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Crítica: Gustavo Dudamel y la Mahler Chamber Orchestra en Burgos

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Autor: Agustín Achúcarro
17 de junio de 2021
Gustavo Dudamel en Burgos

Una actuación a la altura de lo que se celebra

Por Agustín Achúcarro
Burgos, 13-VI-2021. Actos conmemorativos del VIII Centenario de la Catedral de Burgos. Burgos. Auditorio Fórum Evolución. Mahler Chamber Orchestra. Obertura Coriolano, op. 62, Concierto para piano y orquesta nº2 en si bemol mayor, op. 19 y Sinfonía nº3 en mi bemol mayor, op. 55 de Beethoven. Alexandra Dovgan, piano. Gustavo Dudamel, director.

   Tras el concierto dado en la Escalera Dorada de la Catedral de Burgos, el Auditorio del Fórum Evolución fue el escenario en el que la Mahler Chamber Orchestra bajo la dirección de Gustavo Dudamel interpretó un programa dedicado íntegramente a Beethoven. Un concierto programado dentro de los actos del VIII Centenario de la Catedral de Burgos.  

   El colofón al concierto, en muchos sentidos, llegó con la versión de la Sinfonía nº3 en mi bemol mayor, Op. 55 de Beethoven. Fue el momento culmen, en el que la orquesta y el director dieron lo mejor de sí mismos para conseguir una versión profunda, que profundizó en la obra de principio a fin.

   En el movimiento inicial quedó encauzado de inmediato por la forma de atacar sus poderosos acordes, que dieron paso al tema inicial de los violonchelos.  En la Marcha fúnebre, Dudamel ahondó en los detalles, en los pequeños matices, sin que esto mermara la labor del conjunto. Se consiguió un efecto en el que director y orquesta pareció que detuvieran el tiempo y proyectaran un sonido convertido en el centro espiritual y psicológico de la obra. Se proyectó una profunda revelación emocional, con momentos como el fugado central, el efecto de las trompas sobre las cuerdas o su sugestiva conclusión.

   En el tercer movimiento se cuidó especialmente el efecto de los crescendos, no es menos cierto que fue un detalle cuidado durante toda la obra, y el Allegro molto final estuvo marcado por un ritmo animado, con una conclusión contundente.  Una versión emotiva, equilibrada en la relación de las secciones de la orquesta, capaz de emocionar y sorprender continuamente.

   El concierto comenzó con la Obertura Coriolano, que sirvió para asentar a la orquesta y que ésta se adaptara a una acústica algo seca. Se pusieron de manifiesto las bazas que emplearía el director durante el concierto, en cuanto a articulación y dominio del ritmo, los colores y las dinámicas.  Dudamel combinó el carácter impulsivo, tan acorde con el carácter del héroe que da nombre a la obra, con los pasajes en los que se impuso la melodía, en una suerte de equilibrio orquestal.    

   Para la interpretación del Concierto para piano nº2 se contó con la joven instrumentista, de tan solo trece años, Alexandra Dovgan. Se buscó aquí la claridad del fraseo, sin renunciar a los contrastes entre pasajes en forte  y suaves, que remarcaron de forma definitiva el movimiento conclusivo. La solista mostró dominio técnico de la partitura, con especial habilidad para tocar los pasajes en los que dominaba la melodía, como se puso de manifiesto en el tiempo central. Allí Dovgan destacó el colorido en un ambiente de serenidad. La pianista demostró que, a pesar de su inusitada juventud, tiene hechuras para interpretar esa obra, sin bien no es menos cierto que quizá le faltó en su interpretación el carácter, el poso,  que a buen seguro irá adquiriendo según vaya madurando en su carrera como pianista.

   Llegado el turno de la obra fuera de programa, Dudamel adoptó un carácter marcadamente lúdico. No faltaron las palabras de un director que reseñó que la Heroica tenía un significado especial en los tiempos que se estaban viviendo, y agradeció el recibimiento que le había dado la ciudad de  Burgos. A continuación prometió una gran sorpresa a cargo de un gran amigo suyo, momento en el que irrumpió en el escenario el tenor Javier Camarena con la romanza «No puede ser». El concierto finalizó con el Himno a Burgos, para lo que se contó con el Orfeón burgalés, que lo interpretó junto al público desde la sala.

   Un concierto con una orquesta muy bien conjuntada, de magníficas prestaciones, y un director de los que sabe dejar su impronta. Un acontecimiento música que prevaleció sobre ciertos inconvenientes, como los que sufrieron los espectadores próximos a la grúa que portaba una cámara, que tuvieron que soportar sus ruidos, leves pero continuados. 

Foto: Fundación VIII Centenario Catedral de Burgos 2021

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