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Crítica: María José Montiel y David Alegret inauguran las 'Nits de música al claustre' en Sant Cugat

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Autor: Sílvia Pujalte
25 de junio de 2015

EN RECUERDO DE VICTORIA DE LOS ÁNGELES

Por Sílvia Pujalte
Sant Cugat del Vallès. 21/6/2015. Claustro del monasterio. Nits a Sant Cugat. Obras de Sabatés, Toldrà, Montsalvatge, Halffter y otros. David Alegret, tenor, María José Montiel, mezzosoprano y Rubén Fernández-Aguirre, piano.

   Acaban las temporadas regulares de música y comienzan los festivales de verano: iglesias, claustros, jardines y plazas se convierten en auditorios durante unas semanas. Las "Nits de música al claustre", incluidas en las "Nits de Sant Cugat" (que ofrecen también teatro y cine) comenzaban en el monasterio de Sant Cugat el pasado domingo 21, coincidiendo con el Día Internacional de la Música. Este año se conmemoran diez años de la muerte de Victoria de los Ángeles y entre las actividades organizadas para homenajearla se encontraba este recital, protagonizado por el tenor David Alegret, la mezzosoprano María José Montiel y el pianista Rubén Fernández Aguirre.

   De hecho no fue un recital conjunto sino dos pequeños recitales con programas independientes, el primero del tenor y el segundo de la mezzo, que sólo se encontraron al final para ofrecer juntos una propina. David Alegret eligió canciones de Jordi Sabatés y Eduard Toldrà, las mismas que tuvimos ocasión de escucharle hace unos meses en el Palau de la Música Catalana. De las tres canciones de Sabatés sobre poemas de Josep Sebastià Pons dijimos entonces que era la primera vez que Alegret las interpretaba y echamos de menos la necesaria interiorización; también era la primera vez que esta cronista las escuchaba y el reencuentro confirmó la primera impresión, tanto en cuanto a su interés como su exigencia hacia el cantante. Esta vez David Alegret las hizo brillar, haciendo eso tan difícil de hacer pasar por fácil lo que no lo es. Alegret tiene muy buena dicción y un control muy bueno de los reguladores y del fiato y jugó muy bien estas bazas en las tres piezas de Sabatés. Además el entendimiento entre cantante y pianista fue también mejor que en el anterior recital y todo ello dio como resultado una interpretación convincente y expresiva del grupo de canciones; cabe destacar sobre todo la segunda, Perla del dia, brillantemente rematada con un agudo en pianissimo. En cuanto a las canciones de Toldrà quizás la interpretación no fue tan excelente como le habíamos escuchado pero estuvo a muy buen nivel, es un placer escuchar a David Alegret cantando Toldrà.

   María José Montiel escogió un programa muy variado que inició con una canción arriesgada, Cuba dentro de un piano de las Cinco canciones negras de Xavier Montsalvatge. Salió muy airosa del desafío; entre los versos de Alberti y los de Pereda en la Canción de cuna para dormir a un negrito, la mezzosoprano mostró una voz grande y de timbre precioso que se movía con facilidad en todo el registro. Fue muy destacable su interpretación de las tres canciones siguientes, Madre unos ojuelos vi (Toldrà), Ay che linda moça (Ernesto Halffter) y, sobre todo, Azulao (Jayme Ovalle), uno de los mejores momentos de la noche. No estuvo igual de acertada, sin embargo, en la interpretación de las dos mélodies que siguieron. Beau soir (Claude Debussy) es una canción ensimismada, una reflexión sobre el paso del tiempo que debería sonar recogida, como si cantante y pianista estuvieran reflexionando para si mismos, mientras que Montiel y Fernández Aguirre sonaron ambos expansivos. Algo similar sucedió con À Chloris (Reynaldo Hahn), que estuvo falta de intimismo y delicadeza.

   Me pregunto sobre la oportunidad de incluir fragmentos de ópera en un recital de canción que se podría haber cerrado con otras dos canciones; la primera aria elegida fue Mon coeur s'ouvre à ta voix, de Samson et Dalila (Camille Saint Säens), una pieza con una orquestación sensual y envolvente que se ve muy perjudicada por la reducción para piano. La segunda, la Habanera de Carmen, donde, ahora sí, María José Montiel volvió a ofrecer una estupenda interpretación, muy trabajada, llena de intención y matices.

   De las tres propinas que cerraron el recital, Rosó, interpretada por Alegret, El día que me quieras, interpretada por Montiel y el dúo Cállate, corazón, de Luisa Fernanda, nos detendremos en la primera. Rosó (o, para ser precisos, la Cançó de Blai) se "emancipó" del sainete Pel teu amor de Josep Ribas y se hizo tan popular que acabó convirtiéndose en una canción melosa y trivializada como pocas. De vez en cuando escuchamos una versión que no sé si recupera su espíritu original, porque no la he escuchado nunca en su contexto, pero sí nos reconcilia con esta canción indisolublemente ligada a la memoria de varias generaciones. ¿El secreto? Cantarla con sentimiento, sí, pero sobre todo con buen gusto y sin excesos, como hizo David Alegret en el claustro del monasterio.

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