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LEO BROUWER: 'Para ser un compositor serio hay que conocerse toda la historia de la cultura occidental'

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Autor: Aurelio M. Seco
5 de junio de 2016

LEO BROUWER: 'Para ser un compositor serio hay que conocerse toda la historia de la cultura occidental'

  Una entrevista de Aurelio M. Seco
  Fotografía: Fernando Frade
Leo Brouwer es uno de los compositores cubanos más prestigiosos de la actualidad. Su obra, marcada por el uso de la guitarra, vuelve a situarse en la primera plana informativa al incluirse su Concierto de Benicasim en una grabación realizada para Naxos por el guitarrista Miguel Trápaga, con la Real Filharmonía de Galicia bajo la dirección de Óliver Díaz.

¿Qué lugar ocupa en su obra el Concierto de Benicasim para guitarra y orquesta que se acaba de grabar en disco?

Más interesante que eso es que unos músicos de tanto talento como Miguel Trápaga y Óliver Díaz se hayan interesado por tocar y grabar la composición. Quiero decir que aplaudo al director que se atreve a romper de alguna forma el mito de esa obra maestra que es el Concierto de Aranjuez, que además tiene la misma edad que yo, que nací en 1939, y experimentar otros caminos de nuestra contemporaneidad. Como todo el mundo sabe, mi instrumento inicial fue la guitarra. La obra está escrita un poco de vuelta del lenguaje que usaron las rabiosas vanguardias. Voy a pedirle un autógrafo al programador de Santander que se ha atrevido a programar obras que son desconocidas.

¿De dónde sale su lenguaje musical?

En los años 60, cuando empecé muy joven, me interesó mucho la riqueza armónica de ciertas obras y de, vamos a decirlo así, ciertos sonidos mágicos. A pesar de ser casi un analfabeto –aunque en la actualidad sea académico y hable cinco idiomas-, me interesó, yo diría que me fascinó, esa sonoridad que emanaba de La consagración de la primavera, de Stravinsky, o de los cuartetos de Bartok. Ese interés me llevó a estudiarme unas 800 o 900 partituras. Me iba a las casas de música en La Habana y, como no podía comprarlas, me hacía amigo de los dueños y las estudiaba de pie. Pude estudiar grandes obras maestras, de música que iba de Stravinsky, uno de mis compositores favoritos y grandes influencias, a Josquin.

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¿Había música de Josquin des Prez en La Habana?

Por supuesto. Tenga usted en cuenta que algunos de los mejores músicos barrocos de América son cubanos.

¿Qué compositores cubanos destacan en la historia?

Esteban Salas, Juan Paris, Ignacio Cervantes, etc

¿Por qué Concierto de Benicasim?

Me lo habían pedido del Festival de Benicasim, a la memoria de Tárrega, pero como ocurre siempre, los guitarristas no se atreven porque no están muy familiarizados con estos lenguajes, así que permaneció en silencio durante varios años, hasta que apareció alguien como Miguel Trápaga, un virtuoso y profesor del Conservatorio de Madrid. El concierto está un poco de vuelta y, en ciertos, aspectos, es un tanto tradicional. También incluye sorpresas, que me encantan, tanto en el diálogo musical como en la sonoridad en sí.

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¿Ha incluido citas de otras obras?

No, pero sí hay evocaciones de sonoridades, de obras como Iberia de Albéniz, una especie de cita de La tarara envuelta en unas disonancias riquísimas, o un tema de cine de alguna de las alrededor de 90 películas que hice hace ya mucho tiempo. Trabajo un poco al estilo de Bartok en su Concierto para orquesta, en el que hace una cita de las operetas vienesas.

¿Por qué “de vuelta” de las vanguardias?

Es mi discusión eterna con colegas como Takemitsu, Feldman, Henze o Nono, personas que han marcado el siglo XX. Yo, sin embargo, soy un modesto cubano que hacía de disc jockey en una fiesta con Feldman.

¿Y qué música ponía?

Rolling Stones, Beatles.

¿De verdad le gustan los Rolling Stones?

Sí, son agresivos, vitales, parte de una época. No tan interesantes en su trama sonora como podrían ser los Beatles.

Que también hacían una "música" muy sencilla, ¿no?

Aparentemente sí, pero hay ciertos puntos de referencia interesantes, como la emisión vocal de los negros de cierta época o la música inglesa de los siglos XVI y XVII.

¿Quiere decir que cree que los Beatles estudiaron la música renacentista inglesa para hacer sus canciones? 

Sí, porque cuando los lenguajes son históricos influyen.

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Sí, pero desde el presente, asimilados como cultura de fondo, inconscientemente, y para realizar un tipo de manifestación sonora espontánea, instintiva, en la que no se percibe arte de compositor.

Para ser compositor serio hay que conocerse toda la historia de la cultura occidental y, si es posible, estudiarse las ajenas. La música japonesa, el gamelán javanés… El minimalismo, por ejemplo, no es más que una puesta en práctica de las formas hipnóticas de la música africana. Philip Glass hacía un dodecafonismo a lo Schoenberg espantoso. Si él no llega a hacer su mundo maravilloso del minimalismo a partir de obras anteriores… No sería posible si no se hubieran dado esos encontronazos con los ismos.

¿Cree que las vanguardias se han sobrevalorado?

No hay nada sobrevalorado en uno u otro sentido. Yo creo que cuando la historia se convierte en cultura es que se han dado ciertos valores. En eso le doy la razón a los historiadores. Es un tema fascinante. Todas las raíces patrimoniales de una cultura deben ser valoradas con mucho respeto.

Foto: Fernando Frade

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