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CRÍTICA: EMILY MAGEE Y KLAUS FLORIAN VOGT RINDEN HOMENAJE A VERDI EN OVIEDO, BAJO LA DIRECCIÓN DE MARZIO CONTI. Por Aurelio M. Seco

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Autor: Aurelio M. Seco
29 de octubre de 2013
PARA PALADARES ESPECIADOS

Oviedo. Conciertos del Auditorio. 26/10/13. Gala Lírica bicentenario Giusepp Verdi, Richard Wagner. Emily Magee, soprano. Klaus Florian Vogt, tenor. Oviedo Filarmonía. Dirección musical: Marzio Conti. Obras de Verdi y Wagner.

     El ciclo de Conciertos del Auditorio dio comienzo más tarde que pronto, casi en noviembre -la crisis manda-, con una velada musical que se presentó como una gala lírica protagonizada por el tenor Klaus Florian Vogt y la soprano Emily Magee, pero que acabó siendo una gala lírico sinfónica, en la que también tuvo protagonismo, en negativo, Marzio Conti, a la sazón titular de la Oviedo Filarmonía. El programa se dividió en dos partes, una primera dedicada a Verdi, que en general resultó un tanto decepcionante, y una segunda a Wagner, más interesante. Estamos entonces ante una cita ideada para festejar los 200 años del nacimiento de ambos compositores, con dos artistas muy conocidos para los aficionados, que aun así dejó ver bastantes huecos en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.

    Lo primero que llamó la atención de los cantantes es que necesitaron apoyarse en las partituras, sobre todo ella (Nos sorprendió muchísimo -por poco apropiada- la actitud del director, depositando una de sus partituras en el suelo). Tampoco gustó que los fragmentos líricos fueran tan escasos. Baste señalar que los artistas ofrecieron el mismo número de propinas que obras cantadas tuvo la primera parte: tres. Dejaremos la participación de la orquesta y su director para el final, porque creemos que merece la pena hacer una reflexión sobre el trabajo que, desde su llegada a Oviedo, ha venido desarrollando Marzio Conti, un flautista de talento, pero un director cuyo trabajo en Asturias está dejando pocas cosas descacables.

    Emily Magee y Klaus Florian Vogt son dos notables cantantes e intérpretes. Magee posee una voz bien proyectada, de notable volumen y solvente capacidad técnica, pero  muy parca en matices y llamativamente plana desde el punto de vista interpretativo, lo que en Verdi resulta poco edificante. Su "Pace, pace mio Dio" fue lo mejor de la noche, gracias a un fraseo elegante y un cierto saber estar sonoro que incluso dejó ver un bonito agudo, sedoso y bien nutrido. Entre lo menos atractivo de su voz, un vibrato excesivo.

    Por su parte, Klaus Florian Vogt es un artista que parece haber conseguido aunar con acierto el arte del heldentenor con el de los antiguos castrados, sobre todo si nos atenemos a la peculiaridad del timbre de su voz, que en ocasiones se llega a confundir con el de una mujer. Su volumen lírico, siempre presente,  sorprende positivamente en un recinto tan poco propicio como el Auditorio de Oviedo, así como su facilidad para el registro medio agudo, que emite con total naturalidad, sin esfuerzo aparente, una cualidad que se agradece.

    Su interpretación del repertorio verdiano no estuvo a la altura. El duetto de Otello y Desdémona titulado "Già nella notte densa", que interpretó junto a Magee, fue decepcionante, sobre todo porque el tenor emite como lo hacen demasiados cantantes wagnerianos que se han especializado en este autor, como un tubo de resonancia plano que emite a tirones. No fue agradable oírle cortar las frases con demasiada frecuencia, respirando entre emisión y emisión. Sí brilló en la interpretación del famoso "In fernem land" de Lohengrin, pieza que domina del todo y que se acomoda bastante bien a sus características.

     El recital se cerró con muy poco acierto, con la pieza "Tonight" de West side story del genial Leonard Bernstein. Fue evidente que la partitura no era la más adecuada para sus voces. Más bien al contrario, la obra resultó pesada y aburrida -también la dirección musical-, cuando debería haber resultado alegre, jovial, refulgente y ligera. Es importante saber elegir el repertorio que mejor va a ciertas voces. Tampoco parecía lógico incluir esta pieza en una gala dedicada al bicentenario de Verdi y Wagner, por uniformidad de criterios.
    Respecto al trabajo de Marzio Conti, lo primero que queremos decir es que nos resulta muy difícil entender qué es lo que la Oviedo Filarmonía ha visto en este director para considerarlo su titular. No dudamos de que estamos ante un buen músico, e incluso de un director que podría realizar una cierta carrera en determinadas condiciones, pero creemos sinceramente que la presencia de Conti en Oviedo es más favorable para él que para la ciudad y su orquesta. Desde el primer momento que se sube a la tarima, percibimos tal nerviosismo gestual que resulta ciertamente incómodo verle dirigir y oír sus versiones, y no solo porque en su manera de conducir a la orquesta sobren gestos por todas partes, sino porque dicha precipitación y nerviosismo se traslada a su interpretación. De cualquier manera, introducirse en un repertorio como el wagneriano sin una preparación concienzuda e intensa resulta demasiado arriesgado.

    La Oviedo Filarmonía tocó con interés, pero las desafinaciones y falta de cuidado sonoro general que mostraron piezas como el Preludio de Lohengrin deberían hacer reflexionar profundamente a la entidad y a su director sobre la línea artística a seguir. Para un aficionado medianamente conocedor, las versiones que se ofrecieron de las obras de Wagner no fueron aceptables, sino desafortunadas. Lo más conseguido de la velada fue la interpretación de la obertura de I vespri siciliani de Verdi, por su apreciable sentido dinámico. También fue agradable observar el soberbio trabajo que realizaron algunos de los músicos, como los principales de las secciones de chelo y contrabajo, a quienes fue un placer ver tocar. Sin embargo, las piezas estaban descontroladas, rítmica y sonoramente. La conocida Cabalgata de las valquirias sonó precipitada, como si haciéndola rápida pudieran pasarse por alto sus inconsistencias. Y este es uno de los principales rasgos del director, que suele dirigir con mucha energía pero sin el debido control que da la experiencia y la claridad de ideas.

    Lamentamos de verdad tener que hablar en estos términos de un profesional, pero creemos mucho más injusto que este músico esté en un puesto de esta responsabilidad, habiendo tantos directores de mayor talento sin orquesta. Si no nos equivocamos, estamos en fechas en las que se valora su renovación. Tal y como se vienen haciendo las cosas en Oviedo, no dudamos que se le renovará. Qué le vamos a hacer.
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