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Crítica: Florian Boesch en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela

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Autor: Óscar del Saz
15 de junio de 2021
Florian Boesch

Exagerado dramatismo en Los Alpes

Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 14-VI-2021. Teatro de la Zarzuela. XXVII Ciclo de Lied. Recital 10. Ernst Krenek (1900-1991), Reisebuch aus den Österreichischen Alpen, op.62 (1929). Edición de Universal (Leipzig, 1930). Florian Boesch (barítono), Malcolm Martineau (piano).

   Como ya hemos ido reflejando en críticas anteriores, Florian Boesch, artista residente del Ciclo de Lied del CNDM durante la temporada 20/21, se despide de este importante galardón honorífico cerrando la temporada. Para la ocasión, ofreció un interesante recital interpretando la densa y compleja obra Reisebuch aus den Österreichischen Alpen, op.62 (1929) [Libro de viajes de los Alpes austríacos], del compositor austríaco Ernst Krenek. La obra es un ciclo de veinte canciones, con textos del propio compositor, fuertemente influidas por un romanticismo tardío, aderezado con escritura pianístico-vocal disonante más moderna, con citas explícitas a la obra liederística de Schubert -La bella molinera y Viaje de invierno-, en las que el barítono alemán se hizo acompañar por Malcolm Martineau, su pianista más habitual, auténtica garantía en este tipo de repertorio. 

   Verdad es que por la temática, hay una cierta correspondencia con las obras antes citadas: Con Winterreise hay dos explícitas: en la octava canción -en donde se cantan las delicias de los fértiles valles que rodean los Alpes-, 8. Unser Wein [Nuestro vino], se declara en la partitura: «Dem Andenken Franz Schuberts» («A la memoria de Franz Schubert»). En la siguiente, 9. Rückblick [Mirada a atrás], comparte título con el noveno número de Winterreise

   Por el contrario, el personaje de este libro de viaje (no necesariamente un mendigo, o alguien destruido en vida), es multiforme y sí que presenta mucha acción fuera de él, de su psique. No todo sucede encapsulado en su más absoluta introspección -ni tampoco sólo en la pesadumbre, ya que hay momentos humorísticos-, sino más bien en las vicisitudes de un recorrido vital por los Alpes de un viajero que visita un cementerio en un pequeño pueblo de montaña (6. Friedhof im Gebirgsdorf), contempla un día de lluvia (7. Regentag), sufre una tormenta (13. Gewitter), siente nostalgia de su ciudad (14. Heimweh) o maldice las grandes ciudades, regresa a casa (19. Heimkehr), etc., y que le sirven de coartada para analizarse a sí mismo y a las miserias/alegrías del mundo que nos rodea. 

   Siguiendo con las distinciones en relación al Ciclo de Winterreise, el acompañamiento pianístico, perfectísimamente dibujado, remarcado y contemporizado por el gran Martineau, también es completamente diferente, ampuloso y de gran dificultad en sí mismo, porque no hay un discurso musical escrito que normalmente se engarce con el vocal, sino que aquel discurre paralelo a lo vocal, con sus propias reglas de movimiento, tempo, pulsación y ritmo, y que en general se define por una malla de rápidas digitaciones -casi ausente de blancas y de acordes- que sirven como soporte a los también cambiantes modos expresivos de la voz, basados en rápidos parlatos, accellerandos y ritardandos continuos, riqueza en las dinámicas y búsqueda de imaginativos colores en la paleta baritonal, que casi nunca se expresa en modo legato. 

   En este sentido, hay que decir, que Boesch borda este tipo de repertorios, como buen contador de historias que es, ya que interpreta utilizando un sonido y una articulación que se acerca en muchas ocasiones a la declamación cantada, consiguiendo una refinada variación en lo relativo a la matización, así como una adecuada expresividad para prestar una interpretación canónicamente alemana del término Lied (o sea, perfecta unión de música y texto), en contraposición a lo que sería -por poner un ejemplo análogo entendible- el recitativo mozartiano o rossiniano en la ópera, que es algo mucho más plano musicalmente hablando y que -en general- no amalgama adrede texto y música. 

   El dramatismo de esta música, como comentamos, está trufado de tintes declamatorios, y no representa ningún problema para nuestro barítono, salvo en la tesitura aguda, no gustándonos cómo resuelve estos momentos: con una voz gritada, estrechada -laringe alta-, fija y desabrida, con estridencias alejadas de lo que entendemos como recurso expresivo, aunque el artista probablemente «venda» que ésa es su intención. Y advertimos sobre esto -y es algo que el cantante debería plantearse cómo proteger-, porque a la mitad del recital, tuvo algunos episodios de fuerte carraspeo -entre una canción y otra- para aliviar la tensión a la que estaba sometiendo a su instrumento. Afortunadamente, la cosa no fue a mayores y pudo continuar sin mayor problema.

   Reisebuch aus den Österreichischen Alpen, es una obra muy valorable, que a nosotros nos gusta mucho. Ya la habíamos escuchado en la Fundación March, en enero de 2015, en el Ciclo Los antimodernos, también con Boesch como protagonista -en una versión unos puntos más comedida en dramatismo, bastante más lenta, más cantada y menos declamada-, acompañado en aquella ocasión por Roger Vignoles. 

   Aunque nosotros prefiramos el ‘in médium, virtus’, contando con el plus del mayor dramatismo aplicado en esta ocasión, que también le viene bien a la pieza, no nos extraña que el público aclamara a ambos intérpretes con salvas de aplausos y gritos de ¡bravo, bravi!, por el esfuerzo interpretativo y el vaciado dramático que estos intérpretes lograron alcanzar y que -desde luego- llegó a todas las butacas del Teatro de la Zarzuela. Como todo buen Ciclo bien completado, no se ofreció ninguna propina, como entendemos debe hacerse. 

Foto: Rafa Martín

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