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CD: 'London. Arias for alto', Mineccia y Ensemble Odyssee rescatan a Ariosti

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Autor: Mario Guada
5 de octubre de 2016

Fantástico monográfico dedicado a uno de los operistas más desconocidos del Londres barroco, que es revitalizado en las exquisitas versiones de los intérpretes italianos en un nuevo triunfo para el sello escurialense.

ARIOSTI EXISTE

  Por Mario Guada
London. Arias for alto. Música de Attilio Ariosti. Filippo Mineccia • Ensemble Odyssee | Andrea Friggi. Glossa, 1 CD [GCD 923506], 2016. T.T.: 74:49.

   London fue en la primera mitad del siglo XVIII, sin ninguna duda, uno de los lugares más apasionantes en la historia de la música. El nacimiento y apogeo de la ópera italiana se produjo allí de la mano de grandes autores venidos de muchas partes. Célebres y bien conocidos son los casos de Georg Friedrich Händel y Nicola Porpora, quienes se enfrentaron por denominar la escena londinense. Pero estos no fueron los únicos autores que hicieron de este momento algo tan sumamente especial. El caso que aquí nos ocupa, del poco conocido Attilio Ariosti (1666-1729), es uno de los más interesantes. Ariosti, conocido como frate Ottavio tras ordenarse, tuvo una vida singular y realmente ajetreada. Similar en varios puntos a la de Agostino Steffani, Ariosti desarrolló una intensa labor como diplomático en varias cortes europeas –aunque no se tiene constancia de que ejerciera, como aquel, de espía–, además de desarrollarse como poeta, instrumentista y compositor. Tras pasar por varias cortes, sirviendo a algunas figuras de notable importancia, como Sophie Charlotte de Brandenburg, Joseph I en la corte vienesa, el Duque d’Anjou en Francia, terminço su carrera y vida en London, ahora sí, libre del servicio a la nobleza.

   Su estancia londinense se alargó desde 1716 hasta el fin de sus días en 1729. A pesar de lo poco que se ha conocido de este autor, el simple hecho de que compartiera el cargo en la dirección de la Royal Academy of Music con el mismísimo Händel y Giovanni Maria Bononcini debe servir para hacerse una idea de su capacidad musical y de lo mucho que era valorado en aquel momento. Allí desarrolló una intensa labor como operista, componiendo algunos dramas de una calidad excepcional, que sirvieron además para el lucimiento de algunas de las rutilantes estrellas del canto en aquel momento, especialmente uno de ellos, el célebre Senesino. A pesar de trabajar junto a estos autores en el King’s Theatre Heymarket, en cierto momento la fama y el éxito de Ariosti se fue diluyendo de manera considerable, para Friggi –autor de las notas críticas del presente registro– posiblemente por no saber adaptarse al permanente cambio de gusto del público londinense.

   El álbum, que lleva el incompleto título de London. Arias for alto, recoge un total de diecisiete piezas, repartidas entre un máximo de ocho obras para la escena. De ellas, tres pertenecen a su época anterior a la capital inglesa, concretamente a la vienesa, representadas por I glorioso presagi di Scipione Africano [1704], La profezia d’Eliseo nell’assedio di Samaria [1705] y La madre de’Maccabei [oratorio, 1704]. El resto provienen de London: Vespasiano [1724], Caio Marzio Coriolano [1723], Aquilio Consolo [1724], Dario [1725] y Tito Manlio [1717]. El registro es un magnífico catálogo de las enormes capacidades compositivas de Ariosti, tanto en la melódico –algunas arias son realmente hermosas, como Sorga pur l’opressa Roma; Premerà soglio di morte; Spirate, o iniqui marmi; Venga, pur quel sì terribile; Io spero che in quei guardi–, otras ejemplos de su magnífica elegancia y dominio instrumental –Bella mia, lascia ch’io parta, con su exquisita parte para tiorba sola, o la escritura realmente aguda para los chelos en algunas arias de La madre de’ Maccabei–, y todas, sin duda, muestra de la influencia de la ópera italiana y el estilo händeliano en muchos de sus pasajes.

   La interpretación vocal solista corre a cargo del contratenor italiano Filippo Mineccia, que a pesar de su juventud tiene ya a sus espaldas una notable discografía, acompañando a conjuntos de gran importancia a nivel mundial, como I Turchini | Antonio Florio, Il Complesso Barocco | Alan Curtis, Stile Galante | Stefano Aresi, Auser Musici | Carlo Ipata y Ensemble Mare Nostrum | Andrea de Carlo. Su voz es de un gran interés, una mezcla cálida en su timbre, con su capacidad expresiva y su noble dicción. Por momentos recuerda a Philippe Jaroussky, en otros a Carlos Mena, pero siempre es él mismo, y consigue desarrollar una línea de canto delicada, con hermosa proyección en el registro medio-grave, aunque hay también algunos momentos de cierta arista en el agudo. Emular a algunos de los grandes castrati de la edad dorada, como Senesino, es tarea imposible, pero sin duda Mineccia sale airoso en este gran registro, en el que consigue dar vida con verdadera pasión y brillantez a las fantástica líneas vocales del gran Ariosti.

   El acompañamiento corre a cargo del Ensemble Odyssee, que mantiene una relación estrecha con Mineccia desde hace años y con el que ya ha colaborado en otras grabaciones previas. El conjunto se compone para la ocasión de un nutrido conjunto orquestal formado por 23 instrumentistas, con notable profusión de cuerda, también de viento madera y hasta trompetas, con la que dar vida a las bellas arias y a los pasajes puramente instrumentales de Ariosti. Como comento Andrea Friggi, clavecinista y director del conjunto, Ariosti –a pesar de que no se han conservado los manuscritos de ninguna de las piezas aquí grabadas– parecía extremadamente meticuloso a la hora de señalar qué instrumentos debían interpretar según qué partes. Y es por eso que Friggi y su ensemble han querido mantenerse muy respetuosos con dichas indicaciones. Del mismo modo, la alternancia entre las partes tutti, los diferentes continuos posibles o simplemente senza cembali están también indicadas por Ariosti, lo que da una guía fabulosa para recrear de manera fiel sus exigencias. Además, Friggi y los suyos se han preocupado en conocer a fondo el número de intérpretes y las plantillas utilizadas por la orquesta del King’s Theatre en aquel momento, con el fin de perseguir ese sonido lo más pulcro posible. Por si fuera poco, las ornamentaciones para los da capo se han basado, de manera rigurosa, en algunos originales händelianos conservados, en una búsqueda más de la mayor exigencia histórica posible. El resultado global es absolutamente magnífico, con un solista de gran nivel, una orquesta pulida y que rebusca en el pasado la forma de emocionar en pleno siglo XXI, además de un director con un profundo conocimiento y que se basa en el estudio riguroso y en la capacidad expresiva –sin buscar lo superfluo– para llegar al público.  

   La labor de intérpretes entregados con pasión a devolver con orgullo la figura de Ariosti al lugar que justamente merece es, per se, digna de alabanza. Pero cuando además se hace así de bien, con esta calidad, inteligencia y expresividad, no se puede menos que felicitar de manera efusiva a estos, así como al sello Glossa, que una vez más sabe apostar por proyectos que realmente aportan referencias absolutamente indispensables y que rellenan los huecos que lamentablemente la historia, de manera claramente discutible, se ha encargado de dejar. Un disco absolutamente hermoso y que cabe recomendar una y otra vez, con total vehemencia.

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