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SIRA HERNÁNDEZ, pianista: 'Si el Padre Antonio Soler hubiera nacido en otro país, su legado tendría una difusión mucho mayor'

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Autor: Mario Guada
1 de junio de 2017

SIRA HERNÁNDEZ, pianista: 'Si el Padre Antonio Soler hubiera nacido en otro país, su legado tendría una difusión mucho mayor'

   Una entrevista de Mario Guada | @elcriticorn
  De mente inquieta y siempre en busca de nuevas ideas, repertorios y autores con los que poder reforzar su personal sonido, la pianista barcelonesa Sira Hernández acaba de sacar al mercado una grabación discográfica centrada en doce sonatas para tecla del Padre Antonio Soler. Apasionada del pianismo español, pero también de los repertorios para tecla del Barroco europeo, vuelca en este trabajo toda la experiencia acumulada a lo largo de los años y su trabajo sobre autores que van desde el siglo XVIII hasta el XX. Alumna de la gran de Larrocha, nos recibe para hablarnos de su carrera, de su formación, de sus maestros y, sobre todo, de esta reciente grabación, con la que pretende rendir homenaje a un compositor al que considera injustamente poco transitado por los intérpretes españoles.

   Regresemos, por un instante y como inicio de esta entrevista, a los inicios. Solo una breves pinceladas. Háblenos de su formación italiana. ¿Por qué eligió este país y la ciudad de Torino para su formación?

   En realidad no fui yo quien eligió Italia, Turín exactamente, pues fue mi padre y mi familia que se trasladaron allí siendo yo muy pequeña, y por eso tuve mi formación musical en Italia, en el prestigioso Conservatorio Giuseppe Verdi de Turín, guiada por grandes maestros, entre los que cabe destacar el compositor y director del conservatorio, Felice Quaranta, así como Remo Remoli, discípulo de Arturo Benedetti Michelangeli y compañero y amigo de Maurizio Pollini.

   Después vendría la gran Alicia. Es imposible sustraerse de esta etapa, imagino. ¿Cómo recuerda su aprendizaje con Alicia de Larrocha?

   Llegué a Alicia de Larrocha a través de un contacto que mi padre realizó con el compositor Xavier Montsalvatge, que me facilitó una primera entrevista. Seguidamente tuve pues la oportunidad de trabajar con esta gran pianista durante más de un año como perfeccionamiento de mis estudios pianísticos que ya había terminado en Italia. Fue revelador para mí ponerme en contacto con el repertorio de música española, que en Italia no suele interpretarse demasiado. También hubo un aprendizaje muy profundo de cuestiones técnicas e interpretativas, que en la escuela de Barcelona, sobre todo de Marshall, son muy diferentes a la escuela italiana. El mismo ataque de la nota, de la tecla, cierto carácter y el trabajo sobre el pedal que J. Marshall trabajó y profundizó mucho tiene matices que en la interpretación de Alicia de Larrocha se sienten y se aprecian, permitiendo ese juego rítmico muy brillante propio de la música de Granados o Albéniz, por ejemplo. De Alicia de Larrocha tengo que destacar su gran inteligencia musical y capacidad de trabajo, inagotable, un ejemplo y un referente absoluto con unas dotes extraordinarias y una calidez humana muy especial.

   Después comenzaría su carrera como tal. Echando la vista atrás –cuando ya lleva varios años dedicados a la música y al piano–, ¿qué sensaciones tiene? ¿Le entra el vértigo o cree que lo mejor está aún por llegar?

   No siento vértigo por lo que he hecho, tampoco lo pienso demasiado. Reconozco que he realizado un trabajo de búsqueda de un sonido determinado que muchos dicen es un sello mío. Sigo teniendo muchísima curiosidad e ilusión en leer nuevas partituras y realizar nuevos proyectos, temo no poder hacer todo lo que deseo –¡hay tanto!– y espero tener el tiempo para realizarlo. El mejor proyecto siempre es el que está por venir.

   Pasemos ahora a hablar de su reciente grabación discográfica, dedicada al Padre Antonio Soler. Usted es una apasionada de la música española –como demuestra su discografía–, y sin embargo esta es su primera incursión en este repertorio dieciochesco. ¿Por qué ahora?

   Conocí la obra del Padre Antonio Soler al volver de mis estudios en Italia y quedé absolutamente fascinada, ya que me recordaba la música de Domenico Scarlatti, que tanto había estudiado y disfrutado tocando allí. Fue una revelación. Siempre pensé que algún día tenía que montar un programa con una selección de estas sonatas y ahora ha sido el momento. Sin más, por una cuestión quizás de necesidad de volver la mirada hacia la música antigua y barroca en este momento, que para mí es y sigue siendo la base de nuestra música occidental. Después de un tiempo tocando música más contemporánea quizás necesitaba ese recomenzar, como diría Mompou.

   ¿Cree que es preferible llegar a Soler después de haber transitado por Isaac Albéniz, Federico Mompou, Manuel Oltra o Domenico Scarlatti, como es su caso?

   Creo que cuanta más música conozcamos, evidentemente, más recursos interpretativos podemos tener y toda música nos es de ayuda. Tocar Soler, Bach o cualquier barroco, después de haber tocado los grandes músicos del siglo XIX y XX, desde luego que enriquece su interpretación. Nada es en vano y nuestro oído se va formando a base de escuchar y vivir en nuestros dedos muchos estilos diferentes.

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   Es usted una notable apasionada del teclado barroco y de autores como Johann Sebastian Bach, Jean-Philippe Rameau o el propio Scarlatti. ¿Nunca se vio atraída por el clave?

   La verdad es que hubo un periodo en que tuve curiosidad por estudiar también el clave, pero su sonido no lo siento tan cercano para mí , como el del piano.

   En este punto, ¿considera más fieles las interpretaciones clavecinísticas de este repertorio que las versiones para piano? ¿Qué le sugiere el movimiento filológico de la interpretación historicista?

   En mi época de estudiante no había toda esta problemática que ha surgido con los años de considerar que la música barroca debía sonar en instrumentos de la época o similares. Entonces se consideraba el piano un instrumento plenamente legítimo para su interpretación musical y yo lo considero así, pues no nos olvidemos que el piano ha sido una mejora desde el punto de vista de las posibilidades interpretativas y sonoras del clave, así lo demuestra el hecho que se componga muy poco actualmente o casi nada para este instrumento. Hubo justamente una polémica al respecto entre Joaquín Nin Castellanos y Wanda Landowska, que recoge muy bien Joan Vives en la introducción que hay en el libreto del CD. Es muy interesante esta disputa que hubo así como las que ha habido posteriormente pero en realidad me parece un poco gratuito marcar como correcto o incorrecto un proceder determinado. En la música antigua había más libertad en el uso de los instrumentos y de la interpretación como se ha visto en muchos estudios.

   ¿Tiene en mente acercarse también a otros de los compositores ibéricos cercanos al estilo para teclado de Soler y Scarlatti, como Carlos Seixas o Sebastián de Albero?

   De momento no me he planteado seguir grabando más compositores ibéricos cercanos al estilo de Soler, aunque, por supuesto, los hay muchísimos y de gran calidad. Pero nunca se sabe...

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   Cabría revisarlo, pero a bote pronto diría que es usted la primera intérprete española que graba sonatas de Soler desde que a finales de los 60 lo hiciera –como una pionera de clave en España– Genoveva Gálvez. ¿Por qué cree que existe tan poco predicamento a la hora de grabar a Soler por intérpretes españoles? [Excepción hecha de la reciente grabación del clavecinista Diego Ares]

   La verdad es que no sé a qué se debe esta falta de interés en grabar más las sonatas del Padre Soler. Me parece necesario y obligado darle cada vez más cabida en nuestros programas a este gran compositor, para poder difundir su legado que, seguramente, si hubiera nacido en otros países tendría una difusión mucho mayor.

   ¿Por qué ha seleccionado concretamente estas doce sonatas de las cientos que se han conservado de la mano del compositor olotense?

   La selección de estas doce sonatas corresponde a la decisión de usar la edición de Joaquín Nin Castellanos, que las recogió y publicó con otras cuatro sonatas de otros autores de la misma época en París, en 1925, para la editorial Max Eschig.

   ¿Cómo describiría la música para tecla del Padre Soler? ¿Diría que sigue la herencia scarlattiana o ve en él una personalidad propia?

   Estas sonatas recogen la tradición de Scarlatti, por supuesto, pero no nos olvidemos de los estudios que realizó también en el Monasterio de Montserrat, donde tuvo conocimiento de la obra para tecla de otros contemporáneos y antecesores, además supo darle un toque especial usando temas populares y ritmos muy propios de nuestra tierra. En ciertos momentos y en ciertas sonatas va casi más allá y podemos intuir ya a Haydn o hasta unas pinceladas románticas, quizá por ese uso de temas populares y las modulaciones cada vez más atrevidas.

   ¿Qué le espera en un futuro próximo a Sira Hernández, y que se pueda confesar?

   En el futuro próximo tengo varios proyectos que van desde otro CD con otras obras de Federico Mompou, además de la Música Callada, que ya grabé, así como profundizar y desarrollar también la faceta de la improvisación y composición que ya he ido realizando en diferentes programas, acompañada a veces por la poesía y la danza de la mano de grandes artistas. Confío así poder, en un futuro próximo, grabar un CD con música mía.

Fotografía: sirahernandez.com.

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