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Crítica: 'Diálogos e Improvisaciones' de Jordi Savall en Sabadell

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
25 de junio de 2018

En el Mediterráneo de Savall

   Por Albert Ferrer Flamarich
Sabadell. 18-VI-2018. Diálogos e Improvisaciones. Espacio Cultural Fundación Sabadell 1859. Ferran Saval, tiorba. Pedro Estevan, percusiones. Jordi Savall, violas de gamba.

   En uno de los auditorios de Sabadell, el espacio cultural de Fundación Sabadell 1859 y bajo el título “Dialogo e improvisaciones”, Savall sirvió otra de sus propuestas tematizadas, estudiadas hasta el último detalle y estructuradas con el máximo rigor con las que retrata el espíritu intelectual y artístico de una época. Fruto de la filología y la investigación etnomusicológica, el programa basculaba sin intermedio entre la música popular y la culta; entre Oriente, Occidente y el Nuevo Mundo; entre la espontaneidad y la sofisticación del legado sefardita presente, por ejemplo, en el “Quijote” hasta algunas de las raíces tradicionales catalanas. Establecía, pues, una selección hábilmente construida, contrastada, que también conducía al oyente de la simplicidad de una misma melodía versionada en diferentes geografías del Mediterráneo, recordando que el antiguo Mare Nostrum no era solo un mar sino mil paisajes, hasta la plenitud de las improvisaciones evidenciando que sabe rodearse de talento y grandes especialistas.

   En este sentido, Pedro Estevan hizo gala de un sentido musical y un dominio de la variedad de efectos y acompañamiento con instrumentos de percusión dónde el matiz tímbrico, la sutileza del ataque y el seguimiento de las voces principales de la viola de gamba de Jordi Savall y la voz y la tiorba de su hijo Ferran ofrecieron una masterclass de música viva, casi un “work in progress”.

   La voz de Ferran Savall puede presentarse tan idiomática como mundana, entendida como anónima, como una más, y en ningún caso ni vulgar ni errática en la necesaria despersonalización para recrear un legado al que nos acercábamos como colectivo alejados de la búsqueda del artista icónico. Todo lo contrario que su padre y las tres violas de gamba con las que, desde la fuerza cubierta por el velo de la dulzura y la pulcritud máxima, se combinaba con el ejercicio técnico donde el virtuosismo y una cierta prestidigitación (tanto en el arco como en el juego de los dedos y el matiz de la sonoridad) animaba las reminiscencias celtas de la música del Nuevo Mundo o las variaciones de los cantos tradicionales.

   Como decía un venerado crítico ya retirado, Savall es un artista y un estudioso que entusiasma al público que le otorga toda la credibilidad como otro valor añadido, el máximo a que pueden aspirar los exegetas. Contemplarlo implica documentación sobre sonoridades antiguas que nos hablan como civilización. Lo hace desde una agudeza bien enraizada en la naturalidad y el respeto con que se emplea para hacer música. Savall es siempre una presencia idiosincrática en unas sesiones que van de mucho a más. Es captar como trascienden los soliloquios de una expresividad temperada en el aura mística del músico que no olvida el arranque virtuosísimo ni la afabilidad de unas explicaciones doctas, comedidas y oportunas entre los imperativos de los cambios de afinación o para devolver a la audiencia al programa. Unas explicaciones que en esta ocasión llegaron en la mitad del programa y aclaraban un concierto con el cual la sabadellense U y U promotores han vuelto a marcar una nueva cita del alto nivel en el calendario musical sabadellense.

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