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CD: 'La Passione', sello de Calidad Codalario para el comienzo del proyecto 'Haydn2032'

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Autor: Mario Guada
15 de abril de 2015

Codalario otorga su Sello de Calidad a este primer volumen de Haydn2032, un ambicioso y espectacular proyecto que pretende grabar y editar la integral de sinfonías del compositor austríaco a lo largo de 18 años.

EL COMIENZO DE TODO UN HITO DISCOGRÁFICO

Por Mario Guada

Haydn 2032 | No. 1 La Passione. Música de Franz Joseph Haydn y Christoph Willibald Gluck. Il Giardino Armonico | Giovanni Antonini. Joseph Haydn Stiftung Basel | Alpha Production, 1 CD en edición de coleccionistas, 2014. T.T.: 70:52.

   Hay proyectos discográficos que suponen per se un absoluto hito. En los últimos años hemos presenciado algunos de ellos, como la integral de cantatas bachianas llevadas a cabo por autores como John Eliot Gardiner, Masaaki Suzuki o Ton Koopman; la integral del corpus compositivo de Dieterich Buxtehude, firmada por el propio Koopman; la Vivaldi Edition, que pretende grabar toda la obra vivaldiana conservada en la Biblioteca Nazionale Universitaria de Torino, de la mano de varios conjuntos de fama internacional; o la integral de sonatas para clave de Scarlatti que grabara en su día el gran Scott Ross, por ejemplo.

   Pues bien, este que tenemos aquí pasa a engrosar, sin duda alguna, esta lista, porque bajo el nombre de Haydn2032 se proyecta grabar la integral de las sinfonías que Franz Joseph Haydn [1732-1809] compusiera a la lo largo de su vida y que culminará precisamente para conmemorar en 2032 el 300 aniversario de su nacimiento. No se trata de una novedad, puesto que las 107 sinfonías de Haydn ya han sido grabadas en su totalidad por varias orquestas del mundo e incluso por alguno de los conjuntos historicistas más prestigiosos –es célebre la versión de Christopher Hogwood al frente de The Academy of Ancient Music–. El proyecto nace dentro de la Joseph Haydn Stiftung Basel, que ha planeado grabar el más de centenar de sinfonías de la mano de Giovanni Antonini al frente Il Giardino Armonico y Kammerorchester Basel, ambas formaciones de gran calado en la interpretación de la música del XVIII con criterios e instrumentos históricos.

   Bajo el título de La Passione se presenta el primer volumen de este magno proyecto, que incluye tres sinfonías del autor austríaco, además del ballet Don Juan ou Le Festin de Pierre, de Christoph Willibald Gluck [1714-1787].

   Las tres sinfonías que componen este volumen inicial son las números 39 HOB. I:39, 49 HOB. I:49 y 1 HOB. I:1. La sinfonía no. 1 data de 1757, su época pre-Esterházy y es una de las más antiguas. Se compuso probablemente para el Conde Morzin. Se trata de una pieza en la tonalidad de Re mayor –muy favorable para el viento-metal–, compuesta para cuerda, 2 oboes y dos trompas, y que consta, como el modelo previo de la sinfonía barroca, de tres movimientos: un poderoso Presto inicial –fantástico el juego de contraste entre el tutti orquestal y el pequeño motivo de la cuerda–, al que le sigue un Andante liviano provisto de cierta ligereza y en el que el viento no participa; para terminar con un Finale: Presto de gran sonoridad y algunos toques casi cercanos a la fanfarria. Es difícil encontrar antecedentes o modelos en la obra de Haydn en sus comienzos, aunque algunos han querido ver en el comienzo de esta sinfonía no. 1 reflejos de la llamada Escuela de Mannheim, especialmente por el recurso muy utilizado del crescendo orquestal.

   Por su parte, la sinfonía no. 39, en la tonalidad de Sol menor, data de 1765. Y es precisamente en su tonalidad donde encontramos el principal aporte de Haydn con esta obra a la historia de la música, pues es la única contribución que realiza a las sinfonías de la escuela vienesa en esta tonalidad de Sol menor, y que parece ser la primera obra sinfónica desde 1757 escrita en una tonalidad menor. La instrumentación requerida es de 4 trompas, 2 oboes y cuerda, lo que para algunos supone todo un ejercicio de genialidad, especialmente por utilizar un par de trompas en Si bemol y el otro par en Sol sonando a la vez, algo que no suele realizar con asiduidad, puesto que lo habitual era alternar su presencia. Se estructura en torno a cuatro movimientos: un vigoroso Allegro assai en el que las trompas dominan el intrigante comienzo, para dar paso a un tutti orquestal y a un posterior dominio de la cuerda –que repite un precioso motivo hacia la parte final de la exposición– y los oboes, con gran dominio de las dinámicas bajas; le sigue un Andante en compás ternario [3/8] con un bajo muy marcado, en una escritura algo inusual para Haydn; el ternario sigue marcado gracias al Menuet. Trio posterior, de corte muy clasicista y en el que el peso del viento en evidente; para concluir con un Finale: Allegro di molto, de carácter agitado y un contraste muy incisivo tanto en la figuración como en la dinámica.

   La tercera sinfonía presentada es la que da título al registro, La Passione, sinfonía no. 49, en la tonalidad de Fa menor, que data de 1768 y es la única de las tres aquí grabadas de la que se conserva el manuscrito autógrafo, albergado hoy en el Musik- och teaterbiblioteket de Stockholm. El sobrenombre de La Passione no es original ni  corresponde a su autor, sin embargo ha sobrevivido a los años y se la sigue conociendo como tal. Queda apuntado en un documento de 1811 que Haydn había perdido a un familiar recientemente y de ahí el sobrenombre y el carácter en cierta manera melancólico de la pieza, aunque como sucede con la mayoría de las obras de su etapa temprana y media apenas se conocen los motivos e implicaciones del autor en la obra. La sinfonía, compuesta para 2 trompas, 2 oboes y cuerda, comienza con un Adagio repleto de ternura y delicadeza con gran protagonismo de la cuerda; le sigue un trepidante Allegro di molto en el que los violines I desarrollan un fulguroso tema que será desarrollado durante el movimiento; el Menuet. Trio sirve para dar un pequeño respiro ante tanta melancolía y –en cierta manera– agresividad contrastantes, en el que observamos la ligereza propia del ternario y de este tipo de movimientos en las sinfonías del Clasicismo, con gran protagonismo del viento, que sostiene gran parte del movimiento; la sinfonía concluye con un Finale: Presto con el que regresamos a la brusquedad, a las figuras breves, al calor de la agitada rítmica, para concluir una sinfonía de tintes enérgicos.

   Como aporte extra en la grabación se incluye el ballet pantomime Don Juan ou Le Festin de Pierre, una obra compuesta en 1761 por Christoph Willibald Gluck. Esta obra supuso en su momento un acontecimientos de dimensiones mucho más importantes de lo que cabría pensar en un principio, puesto que se trata de la primera obra en la que la acción dramática se mantiene únicamente con música instrumental, sin un solo fragmento cantado ni hablado, además de gracias al uso de la gestualidad corporal. Existen principalmente dos versiones de esta pieza: una larga, que contiene 30 números, y una corta, que consta de 15 y que parece ser la original de 1761 –que se graba aquí–. Es música realmente muy descriptiva, que pinta escenas de manera muy particular y que tiene en alguno de sus números un cierto olor español. Es música con una claro toque italianizante y que se ha introducido aquí como complemento porque en cierta manera ambos muestran una mentalidad similar y alguno aspectos concretos coincidentes para mostrar diferentes cuestiones en sus respectivas obras. Si Don Juan se erige como el primer ballet con pantomima, en el que se es capaz de mostrar pasiones humanas solo con la música y el gesto, en estas sinfonías de Haydn se observa un vocabulario similar de la retórica gestual, al menos así lo defiende Bernhard Lassahn en las notas críticas.

   Los encargados de estrenar tan ambicioso proyecto son Giovanni Antonini, director italiano de gran calado, no ya solo en la música barroca, sino también en el Clasicismo e incluso en la música del XIX; quien está el frente de Il Giardino Armonico, conjunto historicista que él mismo fundara en 1985. Si bien el conjunto saltó a la fama mundial por sus enérgicas lecturas de las obras instrumentales de Vivaldi, posteriormente han abierto su mente hacia repertorios diversos y más tardíos. En su discografía no se encuentran, sin embargo, muchas referencias dedicadas a la música del Clasicismo, de hecho únicamente hayamos una, un disco titulado La Casa del Diavolo, con obras de Gluck, Carl Philipp Emanuel Bach, Wilhelm Friedemann Bach, Pietro Locatelli y Luigi Boccherini. Es por eso que nos sorprendió en cierta manera la elección de estos intérpretes para llevar a cabo todo un proyecto como este, lo cual implica un conocimiento del lenguaje y de la interpretación profundos –no es lo mismo tocar Haydn que Vivaldi, es obvio–. Pues escuchado convenientemente el presente registro podemos decir que la elección es absolutamente acertada y que se sostiene de manera fantástica per se.

   El trabajo de los instrumentistas es realmente pulcro, logrando un sonido exquisito en cada pasaje. La formación no es tan amplia como parece que se tiene asimilado para este tipo de obras –los apasionados de las grandes orquestas sinfónicas para este repertorio no encontrarán aquí eso buscan, pero sí otras muchas de las que quizá puedan aprender algo–, pues la cuerda es en cierta manera reducida [4/4/2/2/1], además de los instrumentistas de viento convenientes, con los dos oboes, las cuatro trompas, un fagot, el clave y unas castañuelas para una pequeña intervención en Gluck. Como decimos, el trabajo de todo ellos resulta admirable. Se plasma aquí un Haydn más íntimo, pero no raquítico; más articulado, pero no desmesurado; con más carácter, pero no desproporcionado; más elegante, pero no pastoso. Unas sinfonías que aparecen clarividentes en las líneas y su equilibrio, con un control de las dinámicas excelso –las dinámicas bajas son realmente poderosas–, muy contrastantes en el carácter de los diversos movimientos y pasajes, pero que fluye de manera muy natural y que encaja a las mil maravillas, como un engranaje perfecto. El trabajo de Antonini al frente es como él mismo, dinámico, preciso, profundo, a veces extremo, pero con sentido. Desde luego, si bien no es una sorpresa absoluta, sí que se muestran mucho más adecuados a este repertorio de lo que cabría pensar a priori. Esperemos la llegada de sinfonías de la etapa tardía, quizá más alejada del lenguaje que en cierta manera dominan estos intérpretes –pues aquí se graban obras de su período temprano y medio, los cuales están más cercanos al lenguaje barroco–. De cualquier forma, visto lo visto, nos esperamos lo mejor de ellos.

   El proyecto sale en dos formatos: uno habitual, en cedé, editado por Alpha, y otro segundo en edición para coleccionistas, con únicamente 1500 copias editadas, que se presenta en un gran formato –tamaño de vinilo, pero también en disco compacto–, con preciosas fotografías de Gueorgui Pinkhassov, además de unos textos del ya mencionado Bernhard Lassahn, todo ello supervisado por la editora Anna Iskina y con un gran trabajo de diseño por parte de ussus.kommunikation. Es necesario destacar el trabajo realizado por el musicólogo Christian Moritz-Bauer, quien ha ayudado a sostener la parte teórica del proyecto. Excelente trabajo, por lo demás, el de Tobias Lehmann en la toma de sonido, Julian Schwenkner en la edición y masterización y el Friedemann Engelbrecht en la producción. Este es, sin duda, un equipo bien avenido que trabaja de manera brillante para conseguir sacar productos de la excelencia del presente registro, que inaugura con magnificencia el que es, a todas luces, uno de los hitos discográficos del siglo XXI.

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