Crítica de Magda Ruggeri Marchetti de la ópera Lucia di Lammermoor de Donizetti, dirigida por Daniel Oren en Bolonia
Amor y locura
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. 20-II-2025. Teatro Comunale Nouveau. Lucia di Lammermoor [Gaetano Donizetti / Salvadore Cammarano]. Lucas Meachem [Lord Enrico Ashton], Jessica Pratt [Lucia], Iván Ayón Rivas [Sir Edgardo di Ravenswood], Vincenzo Peroni [Lord Arturo Bucklaw], Marko Mimica [Raimondo Bidebent], Miriam Artiaco [Alisa], Marco Miglietta [Normanno]. Orquesta y Coro del Teatro Comunale. Director de escena: Jacopo Spirei. Director musical: Daniel Oren.
La primera representación de esta ópera tuvo lugar en el teatro San Carlo de Nápoles el 26 de septiembre de 1835. Derivada de la novela de Walter Scott The Bride of Lammermmoor, en la que los nobles sentimientos de la juventud que encarnan Lucía y Edgardo se verán frustrados por la presión social de los prejuicios e intereses de los adultos. Lucía debe sacrificar su felicidad por las presiones de su hermano que, aliado con su educador, la obliga a un matrimonio de conveniencia llevándola a la locura y a la muerte. Apenas firmado el contrato de matrimonio, el retorno imprevisto de Edgardo altera el precario y resignado equilibrio psíquico de Lucía, en particular cuando aquél le escupe su indignación por haberle abandonado.
El montaje de Bolonia es una coproducción con la Fondazione Teatro Donizetti di Bergamo y con respecto a la versión francesa adoptada en aquél festival en 2023 introduce ulteriores adaptaciones. Las escenas realizadas por Mauro Tinti y acertadamente iluminadas por Giuseppe Di Iorio han sido decididas por el director Jacopo Spirei, que ha querido recrear un bosque estilizado con referencias muy antiguas: el cuadro de Botticelli que representa la fuga de una mujer en el bosque puede hacer pensar que esté perseguida por un grupo de hombres. El director muestra su convicción de que la idea del poder es un reflejo de la masculinidad y por ello en el final hay tantas referencias a ruinas masculinas: la desnuda carcasa ennegrecida del automóvil quemado representa el pasado de Edgardo, pero refleja también la situación de un varón moderno cada vez más desintegrado. Según el director el mundo patriarcal está superado y para sobrevivir debe reinventarse.
La concertación de Daniel Oren fue sombría y dramática desde el preludio en el lúgubre resonar de las trompas y la recitación febril del coro que abre la ópera. El maestro pareció querer enfatizar la dimensión romántica de la partitura alternándola con momentos de lirismo: el arpa que introduce a Lucía, el melancólico dúo entre Lucía y Edgardo, el conmovedor violonchelo que acompaña el suicidio de este último. En otros momentos Oren desencadena toda la orquesta como en la cabaleta de Enrico o en el cierre del concertado del segundo acto. Magnífico el sublime sexteto «Chi mi frena». Donizetti tuvo la idea de utilizar un instrumento especial, la glassarmonica, cuya sonoridad podía describir de la mejor manera el estado de ánimo de la protagonista. En esta velada el instrumento, tocado por el virtuoso intérprete Philipp Marguerre, es el verrophone, moderno heredero de la glassarmonica y del arpa de cristal (glass harp). El maestro sostuvo a los cantantes en los momentos más exigentes y. también el coro preparado por Gea Garatti Ansini contribuyó a la belleza musical.
Bueno el cast: el barítono Lucas Meachem es un Enrico cruel y despiadado con su hermana Lucía, que reduce a un objeto al servicio de sus intereses. Su voz es plena, de intensa musicalidad, buen timbre, con fraseo cuidado y sin problemas en el registro agudo. La soprano Jessica Pratt, magnífica Lucía, que con timbre claro, óptimo fraseo y emisión bien proyectada, cantó el aria «Il dolce suono» maravillosamente y se reveló óptima actriz en especial en la escena de la locura. El tenor Iván Ayón Rivas (Edgardo) con gran potencia vocal, agradable timbre, pefecto fraseo y agudos brillantes en su dúo con Lucía «Io di te memoria viva sempre o cara serberò» mostró ser también óptimo actor sabiendo expresar el sufrimiento por el forzoso abandono de la amada. Marko Mimica representó muy bien la ambiguidad de Raimondo Bidebent, un personaje del que se fia Lucía sin percatarse de su doblez, Su voz es potente con gran fiato como demostró en el aria «Ah! Cessate quel contento». El tenor Vincenzo Peroni bordó a Lord Arturo Bucklaw, diferenciándose de los demás cantantes por el claro timbre de suvoz. Correctos Miriam Artiaco como Alisa y Marco Miglietta como Normanno.
Los aplausos al cierre del espectáculo premiaron a los cantantes, a la orquesta del Teatro Comunale y a su director, y menos a la puesta en escena, que recibió algún abucheo de un público disconforme con los cortes de la adaptación y las interrupciones por unos cambios de escena poco evidentes.
Fotos: Andrea Ranzi
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