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Libro: 'In audatia veritas' y 'Dramaturgia de una pasión'. Sobre Gerard Mortier

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
5 de enero de 2016

MORTIER: REFLEXIONES DE UN GESTOR

Por Albert Ferrer Flamarich
In audatia veritas. Gerard Mortier. Confluencias Editorial, SA. Almería, 2015. (232 páginas). IBSN: 978-84-943298-4-5. Dramaturgia de una pasión. Gerard Mortier. Akal. 2010 (160 págs.) ISBN: 978-84-460-3185-7

   Cerca del segundo aniversario de la muerte de Gerard Mortier (1943-2014), dos libros en castellano nos acercan al pensamiento del controvertido gestor cultural belga. El editado por Confluencias Editorial, In audatia veritas, se trata de un homenaje al ilustre y astuto personaje. Dirigido al melómano medio, posee un carácter eminentemente divulgativo gracias a una prosa fluida, accesible, que muestra la sabiduría y riqueza intelectual de un hombre que vio mundo y razonó sobre él.

   En los textos introductorios, Silvain Cambreling y Peters Sellars lo retratan desde el ideario del proyecto artístico mientras que Mar Fosca aborda la trayectoria. Tras ello el ensayo de Mortier se reparte en tres grandes bloques: uno político, otro artístico y, el último, operístico. En ellos reflexiona sobre la importancia del equilibrio de los órdenes económico, político y cultural como base de salubridad social. Dicho equilibrio se logra gracias a un crecimiento y estabilidad social sólo posibles en época de paz. También critica una parte del ideario del neoliberalismo y del despotismo del mercado económico contemporáneo. Igualmente versa su opinión sobre los ejes de la identidad cultural europea (andante, mitos, religión, filosofía, arte). Todo ello prepara al lector para concebir la ópera como una de las máximas manifestaciones intelectuales de la civilización. De ahí que no sea gratuito glosar las tipologías del teatro y su reflejo social a partir de la arquitectura.

   Por otro lado, Mortier reivindica la vitalidad del espacio teatral y la voluntad que éste no degenerase en pura decoración. A criterio suyo la acción debía interpretarse y no ilustrarse como se percibe en el comentario y profundización de algunos títulos que inducen al lector a ampliar sus puntos de mira. Una mención especial merece el capítulo dedicado a Messiaen y su San Francisco de Asís, una obra que fascinaba al gestor belga. En cuanto a la filosofía operística incide en la importancia de guiar al público antes de la difusión de la ópera; también en el papel del teatro en correlación con el mundo actual y, finalmente, en la función del arte como agente educativo en la sociedad. Como es sabido, en sus pensamientos hay una dimensión moral, una invitación a la reflexión y una utilización de códigos de nuestro tiempo: para Mortier no había una estética que se justificase sin ética. Todo ello es plasmado en una edición atractiva con una estética cuidada con fotografías, cubiertas rústicas y tipografía de letra cómodamente legible. Cabe señalar un posible error de traducción en la página 146: donde indica “el gran corazón del pelegrino” seguramente se refiera a “coro de pelegrinos” de Tannhäuser.

   En 2010 Akal comercializó Dramaturgia de una pasión centrada en el perfil de un gestor teatral y su compromiso intelectual como agente activo de la cultura. En lo que se podría haber calificado de estrategia para justificar el proyecto de Mortier en el Teatro Real, en este libro defiende el dramma per música como una equitas entre gesto, texto y sonido; así como también apuesta por la traducción de textos, especialmente, singspiels de lenguaje anticuado igual que se adapta Shakespeare o Eurípides. Entiende la ópera como un campo de investigación en su evolución y búsqueda de público, a la par que resulta estéril el capítulo sobre la dramaturgia de la creación y la crisis en la producción de nuevos títulos. A menudo incide en consideraciones harto expuestas desde la historiografía, la estética o la sociología ante las que satisface más conocer su postura sobre las nuevas tecnologías y la difusión de la ópera en cines. Por ser más propia de la ética, no convence su argumentación sobre la ópera como género político –que lo es, particularmente en esferas como las de Mortier-. El último capítulo lo firma Victoria Newhouse que analiza las salas de conciertos y ópera en su evolución y construcción pero no comenta ninguna española como el Auditorio de Zaragoza o el Palau de les Arts de Valencia.

   Con traducción de Santiago Salaverri, la lectura es amena y recomendable para el aficionado común. La edición tiene la calidad característica de Akal (papel satinado, faja externa, cubiertas duras) a pesar de algún error en las ilustraciones. Según el índice de la página 132 el orden de los carteles de las páginas 87-88 está invertido. Además son 8 y nº 9 las fotografías de producciones ante la ausencia de la indicada como número 6 en la pág.133, correspondiente a La traviata de junio de 2007 en la Ópera Nacional de París.

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