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JOSEP COLOM: «Estamos en una sociedad muy competitiva y mercantilizada»

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Autor: Aurelio M. Seco
1 de mayo de 2021

JOSEP COLOM: «Estamos en una sociedad muy competitiva y mercantilizada»


Una entrevista de Aurelio M. Seco | @AurelioSeco | Fotos: Fernando Frade / Codalario

¿Por qué ha querido volver a grabar todos los Estudios de Chopin en video a los 74 años?

Ya había grabado bastantes estudios de Chopin, en un disco titulado Confluences, con Eudora Records, que también incluía obras de Bach, con la idea de mostrar semejanzas entre los patrones pianísticos e intenciones musicales de ambos, cosa que no debe sorprender ya que Bach -junto con Mozart- era compositor de culto para Chopin y sabemos que tocaba el Clave bien temperado asiduamente, casi a diario. Mi intención fue la de  difuminar el concepto académico de «estilos musicales» tocando en alternancia preludios del Clave bien temperado y estudios y algún nocturno de Chopin ornamentando como sabemos que era habitual en la época de ambos e improvisando pequeños enlaces entre casi todas las piezas dando un sentido de continuidad en todo el CD. Aunque 125 años separan el nacimiento de ambos compositores Chopin prefería la música de Bach a la de sus coetáneos, de modo que seguramente en su corazón era música contemporánea de modo que, resumiendo, mi intención era que suene Chopin como Bach y Bach como Chopin. De hecho algunos amigos músicos me han dicho que escuchando sin pensar por momentos no sabían qué compositor estaba sonando y yo me decía “misión cumplida”.

Ya había retomado varios estudios de Chopin con una mirada nueva para grabarlos en Confluences, así que me dije ¿por qué no tocarlos todos de nuevo? ¿Y también con enlaces entre ellos y ornamentación? Decidí hacerlo en video en parte porque son unas obras míticas que despiertan la curiosidad entre los colegas para ver cómo uno resuelve físicamente los problemas que plantean a ese nivel. Pero el impulso de grabarlos (independientemente de la imagen)   viene de que me parece una obra soberbia, no sólo a nivel pianístico sino también en lo estrictamente musical. Es una genialidad que tuvo Chopin jovencísimo; publicó el op. 10 con tan sólo 19 o 20 años. ¡La edad de mis alumnos en 1º o 2º de grado superior! Si apareciese un chico así en mi clase le pediría de rodillas que me diera clase a mí. Es una obra importantísima que forma parte del repertorio obligado de cualquier pianista. Uno no se puede formar como pianista sin pasar por estas partituras. Hay muchas grabaciones muy buenas e incluso geniales de los estudios. Yo no intento descubrir nada con mi manera de tocarlos, pero muchos pianistas las hemos afrontado y seguimos afrontando siendo estudiantes como obras de estudio, al estilo de los de Czerny o Clementi, por ejemplo, usándolos como herramienta para adquirir ciertas habilidades mecánicas y proponiéndonos como meta tocar el texto con rapidez y perfección.


   En casi todos los exámenes o concursos de cualquier nivel hay que tocar obligatoriamente algún estudio de Chopin y se convierten en una obra de competición, de comparación, así que un poco seguimos viéndolos no como formando parte de su obra sino como estudios que hay que tocar rápido, brillante, sin poner en primer plano el significado musical que es extraordinario.

   En esta última etapa de mi vida me apetece grabar la música que he llevado en el corazón toda la vida por el gusto de hacerlo y compartirlo y porque tengo la ocasión de grabar con Gonzalo Noqué, músico de gran sensibilidad y cultura, propietario y técnico de sonido de Eudora Récords, un sello modesto pero con voluntad de que sus grabaciones sean obras de arte. Además el gerente del auditorio de Zaragoza nos viene ofreciendo para todas mis últimas grabaciones su Sala Mozart, que a mi juicio es posiblemente la sala más bella y con mejor acústica de España. Y utilizo un Steinway modelo D de los años cincuenta cuyo colorido me parece más interesante que el de los pianos modernos, aunque yo soy un poco más antiguo que el piano todavía.

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«La partitura es una representación esquemática de la música, no la música»


Su interpretación es muy original.

Los toco así porque así los siento, con libertad, con rubato, con fantasía sonora, con todo lo que yo pueda aportar sin trabas. Sabemos que tocar de esta forma era una práctica común en el siglo XIX y también anteriormente y he decidido rescatar esa perspectiva que los «clásicos» hemos ido perdiendo al abandonar la práctica de la improvisación a lo largo del siglo XX y que sin embargo ha sido practicada por el jazz y otros géneros.

Tocar o no tocar la partitura, é ahí el dilema.

La partitura es un esquema. ¿Hay algún actor de teatro que en escena suba con el texto y lo lea sin puntos y comas? Tiene un significado y cada uno percibe lo que significa según su personalidad. Es un esquema con infinidad de matices, de flexibilidad de tempo, de sonoridad. La partitura no es un manual de instrucciones, es una guía para improvisar, con unas acotaciones más grandes que otras músicas como puedan ser el Jazz, flamenco y músicas populares, pero hay un margen de interpretación muy grande. Para mí es normal que no se toque sólo la partitura. Yo no oigo a nadie que toque sólo la partitura sin aportar nada personal. Quizás nos hemos acostumbrado demasiado al respeto al texto, cuando es una representación esquemática de la música, no la música.

El problema del compositor es cómo escribir con los signos convencionales, cómo escribir la música. Por eso hay cosas que quedan imprecisas. No se puede escribir todo. Sí la altura del sonido Pero ¿cómo defines la sonoridad de cada nota, de cada acorde, de cada pequeña intención? Un actor hablaría de cada sílaba, cada palabra, cada frase, cada énfasis, cada silencio. Chopin cuando tocaba improvisaba sobre el momento. Hablo de Chopin porque es el protagonista del video que estábamos comentando pero lo mismo podríamos decir de cada compositor-pianista, O de cualquier intérprete aunque no toque su propia música. Una de las cosas que debe hacer el intérprete es «recomponer» a partir de unos signos cuyos códigos conoce. La música desaparece físicamente cuando deja de sonar y hay que recomponerla cada vez. Pero esos códigos son limitados Las alturas de sonidos son las que están más definidas, y cuestiones rítmicas que se expresan por quebrados: una figura vale el doble de la siguiente…, pero no hay lugar para los números irracionales, y la música es algo que está vivo, es como querer poner en pauta la respiración.


¿Cuáles son los límites de esa libertad?

Cuando la obra ya no se parece. Hay muchas razas de perros, que a veces parecen especies diferentes. Cuando un animal se convierte en otro animal, deja de ser el que era.

¿Pero a qué debe parecerse esa obra?

Hay muchas maneras de tocar las obras de Beethoven. La manera de contar la historia puede ser muy diferente aunque las notas (léase sílabas) sean las mismas, aunque los instrumentos sean los mismos, no se tocará de la misma manera. No sé dónde está el límite. En otras músicas menos escritas el límite es menos reconocible. Cuando uno hace un estándar de jazz, si no se reconoce el estándar se está haciendo otra cosa. Pero reconocerlo o no dependerá también de la perspicacia del oyente.

¿En la época de Leopold Godowsky  y Józef Hofmann se  tocaba mejor el piano que hoy?

Su personalidad era más reconocible, pero también hay que tener en cuenta que estaban más cerca de las fuentes de la música del siglo XIX. Muchos de esos pianistas habían sido alumnos de Chopin o Liszt, o alumnos de sus alumnos, e incluso algunos habían oído tocar al propio Liszt o Clara Wieck, viuda de Schumann. Estaban más cerca de la fuente que nosotros, y es que en esa época, hasta final del siglo XIX, la improvisación formaba parte de la música que nosotros llamamos clásica. Ellos simplemente hacían música, como una especie de formación integral. Un músico tenía que saber improvisar, tocar y componer, con maestría. El talento excepcional lo tiene uno o no, pero un músico bien formado debía saber improvisar, componer…. Las fronteras no estaban tan claras entonces como ahora. El compositor era el arquitecto y el intérprete el decorador, que lo decoraba sobre la marcha. La música grabada es otra historia. Cuando oyes un disco por tercera vez, la perspectiva sigue siendo la misma que la primera. La interpretación fijada en la grabación no es cambiante, es definitiva, y quien graba tiene tiempo para escoger entre varias opciones y fijar la que en este momento más le interesa.

Glenn Gould, por ejemplo se dedicó a grabar, en lugar de ofrecer recitales en público a partir de los 30 años más o menos. Su peculiar temperamento le llevó a eso y con resultados fantásticos que todos conocemos más allá de su muerte. La tecnología te permite estas cosas, hacer una especie de Frankenstein, que si está hecho con arte es maravilloso. Pero, grabar la música, de alguna forma va contra natura. La música se vive en el tiempo. Grabarla es como cazar una mariposa y, para ver los maravilloso colores de sus alas, decides matarla y clavarla. Así la ves en todo su detalle, pero ya no tiene vida.

En realidad es milagroso acceder a grabaciones de artistas del pasado, alumnos de Liszt tocando, el propio Debussy interpretando sus propias obras, pero es tan solo un momento que quedó ahí fijado. Para mí puede ser un referente también ver lo que grabo yo mismo, mirarme en el espejo. Se trata de tener una visión de un momento mío, por si a alguien le interesa. Grabando, lo que se hace es ampliar el campo, para compartir la música con los demás, pero sabiendo que ya no es lo mismo que hacerla en directo. Es como escribir un libro. Te estás comunicando con un lector anónimo y a lo mejor lo leerá cuando ya estés muerto. Escribes tu pensamiento y echas una botella al mar con el mensaje. Alguien puede llegar a recogerlo pero lo más importante es el contacto directo de la música en vivo… que puedes ofrecer mientras estás vivo.

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«Grabar la música, de alguna forma va contra natura. La música se vive en el tiempo»


Hay quien considera que la calidad artística es relativa, subjetiva. ¿Hay pianistas mejores que otros?

Todos tenemos el afán de comparar para saber cuál es el camino verdadero, a ver quién es el mejor pianista del mundo, por ejemplo …. Pero ¿con qué criterio? No es posible saber quién es mejor más allá de ciertos criterios profesionales. Alguien que no es capaz de tocar con solvencia mecánica lo que está tocando o no sabe situar la obra en su momento y tiempo, pues simplemente no está capacitado para ejercer su profesión. Pero si uno tiene una solvencia suficiente para tocar correctamente a todos los niveles, es imposible saber quién es el mejor.

O sea, que no hay pianistas mejores que otros a su juicio.

Sí, «a MI juicio» sí, pero siendo consciente de que es una opinión personal. Puedo estar equivocado. Todos pueden ser buenos o malos, o mejor diría, no hay malos o buenos todos se mueven por amor a la música y se expresan con mayor o peor acierto según sus capacidades.. Yo le puedo decir que prefiero a unos más que a otros. Igual que ciertas personas se convierten en mis amigos pero no se me ocurre decir que son mejores personas que las que no frecuento con tanto gusto. Cuando un jurado decide en un concurso el criterio es inapelable, porque es indiscutible. Es un criterio personal de cada miembro resumido en un número promedio. Tiene el valor que tiene. ¿Cuál es el criterio del buen arquitecto? ¿Qué no se le caiga la casa?


Pero Gaudí es mejor que otros, ¿no?

No sé si es mejor. Es original, personal, a nadie se le había ocurrido lo que a él, y eso produce un consenso. En su época, a la mayoría de la burguesía catalana le parecía horrible. Gaudí le puede parecer a alguien feo y no hay manera de discutir tal cosa. Beethoven, a Chopin no le gustaba su manera abrupta y poco elegante de decir a veces las cosas, pero jamás dijo que fuera un mal compositor ni discutió su grandeza, incluso hay obras de Chopin que hacen referencia a piezas de Beethoven. Él prefería, no obstante, a Mozart y a Bach. Brahms adoraba a Bach y a Beethoven. Debussy, sin embargo, detestaba a Brahms. Una cosa es un juicio estético, una opinión razonada, y otra cosa es decir qué es malo y qué es bueno.

Se puede decir que un pianista es mejor que otro, y razonarlo, pero a partir de una estética propia y criterios propios. Ni siquiera puedo decir, Horowitz con la Kreisleriana de Schumann es maravilloso y a mí me llega profundamente. Tendría que decir más exactamente: En tal fecha Horowitz tocó la Kreisleriana de Schumann y por suerte este momento de inspiración quedó registrado y gracias a ello yo puedo escucharlo y por cuestiones de afinidad inexplicables a mí me produce generalmente una profunda emoción. Sin embargo, si la oigo varias veces en un lapso de tiempo demasiado corto la magia del instante, de lo inesperado, desaparece, y con ello la emoción. Puedo decir que yo no he tenido ocasión de escuchar ni en vivo ni en grabación la Kreisleriana de una manera que me produzca esta impresión, pero ¿cuántas incontables veces en el mundo se ha tocado la Kreisleriana y yo no estaba? Porque es que estoy juzgándole por una obra que grabó un día de inspiración. No tengo ninguna base para decir de un modo absoluto que el mejor intérprete de la Kreisleriana es Horowitz y aún menos que Horowitz fue el mejor pianista del mundo

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«Se puede decir que un pianista es mejor que otro, y razonarlo, pero a partir de una estética propia y criterios propios»


¿Cómo se expresa usted cuando habla sobre una versión que le gusta?

Digo que es imaginativa, libre, con una imaginación sonora, con unos colores absolutamente inauditos, sorprendentes, si sintonizo con ello, y hay muchas personas que sintonizan y otras no. Yo creo que no se puede emitir un juicio de valor, aunque sí decir lo que sientes: «fíjate que bien ha hecho esta transición, cómo destaca tal elemento», por ejemplo. El juicio depende del individuo, según sus propios parámetros. No hay bueno y malo. El gusto es individual. Puedes opinar que hay versiones imperfectas, torpes, arrogantes… ¿qué pasa si alguien opina los mismo de ti? ¿Cómo te defiendes?

Alguien puede tocar para gustar, para tener éxito, y si se le da bien lo puede conseguir. A veces lo que se intenta es hacer un ranking. Estamos en una sociedad muy competitiva y muy mercantilizada. Mejor que un valor –que todos tenemos como ser humano- es tener un precio, un caché, y si tú cobras más que yo es que eres mejor. Es todo una ilusión.

¿De qué grabaciones se siente más satisfecho?

Desconfío de la autosatisfacción porque fácilmente se desliza hacia el orgullo. Disfrutar las he disfrutado todas, porque siempre he tenido la suerte de poder escoger el repertorio y grabar lo que me apetece en cada momento. Y como he explicado antes, últimamente estoy grabando en condiciones óptimas y el proceso ya es un placer porque es creativo. He grabado lo que me ha apetecido y he escuchado lo grabado, profundizando, retomando, un camino que me hace feliz y me hace aprender, que para eso estamos.


¿Qué me dice de los concursos?

Yo creo que los concursos son una consecuencia de la forma de funcionar de una  sociedad cada vez más mercantilizada y en la que en nuestro sector (la «industria musical», expresión que me horripila) hay más oferta que demanda, por lo menos en el género llamado clásico. Es un poco ponerte en un escaparate. Hay muchos más pianistas bien preparados y formados y capacitados para dar un recital interesante que público y salas para absorber esa oferta, y el concurso es una criba. Si algún alumno mío tiene interés en ir a un concurso, le diría que aprovechase lo positivo, porque sirve para situarte en el nivel general de tus compañeros de generación. En el resultado hay una gran parte de aleatorio, así que si es bueno, relativiza el éxito, y si es malo, relativiza también el fracaso. No eres bueno si ganas y malo si pierdes. Son opiniones diferentes que se resumen en un número o promedio. Así que, o te haces un antisistema total y te metes en una cabaña y comes lo que siembras, o necesitas dinero para cubrir tus necesidades. En los concursos puede que no ganes nada, pero también es posible que alguien te oiga y te ayude a impulsar tu carrera.

En mis tiempos he participado en concursos, ganado algunos y fracasado en muchos más que no vienen en mi curriculum  (un día me divertiré redactando un anticurriculum), y he tenido y tengo empresarios que hacen mi publicidad, porque si no nadie sabe que estás en el mercado

¿Cómo ve el mundo de la música?

Hay muchas cosas en el funcionamiento de la sociedad actual que está tomando tintes que no me gustan nada. El mercantilismo absoluto que estamos viendo, por ejemplo. Todo se mide cuantitativamente. Si nos ceñimos a un concierto se mide cada vez más el éxito por cuántas entradas has vendido y cuántos minutos duran los aplausos. Ahora un disco ya no se vende, y tu supuesto valor está en cuantas visitas tienes en Youtube o amigos en redes sociales. Todo es cuantifícable y objeto de comercio, y de cara al exterior tú vales lo que dicen que vales, como en la bolsa. Siempre ha sido un poco así pero ahora con las redes sociales es peor porque los procesos se aceleran.

«La expresión "industria musical" me horripila»


¿La música es lo más importante?

Hay cosas más importantes. Ha dependido de mi momento vital. En mi adolescencia fue mi refugio de emociones. Yo no era autista pero iba en camino de serlo. Poco a poco he ido abriéndome al mundo y perdiendo el miedo a la vida, y ahora la música es importante porque fue y sigue siendo la primera ventana privilegiada hacia el misterio. Con ella me comunico con visiones que han tenido otros que no se pueden poner en palabras, y me suscitan emociones que no tienen parangón en la vida cotidiana. Otras personas vivirán esto en contacto con la naturaleza, la contemplación, otras artes. Para mí la música ha sido esta ventana, pero no la única. En parte por eso me he ido hacia la naturaleza. Tienes intuiciones de que en la vida hay algo más que lo que vemos.

¿Habla de religión?

No de religiones organizadas. También tienden a convertirse en empresas que necesitan clientes, como los partidos políticos, estoy hablando de trascendencias, de misterio, de algo que se nos escapa a nivel de las percepciones que desarrollamos a nivel cotidiano. No sé qué nombre ponerle.

Quizás ¿materia ontológico general? En cualquier caso, no es usted religioso.

No, en absoluto. Creo en la vida porque formamos parte de ella pero instalado en la duda. Cuando uno cree algo de modo incuestionable se convierte en un concepto y ya deja de ver la realidad. La vida está cambiando y cada instante tienes opción de ver algo nuevo y si lo miras con ojos viejos no lo ves. Por eso lo que hablaba de la grabación. Es una herramienta maravillosa pero si te detienes en ella marchitas y mueres. Cada vez que toco una obra es como la primera vez. Pero estas dos últimas preguntas abren un campo que necesitaría la entrevista entera.

«En mi adolescencia la música fue mi refugio de emociones»


Algunos estamos muy preocupados por la ecualización que la sociedad de hoy establece entre músicas como una canción rap o una sinfonía de Beethoven.

A mí no me aportan lo mismo el rap que Chopin. Yo tengo una hermana nueve años mayor, también es pianista, y cuando nací ella ya tocaba Chopin y Bach, así que es normal que ésta sea mi música. Alguien que no ha nacido inmerso en este género de música, cuando de repente oye una sonata o sinfonía de Beethoven se enfrenta a un discurso de una complejidad que no está preparado para percibir, y hay otras músicas que son más sencillas a nivel de organización del discurso a gran escala. Pero es su música, puesto que la disfrutan. Y yo también puedo disfrutarla dependiendo del momento. Es raro encontrar a alguien a quien no le guste algún tipo de música. Yo no he enseñado a niños. Creo que podría aprender pero es una auténtica especialidad y desgraciadamente muy poco valorada en sus consecuencias. Pero por ejemplo, mi compañera actual, Natalia, sí lo hace, y dice que los que más progresan son los que son hijos de músicos clásicos. Es lógico, confirma mi propia historia personal; pero los que no entran por Bach, que consideran de otra época, y quieren una canción pop pues empecemos por ahí y si quieren la música de un videojuego también, y algunos de ellos llegarán a un punto en que querrán tocar algo de Chopin o de Beethoven. Lo descubrirán por sí mismos cuando estén preparados si es que llegan a estarlo. A mi padre, que no era músico profesional, le gustaba mucho la ópera italiana, que no es lo que a mí más me interesa, y gracias a mi hermana y yo fue ampliando su repertorio de melómano, y cada uno entra por donde entra. En cualquier caso yo no soy quién para decir qué tiene más valor. ¿Qué vale más un cómic o el Quijote? Si el cómic es bueno pues tiene su función y su momento. No es justo compararlo. ¿Qué personaje de ficción es más interesante? ¿Mafalda o Dulcinea del Toboso?

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«A mí no me aportan lo mismo el rap que Chopin»


¿Se considera un pianista poco comercial?

Yo no he buscado alejarme de los circuitos comerciales pero es cierto que no he empleado mucha energía en moverme en ellos. Siempre se han ocupado mis empresarios de mis conciertos. Los años 80 y 90 eran de mucha actividad, pero ahora mismo, si tuviera aquella cantidad de conciertos no tendría suficiente energía para disfrutarlos todos. En lo que a comunicación se refiere, no estoy en las redes sociales porque no me interesa, y esto es posible que haya influido para que mi presencia en el mundo de la música haya disminuido, pero no es algo que me preocupe. Yo disfruto de igual manera. Sigo tocando en auditorios y con orquestas. Ahora también hay más competencia que antes y mucha gente joven tocando. Cuanto más mayor eres más competencia tienes, aunque yo nunca veo la música como competencia. Veo cómo va evolucionando la “industria” musical y juego el juego lo mínimo para financiar lo que considero importante y no perder más tiempo del necesario en ello.

Ahora también estoy más en la enseñanza. Doy clase desde hace nueve años en el Conservatorio del Liceu, donde entré con 65 años, la edad en que debía jubilarme. Pero como nunca había trabajado pensé que quizá ya tocaba. La enseñanza me está aportando mucho y la disfruto. Ya era hora de compartir. Nunca he dejado de dar clase, pero eran más clases magistrales que otra cosa. Ahora, sin embargo, tengo un vínculo con cada alumno. Con cada uno de ellos estoy cuatro años una vez por semana. Este año tengo ocho y mi objetivo es crear un vínculo de confianza e intercambio. Jamás los comparo ni me comparo con ellos. Yo les ofrezco mi experiencia, ellos el entusiasmo del descubrimiento. Yo estoy a su escucha y trato de darles herramientas para que sean más felices con la música. Y más independientes. Es mi finalidad.

«Yo no he buscado alejarme de los circuitos comerciales pero es cierto que no he empleado mucha energía en moverme en ellos»

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Pronto volverá a tocar con la Orquesta y Coro Nacionales de España.

Sí, tocamos juntos hace dos años. Tuve que sustituir a Arcadi Volodos con el tercer concierto de Beethoven.. El 4 de julio volveré a tocar con ellos en el Festival de Granada, Noches en los jardines de España, de Falla.

¿Cómo ha llevado la pandemia?

No me he contagiado ni he tenido síntomas. La situación a nivel personal está muy bien, no he tenido a mi alrededor casos graves. Durante el confinamiento he tenido muchos recursos para disfrutar de la música a solas, libros, cine. No fue un confinamiento dramático. La carencia de conciertos, sin embargo, son una catástrofe para el sector y para muchos otros. En cambio otros sectores se están enriqueciendo exponencialmente y sospechosamente. Tengo menos conciertos pero voy tirando. A nivel personal soy afortunado.

¿Y cómo ve la política?

Me interesa poco. Mejor dicho, espero muy poco de ella. Cada vez veo menos diferencia entre derecha e izquierda. Hay poderes fácticos que están muy por encima de los votantes y de los votados. Los ricos siguen siendo cada vez más ricos, lo pobres más pobres independientemente del color de los gobiernos y en cualquier parte del mundo y con el pretexto de la pandemia se han recortando libertades, derechos de desplazamiento y de reunión de una manera incongruente. Las perspectivas no son muy buenas. Hay muchos músicos que han perdido sus carreras. El tema de la política y la pandemia, íntimamente ligados, dan también para otra entrevista.

«Durante el confinamiento he tenido muchos recursos para disfrutar de la música a solas, libros, cine»

¿Qué le hace ilusión?

En este momento me hace ilusión un programa que estoy preparando con obras de compositoras que confieso que estoy descubriendo como Helène de Montgéroult, Fanny Mendelsohn, Clara Schumann, Cécile Chaminade, Mel Bonis, Lili Boulanger… Hay música muy interesante y bella hecha por mujeres y que ha estado en la sombra mucho tiempo. También tema para otra entrevista. Si alguien tiene curiosidad e interés, hay cantidad de partituras y grabaciones de las compositoras que he citado en ISMLP. Afortunadamente ya no hay que rebuscar tanto en bibliotecas y colecciones privadas… aunque ciertamente hay todavía mucho que investigar en este campo.

Creo que le gusta caminar.

Sí, trato de hacerlo todo lo que puedo, aunque no puedo tan a menudo como quisiera. Ahora estamos viviendo cerca de Tarragona, en Comarruga, una localidad costera perteneciente al municipio de El Vendrell, donde nació Casals. Vivimos cerca de su casa y solemos dar largos paseos por la playa o por el interior. Queríamos alejarnos de la ciudad, tener una casa con terreno y con dos plantas para reformar una de ellas y habilitar una pequeña sala de unos 50 m2 donde compartir música y cultura en general. Es una decisión reciente y la reforma está recién iniciada. Antes vivíamos en el centro de Barcelona y previamente yo tenía un estudio en Madrid –donde viví durante más de veinte años- que ya no usaba y que al final vendimos. Ahora estamos cómodos aquí.

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