Miquel Gorriz explica la historia con inteligibilidad, humor y elegancia, enmarcándola en una belle èpoque más indicativa que rigurosa. Juega con un dinamismo escénico exitoso, sin histrionismos, incluyendo algunos bailes (excesivos ciertamente en algunos números, particularmente los de las hermanastras, aunque necesarios para evitar el estatismo) y recursos del cine cómico (Chaplin y Groucho Marx), a la vez que depara algunas sorpresas (accidente de coche) y gags. Además, suple la lentitud de los cambios de decorado (coche, tormenta, cambios de vestuario, escenas delante del telón) haciendo gala de imaginación teatral y superando la austeridad y el minimalismo a que obligan un presupuesto demasiado ajustado.


   Igualmente meritoria se mostró la OSV bajo la dirección de Gil de Tejada en otro de los estrenos de alto rendimiento: sección de cuerda en buena forma y maestría en el acompañamiento de las voces. Especialmente, en números de la dificultad de los quintetos, el concertante final del acto I y el magistral sexteto «Questo è un nodo aviluppato», donde el reparto -equilibrado y convincente- también sobresalió en el canto sillabato, la entonación y el movimiento escénico (gesto, la posición del cuerpo, la mirada). No obstante, la obertura sonó algo lenta y poco efervescente.

   La mezzosoprano española Carol García demostró su valor internacional con una Cenerentola humana y cándida. De timbre bien esmaltado, brilló con una lección canora: magnífica volate (escalas rápidas), fraseo y matices dinámicos, coronando un rondo final para enmarcar, regalándose puntualmente con alguna ornamentación. Sin duda: de lo mejor que ha pisado la Faràndula en los últimos años. El Don Ramiro de Pablo Martínez apunta a una voz a considerar por el timbre claro, la agilidad, la fluidez y la seguridad técnica. El aria «Sí, ritrovarla io giuro» fue la mejor carta de presentación, mientras que Carles Pachón (Dandini) afirmaba su meteórica carrera en la comodidad del registro central, la convicción escénica y la resolución de los dúos cómicos. Con el buen recuerdo de su Falstaff la temporada anterior, Fernando Álvarez volvía con un personaje caricaturesco del cual extrajo mucha vis cómica, dominio del parlato y clara sinergia con algunos motivos musicales, a pesar de un canto lastrado por cierta fatiga vocal. Satisfactorio también el Alidoro de Marc Pujol, muy correcto en lo vocal y en lo actoral.

   El dueto de hermanas de Anna Tobella (Tisbe) y Elisa Vélez (Clorinda) interaccionó adecuadamente, destacando esta última en su aria final. Por su parte, el coro masculino acusó la falta de efectivos, especialmente de los jóvenes y técnicamente mejor preparados, a pesar del esfuerzo en el dinamismo escénico. La inyección de la FOC (Fundación Ópera de Cataluña) que a lo largo del 2020 ha de quedar definitivamente constituida, deberá reparar esta carencia. Es muy urgente. Dotar de una estabilidad y salubridad económica al coro de la entidad garantizará la eficacia la regularidad canora de uno de los puntales de la entidad.


   La producción además participaba del proyecto de la Escuela de Ópera que, desde 1996, ofrece la posibilidad de trabajar un título durante dos meses intensivos a jóvenes cantantes seleccionados que aspiran a la profesionalización. En dos funciones a precios populares, jueves y sábado, nuevamente la calidad media fue altísima, muy bien defendida escénicamente. Destacó la protagonista encarnada por Andrea Orjuela de centro y agudo amplio, timbre oscuro y línea de canto muy bien trabajada; Jan Antem (Dandini), con una capacidad de actuación y una voz baritonal a tener en cuenta por la madurez adquirida; Alejandro Baliñas de volumen muy caudaloso que apunta a un futuro bajo profundo; y las dos hermanastras encarnadas por Cristina Laia y Lucia Iglesias, de afinación y musicalidad innegables.

Foto: A. Bofill

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