Crítica de Nuria Blanco Álvarez de Las bodas de Fígaro de Mozart en el Teatro Campoamor de Oviedo
Mujeres al poder en Las bodas
Por Nuria Blanco Álvarez | @miladomusical
Oviedo. Teatro Campoamor. 25-I-2025. Las bodas de Fígaro (Mozart). Pablo Ruiz (Fígaro), Mercedes Gancedo (Susanna), María José Moreno (Condesa de Almaviva), José Antonio López (Conde de Almaviva), Anna Pennisi (Querubino), Alexandra Urquiola (Marcelina), Valeriano Lanchas (Doctor Bartolo), David Barrera (Don Curzio), Ruth González (Barbarina), Luis Antonio López Navarro (Antonio). Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo). Orquesta Oviedo Filarmonía. Dirección musical: Lucas Macías Navarro. Dirección de escena: Emilio Sagi.
Finaliza la 77 temporada de ópera de Oviedo con la puesta en escena de Las bodas de Fígaro en una producción de la Ópera Royal de Wallonie con el sello de Emilio Sagi quien presenta, como acostumbra, un concepto sobrio y elegante, en tonos muy claros y neutros, velando siempre por la comodidad de los intérpretes, salvo en el innecesario momento en que Fígaro debe cantar mientras guarda el equilibrio caminando sobre una fila de sillas. La escenografía, a cargo de Daniel Bianco, parecía agrandar el espacio gracias a las altísimas y blancas paredes que perimetraban la habitación de los novios primero y de la condesa después; lástima que en el primer caso la tela que las tapizaba mostrara numerosos pliegues indeseados al no estar bien encajada en los frisos superiores de la pared y arcos de la puerta desluciendo el efecto. Muy bello el vergel mostrado en el patio andaluz del último acto. El bonito vestuario, de Gabriella Salaverri, también nos remitía a nuestro país, con una inteligente recreación de los trajes de la España popular de la época; nos hubiera gustado que el de Susanna se diferenciara de manera más evidente del resto de muchachas. Los majos del cuerpo de baile interpretaron además unos vistosos bailes acompañados por castañuelas en el tercer acto, un momento precioso y muy apropiado. Pero lo que sin duda redondeó el aspecto visual de la ópera fue la magnífica iluminación de Eduardo Bravo, destacando el bellísimo amanecer en la habitación de la condesa.
En cuanto al elenco vocal, fue María José Moreno, como Condesa de Almaviva, la triunfadora de la noche, con una elegancia canora y carisma escénico que la hicieron brillar. Sus delicadísimos agudos y elegante fraseo fueron un verdadero deleite para los oídos. Muy delicado su dúo con Susanna del tercer acto “Sull'aria...che soave zeffiretto”, encarnada por Mercedes Gancedo quien fue una Susanna correcta, más lucida en su aria del último acto “Deh vieni, non tardar” donde sí dio muestras de su bello timbre y extenso fiato. José Antonio López estuvo muy cómodo en su rol de Conde de Almaviva, tanto en lo escénico como en lo vocal. Anna Pennisi, por su parte, fue un Querubino inspirado en la interpretación de su aria “Voi che sapete che cosa è amor” con una ejecución muy bella y natural, al contrario que Alexandra Urquiola en el papel de Marcellina, quien mostró excesivo vibrato y cierto engolamiento en su voz. Ruth González dio vida a una pizpireta Barbarina y adecuados el resto del reparto.
Lucas Macías ofreció, con la Oviedo Filarmonía, una versión un tanto precipitada en la primera parte, con unos tempi rapidísimos que desbordaban a la orquesta, una lástima no poder disfrutar como merece del fabuloso preludio de esta ópera. Esto también puso en apuros a un Fígaro que se atropelló en los inicios de varias de sus intervenciones y que pasó sin pena ni gloria por su conocida aria “Non piú andrai” interpretada a marchas forzadas sin matiz alguno. Pablo Ruiz solo resolvió en la zona central de su registro, evidenciando carencias en los extremos del mismo. El Coro Intermezzo, en versión reducida, se desenvolvió con soltura tanto en lo escénico como en lo vocal.
No podemos dejar de mencionar el caos que se vivió en el acceso al teatro, con unas colas descomunales bajo la lluvia que apenas avanzaban por la ineficacia de quienes comprobaban las entradas.
Fotos: Ópera de Oviedo
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