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«George Enescu, en el 65 aniversario de su muerte». Por Aurelio M. Seco

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Autor: Aurelio M. Seco
4 de mayo de 2020

George Enescu en el 65 aniversario de su muerte

Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
Hoy se cumplen 65 años de la muerte biológica de uno de los más grandes genios de la Historia de la Música: George Enescu [Liveni,1881- París, 4 de mayo de 1955], violinista, pianista, director de orquesta, compositor y máximo exponente musical de un país, Rumanía, que ha dado al mundo nombres tan destacados como los de Clara Haskil, Dinu Lipatti, Radu Lupu, Sergiu Celibidache, Elena Mosuc, Alexandru Tomescu, Doina Rotaru, Dan Dediu, Angela Gheorghiu, Dan Grigore, Christian Badea, Liviu Prunaru y Cristi Macelaru, entre otros. En el presente artículo hacemos un pequeño repaso a su trayectoria, y citamos algunos de los principales registros discográficos de sus partituras.


   Señal del gran aprecio que se tiene en Rumanía por su obra es el hecho de que importantes instituciones musicales rumanas llevan hoy su nombre. Es el caso del Festival George Enescu, que bajo la dirección de Michai Constantinescu ha conseguido posicionarse como uno de los más importantes de Europa, en competencia con los de Salzburgo y Lucerna. En Bucarest se puede visitar el Museo Nacional George Enescu, con sede en el Palacio Cantacuzino, precioso edificio que reúne fotografías, instrumentos y numerosos objetos personales que permiten a los visitantes sumergirse en el universo del compositor. También en Bucarest se encuentra el  impresionante Ateneo Rumano, donde con frecuencia ofrece sus conciertos la Filarmónica George Enescu. Y lleva su nombre uno de los concursos más prestigiosos de Europa, el George Enescu, galardón que sólo posee un pianista español, el excepcional  Josu De Solaun quien, por cierto, se ha convertido en uno de los grandes embajadores del compositor dentro y fuera de Rumanía, cuyo presidente le concedió el año pasado nada menos que la orden «al Mérito Cultural». De Solaun también es, hasta la fecha, el único que ha grabado [para Naxos] la obra completa para piano solo de Enescu, un repertorio tan atractivo como difícil, que también han registrado Raluca Stirbat o Luiza Borac, aunque no en su totalidad.


   Niño prodigio de la música, Enescu estudió en Viena con Robert Fuchs [armonía, contrapunto y composición], Ernst Ludwig [piano] y Josef Hellmesberger [violín]. Francia también es fundamental para su formación y trayectoria [Enesco, suelen escribir los franceses]. Allí estudia con músicos de la talla de Ambroise Thomas y Theodore Dubois [armonía], André Gedalge [contrapunto], Gabriel Fauré y Jules Massenet [composición]. En los Conciertos Colonne de París estrena su primera obra, Poema rumano, partitura que ha sido llevada al disco por el director Cristian Mandeal y la Filarmónica de Bucarest «George Enescu» [Arte Nova]. Desde 1897 hasta 1899 escribe una serie de piezas que le dan cierto nombre como compositor, aunque Enescu, hombre humilde donde los haya, mostrase durante toda su vida tendencia a no darse importancia. Viena y París fueron importantes en su trayectoria, sin menosprecio de su éxito internacional, que le llevó a ofrecer conciertos en Alemania, Hungría, España, Portugal, Gran Bretaña y Estados Unidos.

 
   Muy joven empieza a dirigir conciertos en Bucarest y a ofrecer recitales de violín, tras graduarse en el Conservatorio de París ganando el primer premio del centro, recibiendo un violín Bernardel con su nombre grabado. A principios del siglo XX Enescu comienza a escribir algunas de sus obras más conocidas. Es el caso de las dos Rapsodias rumanas, que no se pueden nombrar sin recordar la famosa interpretación que Sergiu Celibidache realizó en 1978 de la primera de ellas en el Ateneo Rumano, y de la que existe un documento visual. También las han grabado orquestas como la de Filadelfia, bajo la dirección de Eugene Ormandy; la Orquesta Filarmónica Checa, bajo la dirección de Jean Meylan, en un disco en el que se incluye El amor brujo de Falla; Constantin Silvestri [La Primera] con la Filarmónica de Viena, para Angel Records; o Cristian Mandeal [la Primera] con la Filarmónica de Bucarest «George Enescu» para el sello Arte Nova.

   Entre las principales obras de esta época se encuentran su Suite nº. 1 para orquesta, en do mayor, op. 9 [interpretada en 1911 por la Orquesta Filarmónica de Nueva York bajo la dirección de Gustav Mahler], y la Sinfonía en mi bemol mayor, op. 13, nº. 1. En 1908 escribe sus  Siete canciones para los versos de Clément Marot.

   En 1913 funda y paga de su propio bolsillo el Premio Nacional de Composición George Enescu. También funda y preside, desde 1920 hasta 1948, la Sociedad de Compositores Rumanos en Bucarest.

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   La relevancia internacional de Enescu le lleva a relacionarse con personalidades como Alfredo Casella, Pablo Casals, Louis Fournier y Richard Strauss, y tener entre sus alumnos a Christian Ferras, Ivry Gitlis, Arthur Grumiaux, Ginette Neveu y Yehudi Menuhin, con quien realiza interensantes discos, dedicados a obras de Lalo, Schumann o Bach, al frente de la Sinfónica de París. El propio Enescu ha dejado una grabación de importancia histórica de algunas sonatas y partitas para violín de Bach. 

   Durante la Primera Guerra Mundial el compositor permanece en Bucarest, convirtiéndose en uno de los músicos más apreciados en su país, incluso por la reina Isabel de Rumanía, quien lo invita a tocar para ella en el castillo Peleş de Sinaia. En este período su trabajo como director de orquesta le lleva a ofrecer la primera versión íntegra, por primera vez en Rumanía, de la Novena sinfonía de Beethoven, y realiza conciertos para heridos de guerra en hospitales. En 1918 funda La Orquesta Sinfónica en Iași.


   A lo largo de su trayectoria dejó algunas obras inacabadas o abocetadas. Entre ellas están su cuarta y quinta sinfonías, rematadas por su compatriota Pascal Bentoiu. En total, Enescu concibió cinco hermosas sinfonías que, lamentablemente, no resultan fáciles de oír en nuestras salas de conciertos, aunque sí han sido registradas en disco. Gennady Rozhdestvensky grabó las dos primeras con la BBC Philharmonic, en un trabajo que también incluye la Suite nº 3 en re mayor, op. 27 y las Rapsodias rumanas. CPO publicó su Cuarta y Quinta sinfonías con la NDR Radiophilharmonie y la Deutsche Radio Philharmonie Saarbrücken Kaiserslautern bajo la dirección de Peter Ruzicka.

 Hanntu Lintu, portada de CODALARIO en mayo de 2017, es uno de los directores que más atención ha prestado a la obra de Enescu, un detalle de interés, sin duda, a favor de Lintu, que para Ondine  dejó su versión de la  Sinfonía nº 2, su Sinfonía de cámara y la Sinfonía nº 3, al frente de la Tempere Philharmonie Orchestra. Lawrence Foster es otro de los maestros que se han visto atrapados por el arte del rumano. Foster grabó con la Filarmónica de Montecarlo sus tres sinfonías, la Tercera con la Orquesta Nacional de Lyon y, Leon Botstein, la Primera con la American Symphony Orchestra. El sello Ottavio Records dedicó toca una colección a la obra orquestal de Enescu. En ella vemos la Sinfonía nº 2, una obra maestra de principio a fin, dirigida por Alexandru Lascae, al frente de la Philharmonie Moldova. Olympia también tiene varios discos con la Romanian National Radio Orchestra como protagonista, bajo la dirección de Horia Andreescu. Volvemos a encontrar el interés de Lawrence Foster en Enescu cuando decide grabar su Sinfonía concertante, al frente de la Filarmónica de Montecarlo, partitura de la que también ha dejado muestra discográfica de referencia Hannu Lintu para Ondine, con el chelista Truls Mork y la Tampere Filharmonía.


   Durante la Primera Guerra Mundial, Enescu dirige algunas de sus obras, entre ellas su Segunda suite para orquesta y, en 1936,  su ópera Edipo, estreno que tiene lugar en la Ópera Garnier de París. De ella recordamos dos grabaciones, una editada por Naxos, dirigida por Michael Gielen, al frente del Coro y la Orquesta de la Ópera Estatal de Viena; y otra por EMI que, otra vez bajo la dirección de Lawrence Foster, tiene entre sus intérpretes a figuras como Jose Van Dam,  Hendricks, Fassbaender y Lipovsek. El coro es el Orfeón Donostiarra y la orquesta, la Filarmónica de Montecarlo.

   Uno de los repertorios más tocados y grabados es el de su música de cámara. Sus sonatas para violín y piano cuentan con numerosos registros. Las tres han sido grabadas por el violinista húngaro Vilmos Szabadi y la pianista Márta Gulyás [catedrática de Música de Cámara la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid] para el sello Hungaroton Classic. Clara Cernat y Thierry Huillet han hecho lo propio con la segunda y tercera, una partitura que puede servir para dar cuenta de la importancia del folclore en la obra de Enescu. También han afrontado la grabación de la obra completa para piano y violín Azotei Remus y Eduard Stan para Hänssler Classic. Axel Strauss e Ilya Poletaev lo han hecho para Naxos y, para Genuin, el Duo Brüggen-Plank, formado por la violinista Marie Radauer-Plank y la pianista Henrike Brüggen. Por último destacamos otros tres trabajos, los protagonizados por Laurent Albrecht Breuninger y Thomas Duis, por un lado, Antal Zalai y Jozsef Balog por otro y, para Dynamic, Mariana Sirbu y Milhail Sarbu.


   Sus sonatas para chelo y piano han sido grabadas por la chelista Viviane Spanoghe y el pianista Andre de Groote para el sello Etcétera, incluyendo el precioso Nocturno y Saltarello. También lo han hecho Laura Buruiana y Martin Tchiba, para Naxos, y  el chelista Valentin Radutiu y Per Rundberg para el sello Hänssler. El Athenaeum Enesco Quartet y el Tammuz Piano Quartet [CPO], Solomon Ensemble [Naxos] y Schubert Ensemble [Chandos] han dejado grabados sus cuartetos. Enescu también escribió un interesante Quinteto con piano [Solomon Ensemble, para Naxos y Schubert ensemble, para Chandos] y dos Tríos, registrados por Stenik Khourdoian, Laura Buruiana y Mara Dobresco, además de un fascinante Octeto para cuerdas, grabado por Lawrence Foster con la Filarmónica de Montecarlo, así como por el Viotta Ensemble bajo la dirección de Micha Hamel.


   Sorprende la enorme capacidad productiva de Enescu, cuyas cualidades no dejaban a nadie indiferente. Se habla de su memoria prodigiosa, capaz de reproducir nota a nota algunas de las más difíciles partituras de la Historia de la Música. En 1937 se casa con la princesa Maruca Cantacuzino, con quien mantuvo una relación difícil y tormentosa, digna de una novela trágica. «Para mantener frescos sus sentimientos de amor, la mujer debe tener tres amantes al mismo tiempo». Es una de las frases que se adjudican a su esposa, a la que dedicó su composición más querida, la ópera Edipo, en la que trabajó durante más de diez años.

   Entre las obras que Enescu nunca llegó a rematar se encuentra el oratorio Strigoii, una partitura de alrededor de 45 minutos, escrita para cuatro solistas vocales y gran orquesta. Fue compuesta en 1916, en versión reducida para piano, con las partes vocales e instrucciones para realizar la orquestación. Los documentos desparecieron durante la Primera Guerra Mundial y, aunque después fueron recuperados, tuvieron que ser completados por Cornel Taranu y orquestados por Sabin Pautza. El resultado se puede oír en una grabación dirigida por Gabriel Bebeselea, con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín, para el sello Capricho

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   Tras la guerra, su actividad se divide entre Rumanía y Francia, realizando algunos viajes a Estados Unidos, donde dirige orquestas como la de Filadelfia o Nueva York. En los últimos años de su vida se instala en París, donde muere en 1955. Parece que uno de sus grandes placeres era tocar y grabar con su querido ahijado Dinu Lipatti . «Siendo un romántico y clásico por instinto, me esforcé por mantener, en todas mis obras, una especie de equilibrio que tiene su línea interna definida», escribe el propio Enescu. Para Yehudi Menuhin, Enescu «será siempre una de las verdadera maravillas del mundo». «Sus fuertes raíces y su alma noble provienen de su propio país, un país de una belleza única», sentencia el violinista.

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