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Crítica: The Toronto Consort ofrece «Night Games», un multidisciplinar espectáculo sobre repertorio madrigalístico

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Autor: Giuliana Dal Piaz
8 de mayo de 2019

La comedia madrigalesca

Por Giuliana Dal Piaz
Tonronto. 03-V-2018. Trinity-St.Paul’s Centre. Músicas de Orazio Vecchi, Adriano Banchieri, Fabritio Caroso, Orlando di Lasso, Adriano Willaert, Filippo Azziolo, Jean-Baptiste Besard, Cesare Negri, Michael Praetorius. Dirección artística: Katherine Hill. Coreografías: Marie-Nathalie Lacoursière. The Toronto Consort: Katherine Hill [soprano, viola da gamba], Michèle DeBoer [soprano], Paul Jenkins [tenor, clave], Cory Knight [tenor], John Pepper [bajo], Laura Pudwell [alto], Kirk Elliot [acordeón, violín, mandolina, gaita], Ben Grossman [colascione, hurdy-gurdy, percusiones;] Esteban La Rotta [laúd, guitarra renacentista], Alison Melville [flauta transversa, flauta], Marie-Nathalie Lacoursière, Stéphanie Brochard, Pierre-François Dollé [bailarines].

   Ultimo concierto de la temporada 2018-19 del conjunto de música antigua The Toronto Consort, Night Games es un espéctaculo muy diferentes a los que hemos visto hasta ahora: en esta ocasión, música del siglo XVI y principios del XVII se combina con el teatro y la danza, en una reedición de la que se llamara en su momento commedia madrigalesca. El autor más prolífico de este género –difundido sobre todo en el norte de Italia y en particular en la provincia veneciana– era Orazio Vecchi, al que se deben diez de las piezas ejecutadas; pero era también practicado por Adriano Banchieri, Fabritio Caroso, Orlando di Lasso, Adriano Willaert, Filippo Azziolo, el francés Jean-Baptiste Besard, Cesare Negri, y el alemán Michael Praetorius, también autor de un famoso tratado musical en tres tomos y de muchísimas piezas religiosas, como las Vísperas Navideñas.

   Night Games nos transporta al theatrum mundi del Renacimiento –un escenario en el cual público y expectadores comparten el drama de la vida terrena–, cuando iban surgiendo al mismo tiempo la ópera propiamente dicha (el Orfeo de Claudio Monteverdi, considerada la  primera ópera lírica propiamente dicha, es de 1607) y la comedia madrigalesca. Esta se basaba en la combinación de los caracteres de la commedia dell'arte con el madrigal, poema cantado por varias voces.

   El director artístico de este concierto, Katherine Hill, empieza su presentación con una máxima de Demócrito (El cosmos es un escenario, la vida una salida a escena: llegas, ves, te vas), recordando que las máscaras de la comedia y la tragedia que simbolizan al teatro en el mundo occidental, son de hecho la estilización del rostro de Demócrito, para la comedia, y de Heráclito para la tragedia. Ellas son la metáfora del theatrum mundi, en el cual todos son/somos al mismo tiempo actores y espectadores.

   En el theatrum mundi renacentista se inspira Hill, para crear esta visita al mundo de la comedia madrigalesca, que florece en el norte de Italia a finales del siglo XVI y principios del XVII para luego desaparecer, y se consolida en cambio la ópera propiamente dicha (el Orfeo de Monteverdi se estrenó en 1607).

   El público ha reaccionado muy positivamente a la mexcla de los tres tipos de comunicación teatral (música, canto y danza) que es típica de la comedia madrigalesca, con la presencia en escena de tres extraordinarios bailarines, la también directora de comedia del arte y coreógrafa Marie-Nathalie Lacoursière, con otros dos artistas: ellos interpretan, con gracia y gran sentido del humor, motivos de danza sacados de manuales del siglo XVI, madrigales e imitaciones de Orazio Vecchi (L’Amfiparnaso, Selva di varia ricreatione o Le Veglie di Siena), pero también La Pazzia senile de Andrea Falconieri, cuya música comenta dos chanzas de Pantalón, o las piezas cómicas «Matona mia cara» (imitazione di un Todesco) e «Chi chi li chi» de Orlando di Lasso, utilizando tropos y técnicas de la comedia del arte del siglo XVI. Sus movimientos acompañan y enfatizan el «diálogo» entre voces, muy común en el madrigal, en que varios grupos vocales representaban la conversación entre dos o más personas. A final de cuentas, es el madrigal el auténtico protagonista del espectáculo, en su forma original de poema profano cantado por tres, cuatro, hasta ocho voces. Muy popular en su época, se utilizaba tanto en público como en privado, y abarcaba desde el tono académico al serio o al pastoral, de la tomada de pelo cordial hasta la malhablada o abiertamente vulgar.

  The Toronto Consort es, de por sí, un conjunto pequeño, cuyo fundador/director David Fallis se ha retirado hace poco de la actividad, pero ha reclutado para este espectáculo a otros tres artistas canadienses muy conocidos en patria y en el exterior: al músico, arreglista y compositor Kirk Elliott, capaz de tocar más de 25 instrumentos diferentes, al tenor Cory Knight y al lautista Esteban La Rotta. En el «escenario» del Trinity-St.Paul’s Centre, se ha montado una especie de teatro de títeres, con una escena urbana pintada, y una sencilla cortina roja de la cual salen los bailarines. Sobre la escena pintada, se han proyectado los subtítulos en inglés que han permitido al público entender los versos de los madrigales. La traducción, muy buena, ha suavizado alguna chocarrería del texto original.

   Un óptimo cierre de temporada, que ha divertido y enseñado algo nuevo al público aficionado a la música antigua.

Fotografía: Paul Orenstein.

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