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CRÍTICA: LEO NUCCI 'REBISA' 'I DUE FOSCARI' DE VERDI EN EL TEATRO MASSIMO DE PALERMO, por Rubén Martínez

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Autor: Rubén Martínez
11 de diciembre de 2012
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MILAGROSO LEO NUCCI

Teatro Massimo di Palermo, Domingo, 02/12/12. Director musical, Stefanmo Ranzani. Producción: William Orlandi. Director de escena, Joseph Franconi Lee. Reparto: Leo Nucci, Piero Pretti, Ana Lucrecia García, Luiz-Ottavio Faria, Pietro Picone, Adriana Calì, Domenico Ghegghi, Giovanni Lo Re. Coro y Orquesta del Teatro Massimo di Palermo.

      I due Foscari es una  obra con una orquestación inspiradísima y una escritura vocal de alto nivel que sin duda deberían hacerla merecedora de contar con un mayor protagonismo en las temporadas de los principales teatros de ópera del mundo. Al igual que ocurre con el  Simon Boccanegra, es el Foscari un título que exige contar con un protagonista especialmente carismático y con una fuerte personalidad. Las voces fabricadas en serie tienen pocas posibilidades de resultar conmovedoras y transmitir el profundo contenido psicológico y la lucha interna del personaje.
      No es de extrañar por tanto que la presencia de esta obra en los escenarios haya estado condicionada al deseo de figuras como Piero Cappuccilli o Renato Bruson de incluirlas en su repertorio y más recientemente del barítono Leo Nucci. Tampoco es casualidad que alguien como Plácido Domingo haya hecho su debut en el mundo del barítono verdiano con el rol del Simón hace unos años y sea un nuevo Dux, Francesco Foscari, el segundo papel verdiano en registro baritonal que pretenda pasear por los escenarios de medio mundo, habiéndolo debutado hace unos meses en la ópera de Los Ángeles y, próximamente, en el Palau de les Arts de Valencia y Viena.
      I due Foscari se estrenó en Roma en 1844 y en ella el maestro de Busetto experimentó por primera vez aspectos como dotar de una melodía propia y característica a los personajes principales. El tema lúgubre que precede la entrada de Jacopo Foscari, lleno de resignación, contrasta con el de su esposa, Lucrezia Contarini, que refleja la furia y el desasosiego de quien se niega a aceptar un destino injusto. Finalmente, el tema del Dux, Francesco Foscari, resulta aparentemente sereno y transmite la integridad política del gobernante frente al dolor del padre que debe quedar en un segundo lugar. Este tratamiento melódico de los personajes a modo de auténtico leitmotiv no se volverá a apreciar en el resto del catálogo verdiano. Con Foscari se inicia la saga de los padres verdianos divididos entre el deber político y sus lazos de sangre. Boccanegra y el Filippo II son los otros grandes ejemplos.

 

      Estas funciones ofrecidas en Palermo han contado con un primer reparto de óptimo nivel para asumir los tres roles principales. Sin duda el barítono Leo Nucci ha hecho de este personaje una creación y las cotas de emoción que consiguió en su imprecación final  "questa dunque è l'iniqua mercede" en la función presenciada llevó al público a solicitar el bis con una contundencia difícilmente presenciable en un teatro en nuestros días.
      Al maestro Nucci muchos le niegan el papel que por méritos propios se ha labrado en los anales de la lírica y lo acusan de hacer circo, y de tener una manía compulsiva de bisar. Hasta estos extremos se ha llegado: se critica despectivamente lo que no deja de ser una muestra de enorme generosidad y gratitud del artista a un público entregado. Tras el bis el público estalló en frases de agradecimiento y admiración hacia el maestro. Y es que el disponer de unos medios canoros envidiables y ser al mismo tiempo capaz de hacer que estos queden en un segundo plano ante la contundencia y veracidad de la forma de decir el texto es patrimonio de unos pocos elegidos hasta el punto de que muchos eran los que pedían que el maestro ofreciera el fragmento por tercera vez.
      A estas alturas poco se puede decir del gran barítono italiano que el lector no conozca ya. Baste recordar que su estado vocal parece un milagro o un pacto con el averno, ya que camino de los 71 años no ha tenido que renunciar a ninguno de los papeles de su amplio repertorio ya que su extensión vocal está intacta, con una emisión que es un manual de cómo proyectar el sonido en la máscara, sin el menor reducto de engolamiento, con el fiato y el apoyo aún en forma y con una manera de dar contenido a las palabras que parece una autopsia del libreto. Infinidad de detalles, de medias voces, desde la ensoñación de su primera frase "eccomi solo alfine", la piedad frente a las súplicas de su nuera en "figlia, t'avanza. Piangi?" o la hipocresía contenida en "o nobili signori, che si chiede da me?" Nucci ofreció una contundente lección de cómo hay que cantar Verdi

      En el papel de Jacopo, su hijo, nos encontramos al tenor Piero Pretti, cantante con un color más propio de un lírico-ligero pero con volumen y acentos de lírico que le permiten abordar este tipo de roles con cierta garantía. Habitual del circuito italiano de provincias apareció como segundo reparto en las funciones de Vespri Siciliani ofrecidas en Turín y Nápoles en 2011, donde el tenor Gregory Kunde ya avisó de su potencial.
      Estar contratado como cover de Marcelo Álvarez es últimamente una garantía de hacer más funciones de las inicialmente previstas y esto fue lo que ocurrió en Milán en junio de este año durante las representaciones de Luisa Miller. Su éxito en dichas funciones le ha garantizado su presencia en Milán para Rigoletto, Nabucco y Ballo in maschera en un breve espacio de tiempo. No hay duda de que estamos ante un cantante entregado y generoso quien, a pesar de tener sus facultades mermadas por un resfriado, no dudó en darlo todo desde su primera aparición, a pesar de ciertos sonidos con algunas asperezas que hicieron temer por algún que otro quiebro.
       Su registro agudo es brillante aunque quizás sería deseable algo más de cobertura en las notas de paso ya que a veces suenan demasiado forzadas como el sol natural en "l'innocenza ti darà" al final de la primera cabaletta en un intento de superar la orquesta. Valiente en  "non maledirmi o prode" con un brillante sí bemol en "non so" y conmovedor en "nel tuo paterno amplesso". En la época que vivimos de carencia de voces tenoriles hará carrera pero entendemos que debería replantearse dosificar mejor sus medios si no quiere que ésta finalice prematuramente.
      La soprano venezolana Ana Lucrecia García asumía el rol de Lucrezia Contarini y obtuvo un gran éxito, la segunda en el aplausómetro tras Nucci. Con un material de óptima calidad, con uno de los mejores registros graves del panorama actual, centro desahogado y agudo percutiente no es de extrañar que su calendario esté lleno de Nabuccos, Aidas, Macbeths y Attilas. Quizás se echa de menos una mayor implicación emocional en el texto. Aunque la dicción es perfecta posee una cualidad que es muy habitual en las voces negras y que, al menos personalmente, me transmite cierto alejamiento psicológico del personaje. Se perciben de este modo sonidos impactantes pero, en cierto modo, carentes de alma y credibilidad.  Es una característica que también se aprecia en grandes como Leontyne Price, Grace Bumbry o Martina Arroyo y más recientemente en Michele Crider, Kristin Lewis o Angela Brown.

 

 

      El resto de personajes tienen un protagonismo muy inferior. Así el nivel de dificultad que le puede suponer el Loredano al bajo Luiz-Ottavio Faria es irrelevante tras habernos mostrado en Coruña un óptimo nivel en el exigente papel de Zaccaria en el Nabucco verdiano apenas hace 3 meses. Como suele ocurrir con papeles de menor enjundia en esta ocasión también la voz de Faria ha quedado más desdibujada con respecto a las posibilidades que le puede ofrecer un rol principal aunque lo ha resuelto con solvencia. Pietro Picone como Barbarigo lució una bonita y timbrada voz lírica en sus breves intervenciones. Adriana Calí, Domenico Ghegghi y Giovanni Lo Re resultaron irrelevantes aunque correctos en sus breves cometidos.
      A destacar el empaste, sonoridad y squillo ofrecidos por el Coro del Teatro Massimo, especialmente en la cuerda tenoril, de mayor protagonismo en esta partitura. Por su parte el maestro Stefano Ranzani ofreció una lectura de la partitura rica en pulso verdiano y contrastes dinámicos. A los tempi casi fatigantes que acompañaron la entrada de Francesco Foscari en el "o vecchio cor", que describían con los pizzicati de las cuerdas el cansino latido del corazón del viejo Dux hasta la exaltación patria de los momentos corales como "al mondo sia noto", Ranzani obtuvo un sonido netamente verdiano y fue cálidamente recompensado en los saludos finales.
      La escenografía y vestuario de William Orlandi junto a la dirección escénica de Joseph Franconi Lee es una coproducción con Trieste y Bilbao que ya se pudo ver en esta última ciudad en las representaciones que tuvieron lugar en noviembre de 2008 y que debían haber sido protagonizadas también por Leo Nucci que, por problemas de salud, tuvo que cancelar. La continua presencia del rojo en el Consiglio dei Dieci deja claras las ansias de venganza de "queste canute tigri". La escenografia apenas simboliza una estructura circular que va dejando paso a los distintos ambientes, alternando entre la sala del trono y la mazmorra donde yace Jacopo a la que el Dux accede desde una estrecha y peligrosa escalera serpenteante. Más colorida la escena festiva en el tercer acto cuyo cielo termina tiñéndose de rojo cuando las campanas anuncian la elección de Malipiero como nuevo Dux y preludian la muerte del viejo y agotado Francesco Foscari.
      Quisiéramos reivindicar finalmente la magia y el aroma de autenticidad que se respira en un teatro emblemático como el Massimo de Palermo, a pesar de su evidente decadencia frente a la frialdad y artificialidad de nuevas construcciones como el Nuovo Teatro dell'Opera de Firenze, que traicionan totalmente la experiencia de asistir a este espectáculo y se inauguran precipitadamente por imposición de algún político en busca de votos. Que un país tan rico en este tipo de infraestructuras prefiera construir gélidas y anónimas construcciones en lugar de rehabilitar las existentes no se explica más allá del deseo de obtener sustanciosas comisiones de los políticos de turno.

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