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Crítica: 'La Bohème' en el Palau de Les Arts de Valencia

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Autor: Alejandro Martínez
3 de octubre de 2015

EL ARTE DE AMORTIZAR

Por Alejandro Martínez

Valencia. 02/10/2015. Palau de Les Arts Reina Sofía. Puccini: La Bohéme. Angel Blue (Mimì), Giordano Lucà (Rodolfo), Lina Mendes (Musetta), Germán Olvera (Marcello), Aldo Heo (Schaunard), Felipe Bou (Colline), Michael Borth (Benoit), Pablo Aranday (Alcindoro), Emmanuel Faraldo (Parpignol), Bonifaci Carrillo (Sargento), Boro Giner (Aduanero) e Ignacio Giner (Vendedor). Orquesta de la Comunidat Valenciana. Coro de la Generalidad Valenciana. Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats. Escola Coral Veus Juntes de Quart de Poblet. Dirección musical: Manuel Coves. Dirección de escena: Davide Livermore.

   No es España país de reposiciones. De hecho, raramente se amortizan las producciones propias de los teatros recurriendo a su nueva puesta en escena. Cuando, como es el caso que nos ocupa, no sólo se da una reposición sino que ésta se enmarca además en una tanda de funciones populares, entonces el acierto es doble. Esta Bohéme escenificada por Livermore se estrenó en 2012, bajo la batuta de Chailly. Y se repone ahora para inaugurar la sesión 15/16 del Palau de Les Arts, centrando la atención de la llamada Pretemporada, una idea forjada por Helga Schmidt y que Davide Livermore, el actual intendente de la casa, reconoce haber acogido como propia habida cuenta de su conveniencia y viabilidad.

   La propuesta escénica de Livermore es ocurrente, funcional y con la amalgama justa de imaginación y tradición. Recurriendo a ilustraciones animadas tomadas del devenir pictórico de finales del XIX y principios del XX, es en suma un trabajo ejemplar en su condición, con una aseada dirección de actores, en ningún caso presuntuoso y que no busca otra cosa que servir con acierto a una obra que tenemos ya demasiado fijada en la retina como para prestarse a cualquier experimento superficial. Aunque esmerada, valiente y detallista, la batuta de Manuel Coves, un pianista que recientemente ha tomado la senda de la dirección orquestal, tuvo algunos problemas para manejar las estructuras y dinámicas de la compleja y rica orquestación de Puccini, si bien contaba con el respaldo de una orquesta que, a pesar de sus últimos recambios, sigue ofreciendo un nivel envidiable e incomparable entre los fosos de nuestro país.

   En el reparto destacaron las dos voces protagonistas, sobre todo el instrumento fácil, eso y bien timbrado de la joven soprano Angel Joy Blue (1984), dueña de un fraseo entusiasta y comunicativo. Lo mismo cabe decir del instrumento bien domeñado del también joven tenor italiano Giordano Lucà (1988). Su canto es fácil, de un lirismo natural y se encarama al tercio agudo sin demasiados apuros. Buen trabajo asimismo del resto de voces, sobre todo los barítonos Germán Olvera como Marcello y Aldo Heo como Schaunard. Precios populares, reparto de artistas noveles y entusiastas, producción vistosa y una obra imperecedera… Éxito asegurado y ejemplo del arte de amortizar, poco frecuentado en nuestros lares. No fue una función memorable, pero sí un espectáculo digno y elogiable, al servicio de ese maravilloso manipulador de nuestros sentimientos que fue Giacomo Puccini.

Fotos: Tato Baeza / Palau de Les Arts

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