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Crítica: Juanjo Mena en la temporada de la OCNE con obras de Schubert, Abril y Britten

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Autor: Pedro J. Lapeña Rey
12 de marzo de 2019

La ONE y Mena deben seguir colaborando de manera habitual

Por Pedro J. Lapeña Rey
Madrid. Auditorio Nacional. 10-III-2019. Temporada de abono de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE). Xiayin Wang, piano. Director musical, Juanjo Mena. Sinfonía nº5 en si bemol mayor, D. 485 de Franz Schubert. Tres escenas del ballet «La gitanilla» de Antón García Abril. Concierto para piano y orquesta en re mayor, opus 13 de Benjamin Britten. Sinfonía nº 4en do menor, D. 417, «Trágica»de Franz Schubert

   Llegamos este fin de semana a la conclusión del mini ciclo de tres conciertos «Muerte entre las flores» que Juanjo Mena, el director asociado de la OCNE, nos ha ofrecido desde el pasado diciembre, en el que hemos podido repasar las últimas cinco sinfonías de Franz Schubert en un tú a tú con los conciertos para violín y para piano, y el Réquiem de guerra de Benjamin Britten.

   El concierto del viernes, 8 de marzo, se canceló con motivo de la huelga convocada en el Día Internacional de la Mujer. Así que esperamos hasta el domingo por la mañana para acercarnos al Auditorio. La tradición musical madrileña dice que a la OCNE hay que verla los domingos, que es el día en que los conciertos salen mejor. Como cualquier tradición que se precie, viene de bastante tiempo atrás, cuando estoy convencido que era verdad. Hoy por hoy lo dudo, sobre todo cuando es Juanjo Mena quien se pone al frente de la centuria. Los tres conciertos anteriores en que se han juntado esta temporada –los dos restantes del mini-ciclo y el concierto inaugural– estuvieron a un altísimo nivel y todos fueron en viernes. En esta ocasión, orquesta y director volvieron a brillar con luz propia, aunque hubo un par de aspectos no tan positivos que hicieron que el resultado global del concierto estuviera un escalón por debajo de aquellos.

   El primero fue la inclusión en el programa de las Tres escenas del ballet «La gitanilla» de Antón García Abril. No termino de entender la presencia de la música del compositor turolense entre la de Schubert y la de Britten, máxime cuando el ciclo era de los dos compositores mencionados, y hay otros 23 conciertos en la temporada donde se podía haber programado. Si hay alguna conexión la desconozco. La música del ballet trata de emparentar con Falla y Stravinsky (aunque fue compuesta en 1996) pero difícilmente lo hace con la del inglés o con la del vienés. El compositor demostró oficio pero personalmente, no la encontré al nivel de obras como El mar de las calmas o el Cantico de la Pietá. Lo más interesante fue el segundo movimiento, Adagio gitano, donde una vez más volvieron a destacar el oboe de Robert Silla y la flauta de Álvaro Octavio quienes bordaron el tema intermedio.


   El segundo tenía una solución más difícil. El Concierto para piano de Benjamin Britten necesita un pianista no solo técnicamente muy solvente sino con un sonido muy poderoso. De hecho, si repasamos las grabaciones que hay del mismo, prácticamente el único que le hizo justicia fue un inconmensurable Sviatoslav Richter quien lo tocó durante una temporada bien con Kirill Kondrashin, bien con el propio autor a la batuta. En la actualidad no es fácil encontrar un pianista de ese nivel que lo tenga en repertorio. La OCNE traerá a uno de ellos –Benjamin Grosvenor– a finales de abril, pero no para este concierto. Ocasión perdida.

   Con todo, la pianista china Xiayin Wang hizo una versión muy digna. Lució medios, un sonido atractivo, y demostró haber captado la esencia britteniana. Destacó en el Vals tocado con gusto, fraseando bien y con una digitación impecable, donde estuvo perfectamente acompañado por una orquesta de sonido cálido. También de nivel fue la Passacaglia expuesta con brillantez por la Sra. Wang y repetido con calor e intensidad por las cuerdas de la orquesta.  Sin embargo se vio superada en varios momentos de la Toccata inicial y sobre todo de la Marcha final, de un poderío y un virtuosismo al alcance de muy pocos, donde utilizó el pedal mas de la cuenta con la consiguiente pérdida de claridad. Por su parte, excelente el trabajo de la orquesta muy bien dirigida por Juanjo Mena.

   Un esfuerzo así necesitaba un premio. Hubo muchos aplausos y la Sra. Wang no se hizo esperar. Se dirigió al público para anunciar uno de los estudios virtuosos –Theman I love–que Earl Wild compuso sobre canciones de George Gershwin, donde la artista se gustó y nos gustó a todos.


   Las dos sinfonías de Schubert fueron comienzo y final del concierto. El Schubert de Juanjo Mena, como ya vimos en sus dos primeros conciertos, mira algo mas al pasado que al futuro. Los Allegros vibrantes, de gran claridad de exposición, tuvieron una brillantez casi mozartiana. Por el contrario, los Andantes pecan en parte de exceso de languidez. Con estas premisas y los tempos tan vivos, la versión de la “Quinta sinfonía”, la mas clásica del autor, fue de gran nivel. Sin embargo, la Trágica es otra cosa. Compuesta en modo menor, su sobrenombre no es gratuito. Necesita reposo y algo de introspección, y la versión, rápida y virtuosística pecó de ello.

   En cualquier caso, se ha demostrado una vez mas que la orquesta funciona de maravilla con Juanjo Mena. En febrero se ha confirmado a David Afhkam como Director Titular a partir de este septiembre. Esperemos que ello no vaya en detrimento de la presencia del vasco con la OCNE. La orquesta no puede permitirse el perder este activo.

Foto: Jorve Alvariño / CODALARIO
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