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Crítica: 'Il duca d'Alba' de Donizetti y Salvi en el Teatro Campoamor de Oviedo, bajo la dirección de Roberto Tolomelli

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Autor: Aurelio M. Seco
14 de diciembre de 2015

DONIZETTI A SALVI

Por Aurelio M. Seco
Oviedo. Teatro Campoamor. 13/12/2015. Donizetti/Salvi, Il duca d´Alba. Ángel Ódena, Felipe Bou, Josep Fadó, Ricardo Domínguez, José Bros, Miguel Ángel Zapater, María Katzarava. Director musical: Roberto Tolomelli. Director de escena: Carlos Wagner. Coro de la Ópera de Oviedo. Oviedo Filarmonía.

   El cuarto título del Festival de Ópera de Oviedo ha sido visto por la entidad como una oportunidad para recuperar de un olvido más o menos comprensible una de esas óperas italianas que profundizan en la leyenda negra española desde la perspectiva de la ocupación de Flandes por nuestro país, una historia donde los buenos no somos nosotros, comandados por un perverso duque, en esta producción excesivamente marcado en escena.  Se trata, efectivamente de Il duca d´Alba, obra con música de Donizetti y algunos fragmentos de Matteo Salvi que la institución asturiana consideró interesante revitalizar con la producción concebida por Carlos Wagner para Opera Vlaanderen. La última representación que se había hecho en  nuestro país había tenido lugar en 1887, en el Teatro Real de Madrid, con Gayarre en el reparto.

   Nos pareció una pena que una temporada de tan solo cinco títulos eligiese potenciar una obra que no es parte fundamental del repertorio italiano sin percatarse de que la ópera española todavía tiene sus principales títulos prácticamente inéditos en nuestro país. Creemos que hubiera sido una oportunidad interesante para programar alguna de nuestras óperas en su lugar y, seguramente, más rentable, para la imagen del teatro e incluso sus arcas, pues no tenemos la impresión de que este Duque esté para dar muchos beneficios económicos. Escribe Jaume Tribó en el programa de mano sobre el “olvido total” que sufre Matteo Salvi, y apunta algunos datos biográficos. Nosotros lamentamos más el triste olvido que padecen las óperas de Carnicer, Saldoni, Reparaz, Genovés, Arrieta, Bretón, Usandizaga, Pahissa, Emilio Serrano, Pedrell o Chapí, por ejemplo.

   Anotamos de paso un par de deudas pendientes con algunos de nuestros compositores contemporáneos. De La dama del alba de Luis Vázquez del Fresno, que hace años parecía que se iba a estrenar en el Niemeyer, no se ha vuelto a hablar. Sucede algo parecido con la ópera Germinal, de Jorge Muñiz. Con demasiada frecuencia tratamos mejor a los de fuera que a los nuestros. Por lo menos en alguna ocasión se podría probar a hacer lo contrario. Merece la pena.

  Este Duca d´Alba no estuvo mal concebido en lo musical ni en lo vocal, y aunque la dirección de escena optara por un traslado histórico temporal un tanto excéntrico y caracterizase a algún personaje excesivamente, estéticamente resultó creativo en sus principales líneas visuales y agradable de ver, si exceptuamos el vestuario y la oscuridad general con que se planteó, seguramente para reflejar simbólicamente nuestra leyenda negra. 

   Carlos Wagner escribe en el programa que la historia de esta ópera trata un problema que, “para un público contemporáneo, se manifestó de manera muy inquietante en las guerras en torno a la división de la antigua Yugoslavia”. El director de escena ve la historia “Trágica y absurda” y, quizás por lo segundo, pone metralletas en las manos de los protagonistas y caracteriza al Duque como al rey Jerjes de la película 300, a la sazón un inquietante Ángel Ódena rapado y tatuado al moderno estilo septum que hoy tanto abunda, que incluso nos llevó a recordar los tatuajes del inolvidable arponero de Moby Dick interpretado en su día por Frederick Ledebur.

   Del reparto destacó el trabajo de José Bros, que se convirtió en el principal aliciente lírico de la función y el eje fundamental sobre el que se asentó la calidad de la versión vocal. Bros encarnó a Marcello con gran generosidad, cantando y sobre la escena, y resolvió todas las dificultades líricas del personaje desde la musicalidad y sus recursos de notable tenor, dentro de un estilo que se nos antojó francés, muy a cuento con este Donizetti italiano. Fue el más aplaudido del reparto y no sólo por el cariño que tradicionalmente se le tiene en el Campoamor. Realizó un trabajo encomiable.

   Ángel Ódena interpretó al Duque. Cantando, lució su gran voz de barítono, pero más desde el volumen que buscando los matices de la interpretación. También se echó en falta un mayor respeto a la métrica de los fraseos, con frecuencia algo precipitados e inestables. Fue el suyo un Duque oscuro y perverso en escena y realmente impactante a nivel estético y sonoro, pero algo rudo en su imagen vocal. La soprano Maria Katzarava afrontó el papel de Amelia mostrando una voz bonita pero algo tensa en intención y vibrato. Su interpretación resultó volcada y generosa, pero también algo ayuna de registros y plana en matices. Con toda seguridad, el papel necesitaba de una soprano con una voz de mayor recorrido, más dúctil y flexible. Felipe Bou y Miguel Ángel Zapater estuvieron convincentes y generosos en sus respectivos papeles de Sandoval y Daniele. Buen trabajo de Josep Fadó como Carlo y Ricardo Domínguez en el papel de Tabernero.

   Respecto al coro, ha sido dejar Patxi Aizpiri su dirección y tener la sensación de que ya no está a la misma altura artística. En el primer acto las voces masculinas no sonaron tan bien como otras ocasiones, seguramente perjudicados por unas posiciones escénicas que no eran las idóneas. El resultado canoro del trabajo de la agrupación resultó, con todo, apropiado.  Roberto Tolomelli se puso al frente de la Oviedo Filarmonía para ofrecer una versión solvente, en la que se mostró como un director más avezado y digno que brillante. Tolomelli es un buen concertador que dirige con pasión y respeto por la intencionalidad de la música, aunque también podría haberse comunicado mucho más eficientemente con el coro y los cantantes. Hubo algunos desajustes a lo largo de la función. La sonoridad de la Oviedo Filarmonía y el estilo interpretativo de fondo tampoco desencantaron.

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