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KATERINA TRETYAKOVA, soprano: 'Lo más importante se aprende sobre el escenario'

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Autor: Alejandro Martínez
6 de diciembre de 2014

KATERINA TRETYAKOVA: “Un cantante aprende lo más importante sobre el escenario”

Por Alejandro Martínez

   Tras pasar con éxito por el concurso Viñas en Barcelona y por el concurso de Caballé en Zaragoza, algunos nos fijamos especialmente en la desenvoltura vocal y escénica de la soprano rusa Katerina Tretyakova. Al margen del indudable atractivo de su figura, la joven soprano mostraba una seguridad y madurez ciertamente prometedoras. Actualmente afincada en Hamburgo, formando parte del ensemble estable de la Ópera Estatal de esa ciudad, Codalario comparte una distendida charla con esta solista de voz ligera, ojos seductores y cabeza juiciosa.

Es usted una soprano joven, atractiva; responde de algún modo a un modelo cada vez más habitual y demandado por los teatros de hoy en día. ¿Se siente incómoda cuando es reducida a ese perfil un tanto tópico?

   Tengo ya treinta y cuatro años, ya no soy tan joven (risas). Es curioso porque una es joven para el mundo de la ópera hasta que súbitamente llega a los cuarenta y pasa de ser joven a no servir ya para unos cuantos papeles. Y todavía más ahora que la belleza y la juventud son un valor al alza para los teatros y las nuevas producciones. Para Gilda, por ejemplo, ya casi soy vieja (risas). Lo cierto es que hay muchos cantantes jóvenes con voces para el repertorio más lírico y ligero y el tiempo pasa deprisa. No siempre es fácil acompasar el desarrollo de la carrera personal, de la propia voz, con la dinámica de los teatros.

¿Cómo definiría su voz?

   Soy lírica ligera. Ojalá tuviese una voz de soprano spinto, pero no (risas). Estoy contenta con mi voz, me gusta el repertorio que canto. Aprendí mi técnica en Lituania, donde crecí, y me siento segura cuando canto. De otra manera no hubiera podido completar con éxito la experiencia en el ensemble de Hamburgo, donde se nos exige cambiar constantemente de repertorio, de Strauss a belcanto, de una semana a otra. En los dos últimos meses he cantado Zdenka en Arabella, hice mi debut con Traviata, luego vino Marzelline en Fidelio y ahora ha venido la Musetta de Bohème. Y además hay que compaginar las funciones de unas óperas con los ensayos de la siguiente, de repertorio alemán a repertorio italiano una y otra vez, constantemente. Una locura que sólo es posible si se tiene una técnica bien asentada. Cuando estaba preparando mi debut con Traviata, lo dije bien claro al teatro: durante esa semana, en los ensayos de Fidelio, sólo puedo marcar, no puedo estar cantando mi parte todo el tiempo o no saldrá bien el debut con Violetta. Cuando se empieza en este mundo se tiene la engañosa idea de que una buena técnica lo permite hacer todo, pero no es así. Una buena técnica te mantiene la voz en forma, por supuesto, pero luego hay que poner mucha cabeza en lo que se hace para no arruinarse cantando demasiado. Todos los grandes lo dicen, con experiencia: hay que mirar mucho qué se canta y cuándo se canta.

¿Cómo ha sido su experiencia en el ensemble de Hamburgo?

   Hasta el momento ha sido una experiencia realmente hermosa. El ambiente de trabajo allí ha sido magnífico. Cuando se trabaja en un clima tan positivo todo es mucho más fácil. Empecé allí, como es lógico, haciendo partes más pequeñas y ahora me hace verdaderamente feliz haber llegado a cantar partes principales como Gilda, Lucia o Violetta. Han sido debuts rápidos, preparados con poco tiempo, con pocas funciones, con poco margen para madurar y perfeccionar el papel. Pero sí uno sale airoso de esas experiencias, es muy buena señal. He aprendido mucho verdaderamente formando parte del ensemble de Hamburgo. También he tenido la posibilidad de cantar junto a grandes solistas y por supuesto he asistido a muchas representaciones en las que no participaba, fijándome siempre en mil detalles, para intentar aprender algo de los más grandes, de los que han llegado tan lejos y tienen tanta experiencia. También me fijo mucho en lo que no me gusta, para no hacerlo (risas). Forma parte del ensemble también te ofrece esta fantástica posibilidad.

¿Cuánto tiempo le queda allí?

   Todavía estoy allí fija y me queda al menos una temporada más. Estoy allí desde septiembre de 2008. Entré con su Opera Studio y después pasé a formar parte de su ensemble fijo. Habré cantado unas cuarenta y cinco funciones cada año, comenzando por partes muy pequeñas, pero siempre en escena. Un cantante aprende lo más importante sobre el escenario. Por eso haber llegado a tener ahora un repertorio de unos diez roles estables allí, algunos secundarios y otros principales, me hace muy feliz. Creo que la experiencia me ha preparado realmente para volar ya por libre.

¿Tiene propuestas ya de otros teatros fuera de Hamburgo?

   Sí, han ido llegando propuestas. A decir verdad, mi agente no me inquieta con demasiada información sobre esto porque mi agenda en Hamburgo marca mucho mi disponibilidad. Me pidieron una Lucia en Italia y era justo cuando yo tenía mi Lucia allí en Hamburgo, a la que evidentemente no podía renunciar. No hay prisa, conviene ser cauteloso y debutar en casa, digamos, en un clima de más confianza y seguridad. Por ejemplo voy ahora a Bogotá para hacer Gilda, un papel que ya he rodado en Hamburgo, aunque hace ya un tiempo que no lo canto, casi tres años, si no recuerdo mal. Fue un papel que debuté tras tener únicamente cuatro ensayos, sin italiana y sin ensayo con orquesta. Fue una locura pero salió bien. Mi debut fue mi ensayo general (risas). También trabajé en el Theater an der Wien, con la Regina en el Mathis der Maler de Hindemit. Regreso a ese mismo teatro en septiembre de 2015 con Hans Heiling de Marschner.

¿Cuál es ahora por tanto su repertorio de roles principales?

   Básicamente Gilda, Lucia, Adele, Adina, Violetta, y también Susanna, Pamina, Musetta en Boheme y Nannetta en Falstaff. Me gustaría moverme sobre todo por el repertorio italiano y francés, y no tanto por el repertorio alemán, en el que de hecho hay menos papeles interesantes para una voz como la mía.

¿Vienen roles nuevos en los próximos años?

   Con Traviata soy ya feliz (sonríe). De veras, para mi voz era el punto culminante, donde quería llegar por el momento. Hay quien me pregunta a veces cuándo cantaré Mimi y yo digo claramente que no es un papel para mí voz. Me gusta ahí intérpretes con una voz lírica plena, más rotunda, etc. Yo ahora tengo una voz para Musetta, no para Mimi. Escuchado alguna Mimi correcta con una voz como la mía, pero creo que no se trata de ser simplemente correcto. Recuerdo cuánto me gustó escuchar a Anja Harteros y a Angela Gheorghiu como Mimi, cantando yo Musetta junto a ellas. Esas sí son voces para ese repertorio.

¿Cuál es su agenda para los próximos meses?

   En primavera canto de nuevo Lucia y debo ver qué tal se me da, tras esta Traviata que hemos hecho en Hamburgo, en la que no hay ningún corte, todo está abierto, todas las repeticiones; se hace íntegra, cosa infrecuente incluso hoy en día. Tras la última Traviata de esta temporada iré a Bogotá a cantar Gilda, que como le decía hace ya tres años que no canto. Traviata es más central y grave y volver a Gilda, que es mucho más ligera, es un reto interesante. No soy una soprano de coloratura. No me gusta especialmente el mi bemol que se añade al final del primer acto. Creo que atiene poca justificación, más allá de mostrar que se tiene esa nota. En algunos casos estos agudos tienen su razón de ser, pero no siempre. Ese mi bemol lo hago en concierto, por ejemplo, pero no en escena.

Ha participado en bastantes concursos. ¿Qué sentido tienen para la trayectoria de un solista?

   2013 fue un año especialmente feliz para mí en materia de concursos. Disponía de más tiempo libre e hice cuatro concursos: el Viñas en Barcelona, el concurso de Bucarest, el Caballé en Zaragoza y el concurso de Marcello Giordani. Y en los cuatro resulté ganadora. Al margen del resultado que se tenga, en los concursos se aprende mucho también escuchando a los colegas. También es interesante ponerse el reto de ver hasta dónde puedes llegar en un concurso cuando no hay nadie en el jurado que tenga especial preferencia por ti de antemano. Pero ya no hago más concursos. Fue un año especial para eso, el 2013, pero ya pasó. Me gustó mucho hacerlos, debo decirlo. Aprendes mucho de ti mismo, tratando con tanta gente diversa, trabajando en salas distintas, con acústicas diversas. Se debe aprender a cantar incluso cuando uno no tiene un buen día y los concursos ayudan a vencer esas limitaciones con las que uno se despierta algunos días.

Usted nació en Rusia pero creció y estudió en Lituania.

   Sí, Lituania era entonces parte de la Unión Soviética, que se suponía que iba a durar para siempre, como hoy se piensa de la Unión Europea; aunque nada es para siempre (risas). Nací en Murmansk, que está en el norte de Rusia, cerca de Escandinavia, pero cuando yo tenía un año mi familia se trasladó a Lituania, a Visaginas. Siempre me he sentido rusa porque esa ciudad en la que crecí se creó de hecho en torno a la central nuclear que se construyó allí. Como en Lituania no tenían técnicos, casi toda la población vino emigrando desde Rusia por lo que Vilnius era una comunidad rusa, prácticamente. Después con quince años me trasladé a Vilnius y empecé estudios en dirección coral, cosa que debo decir que me ayuda bastante ahora cuando canto. Allí en Vilnius trabajé la técnica con Giedre Kaukaite, que había estado varios años en la Scala. Por eso tengo técnica italiana. Tras cuatro años de academia de canto estuve un semestre en el Mozarteum y estando allí me cogieron para participar en el Festival de Salzburgo. Me gustó tanto la experiencia allí que decidí terminar mis estudios en esa ciudad. Y después finalmente tuve la posibilidad de acceder al ensemble de Hamburgo donde estoy ahora.

¿No tiene ambición por cantar en los grandes teatros?

   Sí, por supuesto, espero cantar allí más pronto que tarde, pero sin prisas. Me gusta trabajar con seriedad, con profesionalidad y con proyectos realmente interesantes, y por supuesto con partes principales, que son los que de te dan las mejores emociones. Quiero hacer una carrera, pero hacerla bien. Mi ideal sería una trayectoria como la que tiene ahora Netrebko, que puede elegir lo que quiere hacer en cada momento porque tiene varios proyectos sobre la mesa para cada período de su agenda. Pero no es tan fácil, se que suena un tanto naïf decirlo así, soy consciente, por eso no tengo prisa. Lo fundamental es hacer una carrera con libertad. Y me refiero también con eso a la incomoda presión que llegan a tener algunos cantantes sobre su vida privada, como si fuesen actores de Hollywood. Me gusta cantar, disfruto con este trabajo, que es para mí más que un trabajo, por supuesto, pero creo que todo tiene su equilibrio y su tiempo.

¿Tiene propuestas para cantar en España?

   Espero que lleguen pronto, sobre todo tras haber sido premiada en el Viñas. Joan Matabosch me entregó el premio en ese ocasión, en Barcelona, y ahora está en Madrid. Ojalá se acuerde de mí.

Fotos: Shirley Suarez

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