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Crítica: La Filarmónica de Málaga cierra temporada de la mano de Hernández Silva

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Autor: Alejandro Fernández
22 de junio de 2016

LA PROEZA DE BUSONI

  Por Alejandro Fernández
Málaga. 17/VI/16. Concierto de abono nº 15 F. Busoni. Orquesta Filarmónica de Málaga. Coral Carmina Nova. Solista: Kun Woo Paik. Director coro: Diego González Ávila. Director: Manuel Hernàndez Silva. Programa: Concierto para piano, orquesta y coro masculino en do mayor BV247, op. 39 de F. Busoni

   Minutos antes de las seis de la tarde del pasado sábado, la batuta titular de la Filarmónica de Málaga nos recibía en el Teatro Cervantes para repasar y valorar todo lo acontecido informativa y musicalmente en la temporada que acaba de clausurar la OFM. Manuel Hernández Silva confirmaba nuestras sospechas –en parte claro- de la programación realizada, una suerte entre retrato del gran repertorio y la memoria musical. La exégesis necesaria hasta embocarnos a la gran página de Busoni. En un momento de la conversación el solista coreano Kun Woo, con la experiencia de sus setenta años, comenzó a esbozar algunos fragmentos del Concierto para piano. El respeto nos hizo movernos a camerinos pero aquellos retazos sueltos anunciaban el sentido de la apuesta hecha por el director del conjunto más sólido y solvente del actual y controvertido escenario andaluz.

   Tenores y bajos de la Coral Carmina Nova, el piano del maestro Kun Woo Paik y la batuta de Manuel Hernández Silva pusieron en los atriles de los profesores de la OFM de una de las páginas más teóricas pero sobre todo personales del pasado siglo. Busoni vuelca en ella varios planos que se resumen en un eterno caos sobre la dualidad entre tradición y progreso. En su Concierto en do niega el centro de atención al solista para enfrentarlo, sin embargo, a un esfuerzo que trasciende lo puramente técnico, una proeza titánica - nos atrevemos a señalar- fuera de este orden conocido. Sólo la experiencia y el humilde estudio pueden abrir esta partitura a un pianista al que Busoni somete a una exégesis desde Bach a Sibelius pasando por Liszt con paradas irrenunciables en las escuelas alemana e italiana. Todo con la intención de reformular la música conocida hasta comienzos del siglo veinte.

   Busoni ya nos ofreciera un primer acercamiento en febrero con la OCNE desde el Auditorio Nacional, pero el verdadero acercamiento a este concierto viene de la mano de todo aquello que rodeó al compositor. Se trata de un nuevo plano descrito por el músico donde la relación intérprete y oyente pasa de la mera contemplación a la participación activa, una voz más dentro del pautado. Busoni recurre al eterno caos como medio para derribar los muros de lo que había sido la música hasta entonces mirando el futuro como un horizonte sin fronteras. Quizás por eso el Concierto para piano solamente participe de este al incluir a un solista, transformando su contenido en una sinfonía concertarte tal vez por su estructura pentapartita.

   Proeza, sin más apelativos, es la palabra adecuada para calificar el trabajo expuesto por Kun Woo Paik. Su piano desnudo y limpio muestra el virtuosismo más humano consciente de quién asume un legado centrado en el instante, ese momento no visible que tiene más de universal que propio. Sin duda, el estudio de las transcripciones bachianas han abierto al pianista coreano el mundo de Busoni. Así al encarar Woo Paik la gran coda conclusiva dibujó el eterno caos, la verdad divina que todo lo mueve. Y en ese universo las voces masculinas del Carmina Nova, preparadas por Diego Gonzàlez, subrayando el papel humano que no niega el compositor en la partitura.

   Toda la temporada ha sido un camino guiado por Hernàndez Silva. La Novena, El Requiem, La Titan o La Décima de Shostakovich, aún sin concebir, confluyen en Busoni. Sin este repertorio fundamental muy probablemente no hubiéramos entendido nada. Hernández lo hizo posible atento a su idea de memoria reflejado en una tensión dinámica de constantes cambios, sobre motivos insinuados. Un salto al vacío con la Filarmónica transformada, más que nunca, en un instrumento sólido, definitivo, capaz de respirar a través de la batuta Hernandez Silva, en ocasiones escurridiza como en el movimiento central, chispeante en All’italiana, e inabarcable en el cierre.

   Concluye la temporada con una imagen de nuestro conjunto que supera el ámbito local y sitúa a la OFM como ese gran pórtico al mundo. No hay improvisación en todo esto. La Filarmónica vuelve en septiembre y todos volveremos a ser convocados, de ustedes dependen que la veintisiete tenga más sentido aún si cabe.

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