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Crítica:  Franz-Josef Selig en el Ciclo de Lied del CNDM

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Autor: Óscar del Saz
17 de junio de 2025

Crítica de Óscar del Saz del recital del bajo Franz-Josef Selig en el Teatro de la Zarzuela, dentro del Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]

Franz-Josef Selig en el Ciclo de Lied del CNDM

Selig: Verdad en voz y canto

Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 16-VI-2025. Teatro de la Zarzuela. XXXI Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]. Obras de Hugo Wolf (1860-1903), Franz Schubert (1797-1828), Richard Strauss (1864-1949) y Dimitri Shostakovich (1906-1975). Franz-Josef Selig (bajo), Gerold Huber (piano).

   Atendemos en esta velada al recital del afamado bajo alemán, Franz-Josef Selig (1962), que visita el Ciclo por tercera vez (15/16 y 18/19 fueron las dos temporadas anteriores), acompañado en esta ocasión por el extraordinario pianista Gerold Huber (1969) (cuya presencia en el Ciclo es ya la decimoséptima, y que ha formado tándem con una gran variedad de artistas que, obviamente, confían en su certero criterio).

   Degustamos un recital en el que se entrelazaron creaciones de los compositores convocados para explorar, en distintas épocas, las profundidades del alma humana y los misterios de su existencia, tanto en Hugo Wolf como en Shostakovich, aunque obviamente con tratamientos musicales muy distintos, siempre en torno a los poemas del polifacético Michelangelo Buonarroti (1475-1564) -poeta, escultor, pintor, arquitecto- , que nos sumergen -fíjense lo interesante de aquella época renacentista- en una introspección filosófica y muy personal sobre la contemplación de la vida y la muerte. 

   De esta forma, Wolf se inspiró en los sonetos de Michelangelo para crear su ciclo de canciones «Michelangelo-Lieder», que enfatizan la resignación y la aceptación del poeta ante la naturaleza efímera de la existencia. Por su parte, Shostakovich compuso la «Suite sobre versos de Michelangelo Buonarroti», op. 145, basándose en once poemas del erudito italiano, traducidos al ruso por el traductor contemporáneo ruso Avram Markowitsch Efros, de inciertos datos biográficos, escogiendo de ellos los que se refieren al amor, la creatividad y la muerte humanas.

   Como complemento, Schubert y Strauss, nos transportaron a Lieder muy en consonancia con las temáticas anteriores, con textos -para Schubert- de Johann Baptist Mayrhofer , Matthias Claudius o Georg Philipp Schmidt von Lübeck. En cuanto a Strauss, el leitmotiv es un tanto más evocador de la soledad y de la serenidad, capturando la esencia de la poesía de Ludwig Uhland, Rückert y Otto Julius Bierbaum. 

Franz-Josef Selig en el Ciclo de Lied del CNDM

   Franz-Josef Selig luce todavía una voz redonda, sobria, aunque algo pesada, de notables y naturales oscuridades en los graves, poderosa y resonante, con una sólida técnica, igualada de abajo a arriba -aunque ahora abuse de fijeza y planicidad en los agudos-, proyectada con claridad (dicción) y potencia, además de poseer la necesaria flexibilidad expresiva para manejar un gran rango de dinámicas sutiles en toda la gama de «grises», crucial para el pequeño formato y adaptación a los textos que deban expresar profundidad emocional. Quizá vocalmente no tuvo su mejor día en esta ocasión, ya que aparecieron carraspeos durante varias fases del recital, y alguna que otra tosecilla, por lo que el artista hubo de recurrir a la ingesta de agua incluso durante la interpretación de alguna de las piezas.

   Quizá la diferenciación de estilos por cuenta de los distintos autores, en cuanto al canto -no así por parte del piano de Huber-, resultó demasiado escasa por parte de Selig -cantando de memoria en la primera parte-, dentro de que asombraran sus capacidades para alternar la tesitura central y la más grave, con dinámicas muy bien ejecutadas en ese estrecho rango, dando a cada palabra su peso justo en las interpretaciones, por lo general repetitivamente lentas -si bien suntuosas-, aunque a veces el cantante mostró capacidad -aunque le costó- para los ‘accelerandi’ y el «ágil» ‘parlato’.

   En Wolf nos gustó mucho la segunda de las tres, «Alles endet, was entstehet [Todo lo que nace, muere]», con esa reflexión cantada sobre la transitoriedad, la melancolía y la resignación, más la utilización del piano con acordes y metáforas sonoras -muy bien Huber- con la cadencia que muestra a las claras la inevitabilidad del fin. En Schubert dio cuenta de los cortos ‘accelerandi’ comentados en «Der Tod und das Mädchen [La muerte y la doncella]», la mejor de las cuatro, con admirable dicción, expresando estupendamente el miedo de la doncella y las imposiciones de la muerte.

   En Strauss el piano de Huber resultó diferencial para la creación de atmósferas y el acompañamiento vocal. «En Im Spätboot [En el bote al atardecer]», la mejor de las tres, el piano acompaña -profundo, emocional- la voz con una textura rica y variada, evocando la tranquilidad y el movimiento suave de un bote -que porta un alma durmiente, en sentido figurado, que sufre el paso del tiempo- en el agua al atardecer.

   La segunda parte, se dedicó por completo a Shostakovich con 11 canciones -cantadas con partitura, entendemos que por los textos en ruso-, de entre las que destacó «Istina [Verdades]», con versos en la búsqueda de la certeza y la integridad, con una música pianística y canto solemnes, que ratificó de manera evidente la profundidad filosófica de los versos de Buonarroti. También sobresalió «Lyubov’ [Amor]», con alusiones evidentes a la belleza femenina y a sus ropajes, lo que incita a ir tras ellas, reflejándose por parte de Huber la pasión inherente a esos pensamientos.

Franz-Josef Selig en el Ciclo de Lied del CNDM

   En «Tvorchestvo [Creatividad]», piano y cantante dieron relevancia al martillo que aparece en los textos, que simboliza el trabajo del escultor -herramienta afín a su autor-, como parábola de la ardua labor necesaria para transformar la materia prima en una obra de arte, incluso teniendo en cuenta el paralelismo del Dios Creador y su obra (el Ser Humano). El piano de Huber acompañó/dialogó perfectamente a/con la voz con ritmos vivos y cambios dinámicos, reflejando la energía y la intensidad del proceso creativo.

  El recital obtuvo un fuerte reflejo de carga dramática en el respetable, que finalmente reaccionó con entusiasmo a la labor realizada por el tándem Selig-Huber. Pasando por alto el estado de voz de nuestro bajo que, en realidad, no se notó tanto, y que en todo momento cantó a voz -cosa a agradecer-, no se insistió mucho en pedir las propinas. 

  Como siempre queremos transmitir en nuestras críticas, comentando los porqués de las cosas buenas o mejorables, más allá del arte puesto en juego en cada velada, los cantantes son seres humanos, sujetos siempre a sus estados físicos y emocionales. En esta ocasión, valoramos que técnica, arte y verdad fueran de la mano en este cantante para sacar adelante un recital -con alta nota- y conseguir convencernos, logrando aportar un buen nivel al Ciclo de Lied del CNDM, en un Teatro de la Zarzuela que en este fin de temporada, con la muy comentada ausencia -una pena, pero fue por razones médicas-, del barítono francés Ludovic Tezier, no obtuvo un lleno al completo.

  Desde aquí deseamos a los amables lectores un feliz descanso veraniego, esperando la próxima Temporada, la XXXII, en la que la novedad radica en que de los ocho cantantes y pianistas que concurrirán, seis serán debutantes en el Ciclo.

Fotos: Rafa Martín / CNDM

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