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Crítica: Rocío Ignacio, Carlos Álvarez y Jorge de León protagonizan una gala lírica en el Teatro Jovellanos de Gijón

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Autor: Inés Tartiere
17 de octubre de 2017

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   Por Inés Tartiere | @InesLFTartiere
Gijón. 12-X-2017.Teatro Jovellanos, Gijón: Sociedad Filarmónica Gijonesa, Gala Lírica: Rocío Ignacio (soprano),  Carlos Álvarez (barítono), Jorge de León (tenor), Juan Antonio Álvarez Parejo (piano). Obras de L. Bernstein, M. Leight, F. Lehár, F.A.Barbieri, F.Torroba, P.Sorozábal, y G.Verdi.

   Si hay un concierto que pueda hacer disfrutar a los aficionados es el organizado el pasado jueves, Día de la Hispanidad, en el Teatro Jovellanos de Gijón por la Sociedad Filarmónica de la ciudad. Con un programa atractivo y minuciosamente escogido, que incluía piezas de musical, opereta, zarzuela y ópera, se presentaron en el Jovellanos, ante un público expectante, tres grandes voces españolas con otras tantas cosas en común: una carrera contrastada, desenvoltura escénica innata y gran personalidad. El barítono malagueño Carlos Álvarez hizo de maestro de ceremonias. Era la primera vez para Jorge de León en el Jovellanos, pero no para Álvarez ni Rocío Ignacio. De León abrió el concierto con la célebre Maria, de West side story, de Leonard Bernsten, luciendo un material vocal imponente que no en vano le está abriendo las puertas de los mejores coliseos del mundo. Con unos agudos squillantes que corrieron por toda la sala y arrancaron los primeros aplausos del público, demostró el buen momento en el que se encuentra su voz, mostrándose muy seguro desde la primera nota. Álvarez hizo lo propio con la conocida Impossible dream, del musical The man of la Mancha, de M. Leight, interpretada de forma magistral por el barítono malagueño, en una faceta en la que no le conocíamos pero de la que ya habló en su día en Codalario, y que bordó con el magisterio dramático al que nos tiene acostumbrados.

   Rocío Ignacio se atrevió con el precioso y complicado lied de Vijla, de la opereta La viuda alegre, de Franz Léhar. Con unos tempi más lentos de lo habitual, mostró un timbre demasiado metálico durante toda la velada, así como una gran facilidad para abordar con garantías el registro más agudo. Nos sorprendió el gran cambio de su voz, siendo mucho más gruesa que antaño, cuando esta artista cantaba con facilidad roles de lírico-ligera. El famoso vals de esta opereta sonó a continuación en las voces de la soprano sevillana y Jorge de León, mostrando ambos gran complicidad en escena y una entrega absoluta, -baile incluido-, brindándonos un gran agudo final. 

   La segunda parte del recital estuvo compuesta por fragmentos de zarzuela. Volvió de nuevo Rocío Ignacio para interpretar la romanza de la duquesa “Un tiempo fue” de Jugar con fuego, de Barbieri. La dicción no fue la esperada debido a una entubación del sonido, principalmente al atacar el agudo, con la consiguiente pérdida de la belleza musical, y una rígida articulación, no encontrándose la soprano sevillana del todo cómoda con la pieza. El mejor momento de la noche nos lo regaló el barítono Carlos Álvarez con  “Luché la fe por el triunfo” de la zarzuela Luisa Fernanda, de Federico Moreno Torroba, una de las más populares del género. Que estamos ante una de esas figuras únicas de la cuerda de barítono quedó patente en cada nota, aún con los graves problemas de salud con los que tuvo que lidiar en el pasado y de los que afortunadamente le vemos recuperado. Álvarez domina el fraseo con una elegancia innata, un sonido siempre bien emitido y la voz plenamente convincente, homogénea en toda su extensión, finalizando su romanza con un agudo que hizo levantarse de la butaca a más de un espectador. Casi sin poder reponernos, Jorge de León interpretó una de las perlas del repertorio: “No puede ser” de La tabernera del Puerto, con envidiable potencia, gran lirismo y una entrega total y absoluta. De León nos brindó un  final de obra muy intenso, con un agudo excelentemente emitido en una franja en la que se sabe infalible, provocando el éxtasis en el coliseo gijonés. Para cerrar la segunda parte de esta gran gala lírica se eligió el dúo de La marchenera para soprano y barítono que hace dos temporadas pudimos ver sobre las tablas del teatro Campoamor de Oviedo, con las mismas voces, brillando ambos a gran altura con la partitura de Moreno Torroba.  

   Para la tercera parte: “Tutto Verdi”, siendo quizás la más exigente para los tres solistas. Simon Boccanegra y el aria de Amelia, "Come in quest’ore bruna", abrieron esta tercera y última sección del recital, en el que Rocío Ignacio cantó con gusto y dulzura, aunque se echó en falta mayor cuerpo vocal en los graves y en el centro, ganando enteros en la franja aguda. Otello, el moro veneciano, fue el protagonista del final de gala, con dos dúos y dos arias de esta maravillosa partitura verdiana. Los primeros acordes de “Già nella notte densa”, sonaron, muy bien por cierto, en el piano de Juan Antonio Álvarez Parejo, que fue de menos a más durante la gala, con unos tempi más lentos en la primera parte. Ya con la zarzuela consiguió instantes de gran lirismo, y aunque no es fácil cantar una partitura como Otello con el único acompañamiento del piano, consiguió dotar al instrumento del dramatismo necesario siendo las voces las protagonistas en todo momento. Jorge de León y Rocío Ignacio cantaron este precioso dúo de amor con más entrega que gusto, ya que en varios momentos se echó en falta un canto más delicado, más lírico. No por cantar Otello hay que cantar en constante forte, excediéndose ambos en este aspecto.

   Mucho mejor el Yago de Carlos Álvarez, con un imponente “Credo in un Dio crudele”. Su transformación con el personaje fue tal que desde el primer momento creó una atmósfera de la que el espectador no pudo evadirse ni un solo momento, en un rol que le ha dado muchas satisfacciones y que ateniéndonos a los resultados aquí obtenidos se las seguirá dando. Sorprendente fue el “Dio mi poteve scagliar” de Jorge de León, con unos acentos dramáticos muy adecuados para el rol, demostrando que no sólo que de buenos agudos vive el tenor, con unos graves que han ganado peso y consistencia con el tiempo. Está incorporando cada vez más partes de la partitura verdiana a sus perfil artístico, ya que tiene pensado debutar el rol en el año 2019, en un teatro español, además. Si sigue por este camino y consigue pulir ciertos aspectos de su canto, creemos que podrá llegar a ser un buen Otello en el futuro. Para finalizar, el dúo "Si, pel ciel", cantado por el dúo masculino, obra que supuso la guinda perfecta a este estupendo concierto, antes de los aclamados bises, con ambos luciendo todo el potencial de su voz, complementándose a la perfección, en un dúo de amigos, donde el entendimiento fue absoluto, disfrutando ellos primero y haciendo disfrutar enormemente al público. La cita de Andrea Chènier el próximo diciembre en Oviedo, donde se volverán a encontrar barítono y tenor, se hace obligatoria tras el nivel ofrecido en el Jovellanos.

   “Solenne in quest’ora”, de La forza del destino, fue el primero de los dos bises que se pudieron disfrutar en el coliseo gijonés. Otra vez Jorge de León y Carlos Álvarez consiguieron la excelencia en su interpretación, en este maravilloso dúo que dejaron para el recuerdo, para finalizar con el dúo de Leonora y el Conde de Luna del Trovatore, donde Carlos Álvarez puso la voz, la veteranía, y Rocío Ignacio la entrega, solventando bien las agilidades, aunque Leonora demande una voz con más peso vocal. Es uno de los roles más difíciles de Verdi y de todo el repertorio.

   Excelente iniciativa por parte de la Sociedad Filarmónica de Gijón abrir la temporada con una gala de estas características. También se agradece enormemente la entrega y la pasión que pusieron los tres solistas durante toda la noche. El olvido del ramo de flores de Juan Antonio Parejo al final de la noche fue el único pero de una velada de gran calidad que ha fomentando que se desplazasen a Gijón aficionados desde todos los puntos de Asturias, obteniendo una buena entrada el Teatro Jovellanos. Todo un éxito.  

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