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Crítica: Concierto del coro El León de Oro en el Centro Niemeyer de Avilés

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Autor: Nuria Blanco Álvarez
4 de enero de 2016

NOCHE DE PAZ, DE MARCO ANTONIO GARCÍA DE PAZ

Por Nuria Blanco Álvarez
Avilés. 3/I/16. Centro Niemeyer. Coro El León de Oro. Concierto de Año Nuevo. Director: Marco Antonio García de Paz.

   Las tres agrupaciones que conforman la masa coral El león de oro –en su versión infantil: Los peques del León de oro, juvenil femenina: Aurum y adulta- ofrecieron ayer  sendos conciertos en el Centro Niemeyer de Avilés (Asturias) para festejar el Año Nuevo a las 19h. y su repetición a las 21h. debido a la gran demanda de público.

   Sorprende el sitio elegido, la cúpula del centro cultural -donde habitualmente se celebran exposiciones- en lugar de cualquiera de los dos espacios con que cuenta para la celebración de conciertos. Una apuesta arriesgada, por lo novedosa, pero sin duda alguna acertada. A diferencia de las otras salas, esta ubicación cuenta con una magnífica acústica para las voces, que dotan a todo el espacio de una sonoridad de 360º, con un sonido envolvente propio de la más alta tecnología surround, a pesar de no estar amplificado.

   No puede dejar de llamarnos la atención que en un centro de vanguardia las salas de conciertos apenas programen actividades y sea precisamente la de mejor acústica la dedicada a la pintura, hecho que hemos descubierto por la iniciativa el director de esta agrupación coral en vez de por los correspondientes encargados del Niemeyer. Tampoco es de recibo que un lugar de reciente creación (se inauguró en 2011) y previsto para ofrecer actividades culturales para un amplio público, no tenga un aparcamiento con capacidad siquiera para la audiencia de una de sus salas más pequeñas.

   Afortunadamente lo que nos llevó allí hizo que estos inconvenientes quedaran en un segundo plano. Siempre resulta gratificante asistir a un concierto de una agrupación que lleva la calidad como sello distintivo, donde la entrega y el disfrute de sus componentes se transmite directamente al público que no puede más que dejarse llevar y disfrutar del momento, como hacen ellos.

   Como corresponde a un concierto de Año Nuevo, el repertorio se basó fundamentalmente en temas acordes con la época y en latín –un par de ellos en inglés y un guiño asturiano para cerrar la velada- si bien prácticamente en su totalidad fueron creaciones del siglo XX, con el aliciente visual de movimientos coreográficos en algunas canciones así como el acompañamiento de algunos instrumentos en piezas interpretadas por los benjamines de la agrupación.

   Elena Rosso Valiña realiza un magnífico trabajo con la cantera de El león de oro, la buena salud de que goza la entidad queda puesta de manifiesto en la gran cantidad de integrantes del coro infantil y juvenil, tarea nada fácil y ejemplo para otras entidades  que deberían tomar nota. Todo cuenta para cautivar a los jóvenes intérpretes y al público: una esmerada puesta en escena, un cuidado vestuario, un bonito repertorio con el aliciente de determinados acompañamientos instrumentales y sobre todo, un trabajo vocal serio que se ve reflejado en cada una de las intervenciones. Se presentaron Los peques de El león de oro con un tema a capella, donde pudimos apreciar las voces blancas en todo su esplendor con el Ave Regina Caelorum de Palestrina.

   Las chicas de Aurum se estrenaron en el balcón de la cúpula, aprovechando las cualidades que el espacio sonoro ofrecía, con su primer tema para bajar a la tierra en sus siguientes interpretaciones donde destacaron el Salve Regina de Busto y el Ave María de Fajardo, pieza muy etérea con acompañamiento del piano, y mostraron su versatilidad con la pieza final onomatopéyica de Stokes, todo un espectáculo visual, donde cantaban mientras realizaban una coreografía a medio camino entre la natación sincronizada y la danza guerrera de los maorí. Finalizaron su actuación interpretando dos temas con los peques y se echó en falta que no lo hicieran también con el buque insignia de El león de oro. Hubiera sido un bonito broche de oro, nunca mejor dicho, escuchar a toda la masa coral junta, sin embargo, optaron por finalizar justamente al contrario, con una interpretación solista a cargo de una soprano del coro de adultos –la propia Elena Rosso- con el popular villancico Noche de paz.

   El León de Oro inició su parte también desde el balcón de la cúpula, muy a propósito para interpretar el tema In Paradisum de Pep Vila, magnífico compositor catalán del que destacamos su precioso corpus dedicado a coros infantiles que proponemos desde aquí para Los peques LDO, eso sí, con la correspondiente traducción al castellano. Fue brillante la polifonía conseguida en Ave, Regina Caelorum de Stopford y muy bellas las disonancias finales de los Tres Himnos Sacros de Schnittke.

   La agrupación estuvo a la altura a la que ya nos tiene acostumbrados, siendo su canto un verdadero placer para los oídos. El trabajo de sus cantores y de su director, Marco Antonio García de Paz, es digno de admirar, llegando a cotas que ningún otro coro asturiano –ni español, si me apuran- podrán alcanzar jamás mientras no se aparten del predominante conformismo en el que parecen haberse situado y que impide su avance. Llama la atención que coros que interpretan una y otra vez el mismo repertorio lo hagan de la misma manera, o incluso peor, que hace 20 años. Plantearse nuevos retos es imprescindible no sólo para mantener viva una entidad sino para crecer y mejorar en cada concierto. De eso sabe mucho El León de Oro, conjunto que no tiene prejuicios en presentarse a concursos para probarse a sí mismos y darse a conocer. Bien al contrario, no dudan en hacerlo  porque no tienen nada que temer al compararse con otros -de hecho, tienen en mente organizar ellos mismos un certamen coral internacional en Asturias-. Sus victorias les avalan. Pero es en realidad el resultado de su trabajo el que lo hace. Voces naturales, sin vibrato forzado pero con una afinación clara y precisa y un empaste trabajado, y algo muy de agradecer, unos agudos cubiertos y seguros, carentes del chillido al que otras cuerdas de sopranos nos tienen lamentablemente acostumbrados. Estos aspectos junto a la elección de un interesante y muchas veces complejo repertorio y la mano maestra de García de Paz al frente, son el secreto de su éxito. La de ayer fue su noche, la noche de Paz, la del director del León de Oro.

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